Cuaderno de venta

Dolor en la recuperación, olor a quiebra

Hacienda estrecha el cerco sobre los fraudes con empresas inactivas
Miles de comercios no volverán a levantar la persiana tras la crisis del Covid-19
EFE

Retrasos, opacidad, inoperancia, inexplicada e inexplicable lentitud... Pese a todo, el programa de vacunación está marcando la hora más esperada: el principio del fin de la crisis sanitaria del Covid-19. La meta de la inmunización está cerca. Con ella, las desescaladas, las reaperturas y, quizá, la nueva normalidad. ¿Y la recuperación de la economía? Ese es otro cantar aunque lleguen las buenas noticias en forma de crecimientos disparatados del PIB, IPC, exportaciones, importaciones....

Se han usado todo tipo de metáforas para describir lo ocurrido en la Gran Reclusión de 2020. Desde el coma inducido a la hibernación o la congelación económica. Quizá la más acertada sea esta última por los efectos colaterales que deja una época de represión sobre el consumo y aumento del ahorro. Las expectativas de su desembalse a lo largo de 2021 alimentan la esperanza de una rápida recuperación. Pero no todo es de color de rosa. Algunas partes de la economía se han congelado hasta el punto de no retorno y hay que 'amputar', aunque sea una decisión difícil.

El Gobierno, de momento, no está por la labor de afrontar esa realidad porque estos días se analiza el balance de su primer año gestionando la crisis del Covid-19. El próximo 14 de marzo, aniversario del primer estado de alarma, finaliza la moratoria concursal en España, una medida extraordinaria que ha permitido a empresas insolventes mantener su actividad o engancharse a los ERTEs sin la obligación de declararse en concurso de acreedores. Este nuevo aplazamiento, el tercero en el último año, solo supone dar una patada hacia adelante al gran problema que afronta la economía española en la actualidad: la ola de quiebras, bancarrotas y suspensiones de pagos que están haciendo cola virtual en los juzgados.

Durante la crisis, el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias puso el foco en proteger el contenido (asalariados) con los sistemas de ERTEs, restricción al despido y el seguro de protección por desempleo. Sin embargo, no demostró la misma energía en proteger al continente (empresas) de un escenario salvaje de 'cero ingresos' en el que la única salida era el endeudamiento. El resultado es que miles de empleados no podrán salir de sus ERTEs y volver a sus puestos de trabajo porque sus empresas son inviables. La estrategia se ha demostrado como un error. Es como si ante el incendio de una casa nos centramos en apagar De hecho, el Gobierno quiere enmendarlo con el misterioso paquete de ayudas directas por valor de 11.000 millones de euros que todavía está por definir pese a que lo anunció el presidente Sánchez, esta vez sin apisonadora.

No solo es el turismo. No son solo bares o restaurantes. Es el pequeño comercio o autónomos de múltiples actividades que han quedado como los grandes olvidados de la crisis. Ponerse en pie con los 'huesos rotos' parece misión imposible para muchos empresarios tras haberse sobreendeudado. El tormento es mayor si añadimos subidas de impuestos. Para más inri, los políticos les pedirán que lideren la reactivación y creación de empleo. La recuperación será de lo más dolorosa para el empresario, en especial, viendo como el Gobierno centra el foco en lo público y abandona a quienes alimentan las cuentas públicas de las que dependen casi 20 millones de personas entre funcionarios, empleados públicos, pensionistas, parados...

Volver al nivel de empleo prepandemia es misión dificilísima a corto y medio plazo, pero será imposible si no hay un apoyo explícito a la actividad empresarial. El gobernador de la Fed, Jay Powell, no deja de repetirlo: se está muy lejos de completar la tarea pero todo dependerá de la salud de las empresas. También lo hacen los múltiples responsables del Banco Central Europeo (BCE). Tampoco ayudarán las tensiones sobre la estabilidad de precios -aquello del coste de la vida- que comienzan a colear en la economía. Están a punto de infligir un nuevo revés a las empresas por dos vías: reducción de márgenes de negocio y aumento de los costes de financiación por el efecto que tiene la inflación en las expectativas de tipos de interés. Pero esa es otra historia no exenta de dólor económico.

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