Cuaderno de venta

Cuídate de los idus de marzo: SVB, Credit Suisse y la 'Nit del Foc' bancaria

Los días de buenos augurios de Roma pasaron a tener tintes de conspiración y asesinato con Julio César, al igual que está pasando en este marzo para el sector bancario una vez más: no es un buen mes para ser banquero.

La Noche de Fuego (Nit del Foc) de las fallas de Valencia.
La Noche de Fuego (Nit del Foc) de las fallas de Valencia.
EP

Se acaba de cumplir el 15 aniversario del domingo 16 de marzo en el que JP Morgan rescató Bear Stearns. Fue una compra a derribo antes de la quiebra (2 dólares por acción, 270 millones de dólares con canje de acciones), una solución necesaria orquestada por la Fed, que endulzó la operación para el comprador con 30.000 millones de dólares en liquidez para financiar los activos ilíquidos que tenían los osos de la banca inversión. Representó la primera gran traca de la crisis 'subprime' de 2008, que ya venía coleando desde el año anterior entre la renta fija y el sector inmobiliario, debería pasar a la historia como la gran oportunidad perdida para haber cortado de raíz el escenario de terror que vendría seis meses después.

En septiembre, el Gobierno nacionalizó las agencias hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae, y se organizó la gran cadena de rescates en la gran banca de Wall Street: Bank of America absorbió Merrill Lynch, Warren Buffett invirtió miles de millones en Goldman Sachs y el nipón Mitsubishi UFJ Financial apuntaló el capital de Morgan Stanley... Solo hubo una excepción: nadie llegó a tiempo a salvar a Lehman Brothers pese a que algunos lo intentaron hasta el último momento. La lección de aquellos días es que no se puede dejar caer a un banco de ese calibre por los efectos expansivos que tiene sobre depositantes, inversores, empresas, hogares y la economía en general. La fuerza del golpe está directamente relacionada con el tamaño.

El mejor momento para atajar una crisis bancaria es antes de que se produzca. Para prevenirlas existe una disciplina un tanto oscura y kafkiana que es la regulación. Pese a ello, a veces, pueden ocurrir accidentes como el del Silicon Valley Bank (SVB Financial). Pasó de ser uno de los bancos más reputados y sólidos en California, a implosionar en cuestión de días. Reuters desgranaba estos días como fermentó el desastre que acabó con un ataque de histeria y avaricia que da para una serie de Netflix. 

Días antes del desastre, el SVB recurrió a Goldman Sachs para vender más de 20.000 millones de dólares de su cartera de bonos de deuda pública con los que dar liquidez a la salida de depósitos de grandes clientes. La venta acarreaba 1.800 millones en pérdidas pero Goldman planteó en paralelo para la entidad una ampliación de capital de 2.200 millones que falló con estrépito en el mercado. De ahí al ‘bank run’ (corrida bancaria) que exacerbaron algunos grandes fondos de capital riesgo y multimillonarios al recomendar a sus participadas que acudiesen al banco a sacar su dinero. La Fed y la SEC se han vestido de Sherlock Holmes y Dr. Watson al detectar indicios de algún tipos de delito en lo ocurrido. Solo tienen que seguir el rastro del dinero.

Prendida la mecha de la desconfianza, lo que hemos visto esta semana es el efecto expansivo de los comparables. Si A está mal, ¿cómo estará B? En la lista de damnificados están todos los bancos pequeños y medianos de EEUU. El First Republic Bank, con un tamaño similar al de SVB (el equivalente a un Sabadell en el contexto de Europa), ha recibido una medicina distinta por parte de los reguladores porque la solución del SVB ha dejado un perfume a escándalo político en ciernes: los accionistas y bonistas pierden, pero los ricos depositantes de la entidad han preservado su dinero.

La FDIC, el Tesoro y el FROB han apadrinado una inyección de 30.000 millones de dólares en depósitos desde los 11 grandes bancos de EEUU, que en función de sus posibilidades han participado con ‘módicas’ aportaciones de 5.000, 2.500 y 1.000 millones de dólares. La medida parece un parche temporal pero traslada un mensaje: el sector va a jugar en equipo esta vez, a diferencia de lo ocurrido en 2008 cuando las cuchilladas entre banqueros eran lo habitual como el muerte de Julio César a manos de los senadores en el drama de Shakespeare. El general-emperador hace caso omiso de la advertencia tiempo atrás de un adivino: "Cuídate de los idus de marzo"

La fusión a la fuerza de UBS y Credit Suisse

La casualidad ha querido que en plena ‘Noche de Fuego’ (Nit del foc) de las Fallas, en la que se queman auténticas obras de arte por las calles y plazas valencianas, Suiza se juegue su futuro como país y potencia económica en el rescate a contrarreloj de Credit Suisse. Los rituales del fuego siempre hacen referencia a la renovación, la quema de lo viejo y lo malo para la purificación. El caso en cuestión es radicalmente distinto a lo sucedido en EEUU, aunque los efectos son los mismos: desconfianza, salida de depósitos e inestabilidad en el sector.  Los suizos deben pasar esta noche ante las llamas para limpiar de una vez por todas el problema reputacional de Credit Suisse.

Lo cierto es que la emblemática marca helvética es que lleva más de dos años dando señales de que se iba a ir al otro barrio. Desde los escándalos de blanqueo, el cuidado a clientes con dinero de dudosa procedencia o la financiación apalancada a ‘hedge funds’ y firmas que han protagonizado le han convertido en un banco de alto riesgo. La gobernanza y los controles han fallado de forma evidente, de modo que el problema debe ser compartido por el Gobierno, el banco central suizo SNB y el supervisor Finma. El primer intento de apagar el incendio del banco con un manguerazo de liquidez de más de 50.000 millones no ha funcionado. Se necesita hacer más.

La solución en la que se trabaja a toda máquina desde el viernes es que su rival UBS se coma a Credit Suisse, aunque no de cualquier manera. Debe servir para trasladar un potente mensaje de confianza y solución definitiva. El troceo de sus activos, la segregación de su banca de inversión (antigua First Boston) en Wall Street o el borrado de cualquier rastro de incertidumbre sobre la marcha de la entidad, sus prácticas bancarias o del accionariado después de que este haya pasado al control de Arabia Saudí. Además, el rescate-compra debe cerrarse a un precio suficiente para que todas las partes salgan bien paradas. No puede repetirse un caso como el SVB en el que los propietarios lo pierden todo porque el 'crash' bursátil y la desbandada de los accionariados de la banca estaría servida.

Proforma, con datos a cierre de 2022, el nuevo banco tendría un perímetro de activos de 1,6 billones de euros, equivalente al tamaño del Santander, con una capitalización bursátil de 68.000 millones de euros, un volumen de depósitos de 726.000 millones, 647.00 millones en prestamos y un margen de intereses (diferencia entre lo que paga por depósitos y la financiación en el mercado, frente a lo que cobra por prestar) se elevaría hasta casi 49.000 millones. Un gigante en la escena bancaria con todo el poder en el sector en Suiza, pero también en otras áreas como Six Group/BME, el dueño de las Bolsas de Zurich, Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia

De ser así, UBS pagará los platos rotos de Credit Suisse con una oferta millonaria, eso sí, con un descuento de más del 70% respecto a la misma operación que se planteó en 2020 o 2021. Ahora más de 7.000 millones en bolsa. Tampoco se puede negar a ello. El 15 de octubre de 2008 fue UBS el rescatado por el banco central SNB con una inyección de capital con dinero público y medidas de liquidez adicionales. Credit Suisse rechazó someterse a aquel rescate y optó la vía privada al incorporar al fondo de Catar como accionista de referencia en una ampliación de 10.00 millones de euros. Las trayectorias de uno y otro evidencian aciertos y errores de cada uno.

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