En la frontera

El mito que no sucederá: 'los locos 20' de la era postcovid

Sociólogos y economistas predicen la vuelta de los locos años 20 en cuanto la Covid 19 pase de la categoría de pesadilla terrorífica a amenaza con la que se puede convivir.

Terrazas en Barcelona
Terrazas en Barcelona
EFE

Los sabios dicen que todas las plagas son iguales. Está en la Biblia. En el ser humano provocan siempre la misma respuesta: aislamiento social, miedo, superstición, colapso de la economía, dolor y tristeza. Cuando la peste pasa, también sucede lo mismo. Vuelve la euforia, el dinero corre, la humanidad recupera el ansia de diversión y la natalidad crece. La Historia parece acelerarse. Con esa lógica, sociólogos y economistas predicen la vuelta de los locos años 20, los de entreguerras del siglo XX, en cuanto la Covid 19 pase de la categoría de pesadilla terrorífica a amenaza con la que se puede convivir.

Viviremos años de recuperación económica y nuevas oportunidades, sostienen pensadores como Nicholas A. Christakis, reputado catedrático en Yale. Christakis pone la fecha de inicio de la feliz postpandemia en el año 2024. La promesa no se cumplirá. No para todos. Los países más castigados por la crisis económica y el aumento de las desigualdades sociales –pongamos por caso España- no van a vivir los felices 20. La década se agotará, con suerte, en la búsqueda de la normalidad social y la corrección de los desequilibrios de las cuentas públicas.

Lo dice ESADE, la prestigiosa escuela internacional de negocios y prospectiva económica. Las economías del sur de Europa, de las que forma parte España “carecen de los anticuerpos económicos para evitar una larga crisis asimétrica”. La razón es simple: tienen una profunda dependencia económica de servicios como el turismo, la actividad definida como de “bajo valor añadido” que le costó la lapidación pública al ministro de Consumo Alberto Garzón. Los que más sufrirán serán, de nuevo, las generaciones más jóvenes, también más desprotegidas. Las generaciones de la doble crisis, según la califica ESADE.

En los años 90, tras la caída del Muro de Berlín, también se desató la euforia y el optimismo.

Una buena manera de conjurar los riesgos futuros es no olvidar el pasado. En los años 90 , tras la caída del Muro de Berlín, también se desató la euforia y el optimismo. Entonces, como ahora, se adivinaban tiempos de vino y flores. La economía intuía una prosperidad constante y la globalización tomaba tintes de bendición mundial. Ni siquiera tenía demasiado sentido la división entre izquierda y derecha. Tanto optimismo tenía fecha de caducidad. Ramón González Ferriz (La Trampa del Optimismo) relata bien cómo el optimismo se convirtió en una incubadora de desastres: en España, el inicio de la burbuja inmobiliaria y en EE UU la gran siembra de las hipotecas subprime que acabarían por estallar en 2008.

La incertidumbre de la recuperación se cierne sobre todo en los jóvenes. El economista José Moisés Martín Carretero ha colocado el foco con precisión en un artículo reciente: se trata de profesionales nacidos en los 80 y en los 90, que iniciaron su andadura en plena crisis financiera; trabajadores que hoy tienen 30 años y cobran 12.000 euros anuales menos de lo que cobraba la generación anterior a su misma edad. Para ellos es posible que no haya locos años 20 tras la pandemia.

Tras la crisis de 2008, se dijo que esta había sido una crisis única en una generación. Que pronto las cosas mejorarían. La Covid 19 ha destruido la expectativa. Hasta tal punto que si no se actúa de forma decidida para taponar brechas, los próximos lustros en España pueden ser espantosos. Circulan muchas recetas. El trabajo de ESADE sobre la generación de la doble crisis maneja cuatro: “un mercado laboral no dualizado, flexi-seguro y centrado en la construcción de capital humano; garantizar la posibilidad de formar una familia; un sistema de protección social sostenible y un estado del bienestar orientado a igualar oportunidades”.

Antes de que la recuperación del turismo genere un espejismo peligroso, el país debería afrontar los problemas de fondo.

Las propuestas tienen buena apariencia, aunque “mercado laboral no dualizado” y “flexi-seguro” suenan a eufemismos ya debatidos –y sufridos- en España con la reforma laboral que acogota a muchos jóvenes. Antes de que la recuperación del turismo se convierta en un espejismo peligroso, el país debería afrontar los problemas de fondo. Los que realmente afectan a su productividad: el pequeño tamaño de las empresas, la escasa inversión en nuevas tecnologías y formación y un mercado laboral que gira en torno a la temporalidad. Sin resolver esos agujeros, no habrá locos años 20. Ni cuerdos. Sólo tristes.

La historia se puede repetir. En el periodo de entreguerras, la euforia fue por barrios. Mientras en el viejo continente la prioridad era suturar heridas y cubrir los horrores de Verdún, el Somme o Ypres, en EE UU crecía la gran promesa, el ‘American Dream’. Locos años de Chaplin, Mickey Mouse, y héroes Marvel, pero también años locos en los que se fundó el partido nazi y Mussolini marchó sobre Roma. Conviene estar alerta. Y tomar decisiones para no mantener el país en las peores marcas de desempleo, temporalidad y desprecio a la juventud.

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