Opinión

La sombra de Puigdemont es alargada en las elecciones catalanas

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La sombra de Puigdemont es alargada en las elecciones catalanas.
Europa Press

Cataluña vive instalada en la inestabilidad política y económica, al menos desde que Artur Mas (2012) convocó elecciones después de plantear a Rajoy el órdago, de que, o le concedía un régimen económico fiscal similar al del Concierto del País Vasco, o que se atuviese a las consecuencias; todo ello en pleno argumentario catalán de que España nos roba. Tesis desarbolada por Josep Borrell y Joan Llorach en su librito, 'Los Cuentos y las cuentas de la independencia' (Catarata, 2015), de cuyo alcance Sánchez no quiere acordarse. 

Desde entonces, la catarata de entuertos ha ido in crescendo, no solo con los intentos de referenda concluidos en la proclamación de la independencia de Cataluña por un instante en octubre de 2017 hasta el abandono o cambio de domicilio fiscal de importantes empresas del Principado.

Ese clima que desembocó en la utilización por primera vez en nuestra historia constitucional del mecanismo de coerción estatal a modo de episodio de crisis temporal del artículo 155 CE para convocar elecciones en seis mes (error de Rajoy), ha querido revocarse mediante la concesión de los indultos de los condenados por el Tribunal Supremo por el procés y en la presente legislatura con la amnistía, que tantos ríos de tinta ha hecho y seguirá haciendo correr, y tantos problemas de toda índole traerá a la democracia española .

En ese contexto de imbricación de la política nacional y la catalana, iniciada en la época de Pujol y su politica del 'peix al cove' llevado al paroxismo con Sánchez para poder ser investido presidente con los siete votos de Junts, se ha producido el desenlace no del todo imprevisible de la convocatoria de elecciones catalanas para el día 12 de mayo, festividad de Santo Domingo de la Calzada, donde no sabemos si «cantará la gallina después de asada».

La causa próxima ha querido buscarse en el rechazo de los presupuestos para 2024 por los Comunes (de la ex alcaldesa de Barcelona Colau, que está a la expectativa) ) para la construcción de un gran conjunto turístico y de juego llamado Hard Rock situado junto a Port Aventura (Tarragona), pero las causas reales parecen ser otras, de naturaleza más bien política.

Pere Aragonés, el Presidente manejado por Oriol Junqueras (Polifemo), ha visto declinar su hegemonía en el Govern de la Generalidad, y por ende el peso de ERC en el apoyo de Sánchez en el Congreso, a la vista del carácter de Junts (Puigdemont) como socio parlamentario preferente (co-presidente de facto en la sombra) que desluce parlamentaria y electoralmente el papel de la Esquerra, tanto en Madrid como en Cataluña.

En dicha situación, la convocatoria electoral parece haber cogido con el pie cambiado tanto al PSC, liderado por el ex ministro Salvador Illa salpicado por el affaire de las mascarillas del caso Koldo como ministro de sanidad de la epidemia del Covid y sobre todo a Junts que es el adversario político de Pere Aragonés. Este último quiere disputarle a Puigdmont el liderazgo en Cataluña, pero es difícil que pueda conseguirlo a la vista del protagonismo del prófugo de Waterloo, tan presente en la política española.

Se ha jugado con la idea de que la Ley de Amnistia no estaría aprobada en plazo luciendo sus moldes en el BOE para dicha fecha, habida cuenta que el trámite del Senado donde el PP tiene mayoria absoluta tratará de retrasarla al menos dos meses, límite que marca el articulo 90.2 CE, su entrada en vigor.

Sin embargo, Aragonés y quizás Junqueras, no han contando con que Puigdemont -ya lo ha anunciado Turull- forzará la proclamación de la candidatura de Puigdemont o lo será en la sombra sin que el Ministerio Fiscal ni la Abogacía del Estado se opongan a su proclamación como candidato y mas tarde el marco de influencias reciprocas entre poder y justicia que funciona muy bien engrasada en nuestro mundo político tratará, con la amnistía de conseguir la presidencia de la Generalidad para él o para persona interpuesta.

Es una jugada arriesgada la de Junts, como ha sido la de Aragonés al convocar elecciones, pero el eurodiputado sabe que cuentan con el concurso de Sánchez y del PSOE, al menos 'rebus sic stantibus', esto es, si las condiciones no cambian.

Todo ello en marco de un carrusel electoral que empezará en abril (21) con las elecciones vascas, seguirá el 12 de mayo con las catalanas y culminará con las europeas el 9 de junio de este año.

Demasiadas elecciones todas de importancia tras las gallegas y que conducirán a una suerte de parálisis gubernamental solo alterada por medidas populistas con gancho electoral.

El PNV ha conseguido para el País Vasco el traspaso de los trenes de cercanías con financiación añadida a la del Concierto y si el PNV gana las elecciones con claridad o si Sánchez les necesita pedirán el traspaso de puertos, aeropuertos y paradores nacionales (Fuenterrabía en Guipúzcoa y Argomaniz en Alava ) con lo que el Estado dejará de ser visible en dicho entrañable territorio de las Vascongadas, hoy llamado Euskalerría.

Cataluña ha logrado el plan Rodalies (cercanías), Puidemont ha arrancado la amnistía que le dará votos, la amortización de deuda (mas de 16.000 millones ), la propuesta del control de la inmigración y vaya usted a saber, en línea de ser hermanos separados (no se si es mucho decir) o de buscar la identidad al modo quebequense, por cierto frustrada de modo inteligente por el liberal Pierre Trudeau.

Todo un torpedo a la linea de flotacion de la España autonómica, que nos retrotrae al momento pre-constituyente de las autonomías. Hoy, sin embargo, las antaño denominadas comunidades históricas aparecen en el ideario independentista como una suerte de Estados confederados, con fiscalidad propia, policía integral, relaciones exteriores y para lograrlo que mejor gatillo que el voto en el Congreso, que condicione una parte al conjunto nacional ¿Alguien da más?

Estas elecciones en clave catalana y nacional marcarán si gana Junts una dificultad añadida, aunque nunca se sabe. Lo que si parece cierto es que España en su conjunto no sale ganando y sólo, en parte, quizás las elecciones europeas marquen el punto de inflexión de la legislatura, aunque nada es hoy seguro.

España se parece en estos días a un Estado desbocado electoralmente que se merienda la cena del presupuesto en gastos de tal guisa. Todo e el aire.

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