Cuaderno de venta

La semilla del mal en el déficit y el final del 'modo rescate' del BCE con la deuda

Lagarde ha pasado de advertir a exigir que los gobiernos eliminen sus medidas de apoyo fiscal por su efecto inflacionista, cuadren sus cuentas para evitar el déficit y comiencen a reducir su deuda pública

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE).
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE).
BCE vía La Información

Luis Caputo, nuevo ministro de Economía con Javier Milei, ha anunciado el primer paquete de medidas de urgencia para frenar la crisis económica que está devastando a su población. Su intervención tuvo una introducción de 10 minutos que es oro puro. Tan recomendable es como material educativo como obligatorio debiera ser para cualquier cargo político en activo o activista con aspiraciones de serlo.  No es una brillante alocución pero es clara, honesta y a pecho descubierto. Cuando se está perdido, la verdad sale de manera natural. Es economía pero es la vida y vacuna contra la política del engaño de gobernantes sin escrúpulos. Caputo explica aquí -solo para quien quiera escuchar- por qué su país está como está y por qué tu país puede llegar a estarlo por culpa de políticos que buscan el poder a cualquier precio, por puro interés personal y que no dudan en mentir, embaucar y estafar.

Resumiéndole, que es gerundio, Argentina está inmersa en una super-inflación del 300% anual y a las puertas una hiperinflación del 15.000% anual que promete elevar la tasa de pobreza del 50% al 90%, tal cual. Solo los venezolanos y zimbaueses han vivido en sus carnes ese infierno de manera reciente. Afortunadamente, el resto tenemos que imaginarlo. Importando el ejemplo que da Caputo: ¿qué haría usted si un litro de leche le costase hoy 1 euro y más de 15.000 euros en la Navidad de 2024? Lo importante de ese lamento televisado viene a cuento por el diagnóstico que realiza. Habitualmente, la población achaca el problema a la inflación, la deuda o la devaluación continúa del del peso, pero Caputo recuerda que son solo las consecuencias. La causa y la semilla del mal está en el déficit público. Solo atacando la raíz del problema se podrá poner fin a su crisis cuasi-permanente.

Los sucesivos gobiernos de Argentina han entrado en déficit fiscal (gastar más de lo que ingresan) y para financiarlo recurrían al endeudamiento y la emisión de moneda. La historia les debería sonar ya como propia. De ese modo, el déficit se convierte en deuda a largo plazo que genera cada vez un mayor coste y comienza a pesar sobre la divisa. Llega un punto en el que el coste de esa financiación es demasiado elevado -o no hay inversores dispuestos a prestar su dinero- que el gobierno decide intervenir sobre el banco central y que imprima más moneda para cubrir el déficit. Lógicamente, al crearse más divisa, cada vez vale menos frente a otras monedas extranjeras y se importa inflación desde el exterior, a la vez que se siembra una poderosa presión interna sobre los precios. Se genera un círculo vicioso del que es cada vez más difícil salir porque el déficit es parte del programa político y que el banco central se haga cargo también. Caputo (ex JPMorgan o Deutsche Bank) sabe de lo que habla. Además de alto cargo político fue presidente del BCRA.

"Alentamos firmemente la reducción de la deuda soberana. Señalamos que es necesario revertir las medidas fiscales y reducir la deuda". Lagarde (BCE)

El BCE toca la campana del ajuste fiscal

Afortunadamente, la situación en España y sus autonomías es radicalmente a la de Argentina porque estamos 'dolarizados', o mejor dicho, 'eurizados' desde que en 1999 se enterró la peseta para adoptar el euro como divisa de curso legal. A la vez se cedió la soberanía monetaria a un organismo llamado Banco Central Europeo (BCE) que toma las decisiones sobre tipos pero también es el encargado de abrir o cerrar el grifo de la moneda. Desde que estalló la pandemia en 2020, el organismo que preside Christine Lagarde abrió las compuertas del euro para financiar los gigantescos déficits públicos de los gobiernos europeos, con España a la cabeza, al tiempo que se iba quedando con parte de la nueva deuda emitida. Actualmente, el BCE controla más de 400.000 millones de euros de la deuda pública española, casi un tercio del total. Es el doble que antes de la pandemia y diez veces más que hace ocho años cuando Mario Draghi puso en marcha el primer programa de compra de deuda pública (APP) para estimular la inflación, evitar la recesión y poner coto a las primas de riesgo de países cada vez más vulnerables como Italia o España. Como saben, el apuro ahora es el contrario: inflación y el riesgo de que arraigue.

Esa asistencia financiera del banco central que sigue activa, no deja de ser un rescate del banco central para aquellos países que no cuadran sus cuentas y pueden tener dificultades para emitir a precios razonables frente a sus pares europeos. Se preguntarán, ¿por qué sucede? Pues ya lo saben, el déficit público es el origen de todos los problemas que vienen después. Con la deuda creciendo sin parar -el último registro de 1,57 billones de euros en España marca un nuevo récord histórico-, el apetito inversor se vuelve más exigente con aquellos gobiernos que peor tratan las cuentas públicas. Es la misma historia que lo sucedido entre 2010 y 2012, solo que aquella experiencia impulsó en 2020 a adoptar una solución diferente: un bazuca (PEPP o programa de compras pandémicas) que compra deuda a discreción. 

Sin nombrar a Calviño o Sánchez, la falta de acuerdo para el regreso las reglas fiscales (déficit público, deuda...) durante la presidencia española de la UE está generando inquietud en Europa y las palabras de Lagarde transmiten, cuando menos, urgencia.

La mala noticia de todo esto es que el BCE ha puesto fecha para el final de las compras del PEPP, que todavía sigue reinvirtiendo reembolsos y rendimientos de la gigantesca cartera de deuda acumulada de 1,8 billones de euros. Lagarde dijo que a partir de julio comenzarán a reducir a un ritmo de -7.500 millones de euros al mes ese 'fondo' que ponía las cosas fáciles a los Tesoros europeos. Si tenemos en cuenta que el otro programa del banco central, el APP (2015), está reduciendo de su cartera a ritmo de 25.000 millones al mes, la proyección a un año vista supera los -600.000 millones de euros. De momento, no hay ventas pero esas no-compras son hace un poco más difícil al emisor la tarea de financiarse en los mercados.

Que el BCE se ha puesto duro lo saben y lo han sufrido los hogares con hipoteca y empresas con deuda, que han visto como el Euríbor levantaba un muro vertical, el más rápido de su historia, desde el -0,5% al 4,2% en un lapso de apenas año y medio. Quienes todavía no lo han sufrido son los gobiernos que siguen gozando de esa ayudita del banco central. Lagarde ha llamado a los gobiernos a que cuadren sus cuentas porque en 2024 lo van a tener más complicado. Además, les recuerda que sus ayudas fiscales son inflacionistas para la economía. El mensaje es claro: el BCE se retira de escena. Desde el instituto emisor se ha exigido a los gobiernos, sin mencionar a ninguno pero acordándose de Pedro Sánchez y Nadia Calviño, que las rebajas fiscales en los precios de la energía "resultan injustificables" con los actuales precios del gas o del petróleo y "deben retirarse por completo". 

Siempre sin nombrar a España, el tono de Lagarde ha cambiado desde deslizar indirectas y recomendaciones hacia el reparto de directas, exigencias y reprimendas: "Alentamos firmemente la reducción de la deuda soberana. Señalamos que es necesario revertir las medidas fiscales y reducir la deuda. Y hacemos otra observación, que como habrán notado porque son habituales de estas declaraciones de política monetaria: hemos cambiado el lenguaje sobre las reformas estructurales. Y lo hemos hecho porque percibimos y tememos un nivel de dilación a la hora de alcanzar un acuerdo para cerrar algunos de los expedientes técnicos, que han estado pendientes durante demasiado tiempo y que son críticos para apoyar la competitividad de la zona del euro", aseguró. Sin nombrar a Calviño o Sánchez, la falta de acuerdo para el regreso las reglas fiscales (déficit público, deuda...) durante la presidencia española de la UE está generando inquietud en Europa y las palabras de Lagarde transmiten, cuando menos, algo de sensación de urgencia.

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