Cuaderno de venta

La macroeconomía es la causa de la volatilidad actual

La volatilidad ha vuelto a terreno normalizado en este 2023.
La volatilidad amenaza con volver en este 2023.
L. I.

Dejamos atrás una semana en la que el protagonismo debía corresponder a los bancos centrales… y así fue de hecho, hasta la publicación del dato de empleo en EE.UU., en la tarde del viernes. Un dato, por cierto, que vuelve a sembrar dudas entre los agentes financieros.

Porque la realidad es que, a grandes rasgos, los mercados interpretaron las palabras de Powell y Lagarde en el sentido más positivo posible, a pesar del tono cauto, por lo que respecta a la Reserva Federal, y del sesgo más pétreo, en el caso del Banco Central Europeo. Dicho de una manera más informal, el mercado no se creyó el discurso oficial de dureza en la lucha contra la inflación. Todos sabemos que bolsas y bonos adelantan varios meses en su cotización la senda de lo que debería ser el marco económico general. 

En ese sentido, buena parte del mundo inversor descuenta ya una clara contención de la inflación en los próximos tiempos, algo que debería modificar, hacia una mayor relajación, la política monetaria de los bancos centrales. En resumen, muchos analistas comienzan a entrever un giro de la Fed primero y del BCE después, que suponga las primeras bajadas de tipos en un periodo de tiempo aún indeterminado, tal vez un año.

Por ello, las sesiones de bolsa y, sobre todo, de bonos de miércoles y jueves pasado resultaron realmente positivas, de manera especial en el caso de la renta fija, que vivió un auténtico rally. Son muchas las razones para este divorcio entre mercados y bancos centrales. En esencia, aún resuenan los ecos de inflación transitoria de la que hablaban las autoridades monetarias en 2021. Es evidente que lo que tenemos en términos de precios, puede llamarse muchas cosas, pero no exactamente “transitorias”.

Curiosamente, no han sido los bancos centrales los han puesto a los inversores en su sitio, en términos de cautela por los tipos de interés, sino el mencionado dato de empleo en EE.UU. que, si bien puede estar algo distorsionado por determinados aspectos metodológicos, resultó mucho mejor de lo esperado, con una creación de empleo de más de 500.000 puestos de trabajo, lo que significó una reducción del paro hasta el 3,4%. 

En otras palabras, un registro espectacular que no estaría nada en línea con una relajación que todos esperamos, en términos de crecimiento, de la economía norteamericana, que haga compatible la deseada moderación de los niveles de inflación.

Porque buena parte de la incertidumbre actual está derivando desde el ámbito de los precios hacia el importantísimo tema del crecimiento. En muchas ocasiones, la Reserva Federal ha hablado acerca de un más que posible “aterrizaje suave” de la economía, es decir una dinámica en la que las subidas de tipos provoquen una desaceleración económica, pero no una fuerte recesión. El problema de un dato como el de empleo pasado es que indica mucha más actividad de la prevista. 

Ello es un factor extraordinariamente relevante para seguir viendo a los precios en niveles elevados. Y, desde luego, no es ningún aliciente para que los bancos centrales piensen en bajar tipos. Irónicamente, por lo tanto, la macro ha dado la razón a Powell y Lagarde en sus mensajes de dureza. Al menos, de momento… Naturalmente, un grano no hace granero.

Debemos seguir monitorizando la evolución macroeconómica para discernir si, efectivamente, el crecimiento se mantiene alto, con lo que ello significa en términos de inflación o si, por el contrario, las subidas en el IPC y en los tipos tienen ese efecto de contención sobre la actividad económica, que todos esperamos y que, de hecho, buena parte del consenso de mercado comenzaba a dar por hecho. 

En ese sentido, los datos macroeconómicos que se vayan publicando, en particular los que afecten de manera especial a los precios, van a ser las principales causas de incertidumbre y, por tanto, de volatilidad para los mercados, por encima de cualquier otro aspecto… salvo alguna sorpresa inesperada (esperemos que positiva) en el ámbito geopolítico.

Los bonos mandan, las bolsas escuchan

Por todo ello, máxima atención en los próximos días. Como solemos decir, la renta fija va a ser la que marque la senda de la variable, en la medida en la que recoge, en términos de TIR, las inferencias sobre tipos de interés de las expectativas de inflación. 

En el caso de las bolsas, contraintuitivamente, una macro más fuerte puede suponer una corrección de las cotizaciones, en la medida que los inversores descuenten mayores endurecimientos de las políticas monetarias y, por ello, una mayor desaceleración futura del PIB. En todo caso, en este escenario, los sectores más value, significativamente los bancos, deberían hacerlo mejor que el growth…al menos hasta que se publiquen datos de morosidad. Por tanto, prudencia y buenas dosis de paciencia.

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