Cuaderno de venta

Días de furia en la política monetaria y el riesgo de pasarse de frenada

Las reuniones de la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) marcarán el paso a los mercados y las expectativas económicas en los próximos días con un panorama sombrío.

Jean Claude Trichet (i), Christine Lagarde (c) y Mario Draghi (d) posan en los actos del 25 aniversario del BCE.
Jean Claude Trichet (i), Christine Lagarde (c) y Mario Draghi (d) posan en el 25 aniversario del BCE.
BCE vía La Información

Salvo sorpresa, la Reserva Federal (Fed) finalizará este próximo miércoles el ciclo alcista de tipos de interés más agresivo y veloz en cuatro décadas. No será un punto y aparte, tampoco un punto y seguido, sino más bien puntos suspensivos. Jerome Powell no ha llegado a alcanzar a Paul Volcker, el destructor de la inflación (y de la economía) de EEUU que llevó los tipos del 10% al 20% entre agosto de 1979 y diciembre de 1980. Nadie quiere que se repita el error de pasarse de frenada como también le sucedió a Volcker. El jefe de la Fed con Jimmy Carter y Ronald Reagan controló la inflación a golpes y recuperó la credibilidad en la figura del banco central, pero más por miedo que por respeto tras dos años de salvajes recesiones.

Después de diez aumentos consecutivos y de levantar un muro de 525 puntos básicos, de 0 al 5,25%, en el tipo de financiación del banco central, la hora de la pausa ha llegado para Powell. Es el momento de tomarse un café, un té o, más bien, una tila para reflexionar. La lucha contra la inflación no ha terminado, pero las recesiones también pueden reactivarla por la destrucción de tejido productivo y oferta como se vio durante la pandemia de 2020, el germen del estallido inflacionista de 2021 y 2022. Además, el actual ajuste de tasas ha ido acompañado de una reducción de balance que va camino del billón de dólares a estas alturas de 2023. Esta doble restricción monetaria está siendo un rompepiernas financiero que puede generar una crisis fatal de un día para otro. De hecho, ya lo hemos visto.

Recuerden lo ocurrido el pasado marzo con la banca mediana en EEUU. De no ser por la rápida actuación de los bancos centrales reactivando la liquidez, ahora estaríamos hablando de una gran tragedia. Pese a la fortaleza del mercado laboral -señal de inflación para Powell-, la reciente moderación salarial, las tensiones inmobiliarias y en el crédito sugieren que hará una parada. Los efectos acumulativos de las subidas de tipos llegan con meses de retraso a la economía y los tipos reales, descontada la inflación, ya son positivos y lo serán aún más a lo largo de este verano. La tesis de una pausa ahora y otra posible subida de tipos en julio o en septiembre es lo más sensato. Es un buen ejemplo en su vecino Canadá. El banco central que dirige Tiff Macklem acaba de reanudar las subidas de tipos en junio después de cinco meses sin moverlos, precisamente, para medir bien los efectos de sus decisiones.

Con un escenario acusado de desinflación, demasiado rápido quizá por el desplome de los precios energéticos, el Banco Central Europeo (BCE) no puede permitirse equivocarse otra vez. Ya lo ha hecho desde la pandemia cuando dejó correr la inflación y tardó demasiado en reaccionar a la ola inflacionista que se había levantado en la pandemia, la crisis de suministros y de la energía. El ente que dirige Christine Lagarde subió los tipos en julio de 2022 por primera vez casi a regañadientes porque todos y cada uno de los bancos centrales del mundo, salvo Japón, le habían dejado atrás. El diagnóstico de una inflación transitoria fue un error.

Por eso ahora, después de siete subidas de tipos consecutivas hasta el 3,75%, no es el momento de volver a cometer el error de actuar a destiempo. Todo el mundo espera una nueva subida de tipos en la zona euro, hasta el 4%. La buena noticia es que la banquera francesa escucha y parece bien asesorada en esta ocasión pese a un pasado político que le ha restado credibilidad desde que tomó las riendas del eurobanco. Los gobernadores del BCE tienen además la referencia de Powell y la Fed. Lo que no puede ser es que el argumentario de 2022 que blandía Lagarde sobre la debilidad europea para justificar que no subiese tipos como el resto no sea ahora un argumento de peso para dejar de subirlos a partir de julio. 

A medida que la inflación general retrocede más y más hacia la zona del 2%, el riesgo de una subida de tipos que sobre y sea contraproducente es mayor que la recompensa de aguantar, esperar y ver. En la reciente celebración del 25 aniversario del BCE, Lagarde se ha visto las caras con Mario Draghi pero también con su compatriota Jean Claude Trichet, que en 2011 movió los tipos en el momento más inoportuno posible y cometió un error que marcó su legado. Si de algo sirve, esa equivocación puede ocurrir tan pronto como en julio si el BCE vuelve a señalar otro aumento de tipos en lugar de hacer una prudente parada.

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