En la frontera

No carguen contra los jóvenes: son los pianistas de la pandemia

Se responsabiliza al colectivo de menor edad de la expansión del virus por la suma de irresponsabilidad, desinformación y egoísmo. Es injusto.

Voluntarios universitarios de Fundación Mutua Madrileña
Los jóvenes han ayudado a los colectivos más afectados por la pandemia.
FMM

Aitor Arozamena, pianista y compositor, cuenta en su blog una buena historia sobre el origen de la expresión “No disparen al pianista”, una recomendación colgada en bares y cantinas de poblados sin ley de EE UU en el XIX. Se colocaba en las paredes de antros donde se mezclaban en proporciones peligrosas el whisky, un presente difícil y un futuro incierto. Un cóctel tan explosivo como el actual. Cuando la mezcla estallaba, a menudo pagaba el más inocente. La crisis desatada en España por la pandemia ha convertido a los jóvenes en los pianistas del “Saloon” social.  Es el colectivo al que se responsabiliza de la expansión del virus por una suma de irresponsabilidad, desinformación y egoísmo. Y es injusto.

La demonización de los jóvenes, por insolidarios y despreocupados, olvida que la ola de la Covid 19  castiga sobre todo a los mismos que ya fueron sacrificados hace una década. Sufren de nuevo porque se han aplazado oposiciones, se han suspendido contratos de aprendizaje y no hay nuevos empleos para ellos. Aspiran a un puesto de trabajo digno, pero el presente es difícil y el futuro incierto, como en el Far West.

En la útima Encuesta de Población Activa (EPA de septiembre), la tasa de paro entre los menores de 25 años superó el 40% y el número de jóvenes sin empleo aumentó en 112.200 personas, un 22% más que en el trimestre anterior. Es la cifra más alta en cuatro años. El colectivo al que se dirigen más críticas es el que va a soportar, además, las consecuencias del endeudamiento provocado por la crisis. Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE), la deuda pública aumentará en 17 billones de euros este año en los 37 países ricos de este club. La deuda media subirá hasta el 137% del PIB. Es otra carga para los más castigados. Otro disparo al pianista.

La crisis se ceba en las actividades donde más mujeres y menores de 35 años trabajan.

El Banco de España ha adelantado en sus informes que la crisis, tan profunda que puede causar "daños persistentes", se va a cebar sobre todo en hostelería, el comercio, la educación, las actividades artísticas y las recreativas. Justo donde más mujeres y menores de 35 años trabajan. España tiene un problema de baja productividad por el pequeño tamaño de las empresas, la escasa inversión en nuevas tecnologías y formación y  la temporalidad. Tres cruces que merman el futuro de los jóvenes.

Durante años se ha atribuido la elevada tasa de paro entre la juventud a la rigidez del mercado de trabajo. Como muchas de las cosas que afectan al colectivo, parte de una teoría discutible. En realidad, España es un caso único en el mundo por lo contrario. La economía española es flexible como una goma. Crea empleo como una locomotora en tiempos de bonanza y destruye puestos de trabajo a velocidad de vértigo cuando vienen las duras. Si los jóvenes sufren la crisis más que nadie no es precisamente por la rigidez del mercado de trabajo.

El informe del Consejo de la Juventud de España (CJE)  sobre la situación de los jóvenes -Observatorio de la Emancipación- debería ser un buen cartel contra la crítica fácil. Solo el 18,6% de las personas entre 16 y 29 años viven en una residencia distinta a sus hogares de origen. Es la cifra más baja en 17 años. Son las consecuencias, entre otras, de las 17 reformas laborales aplicadas desde 1980.

Las viviendas accesibles para los jóvenes tienen poco más de 25 metros cuadrados de superficie.

Para un joven de entre 16 y 29 años alquilar un apartamento sin compartir es inalcanzable. Supondría, en caso de que tuviera empleo, el 94% de su sueldo. Hasta finales de 2011 el porcentaje había permanecido siempre por debajo del 60%. Y las viviendas accesibles para las personas en esa franja de edad tienen poco más de 25 metros cuadrados de superficie.

Con precios de alquiler elevados, los jóvenes se enfrentan a un mercado de oferta reducida porque en los años de bonanza se construyó únicamente para la venta. En medio siglo, según expertos como Julio Rodríguez, se construyeron más de siete millones de viviendas de protección oficial. Pero se han vendido. No están disponibles. El parque social de viviendas de alquiler es prácticamente inexistente en España. Sin empleo, sin posibilidades de emancipación y con un presente marcado por las prohibiciones y confinamientos, la mayoría de los jóvenes están dando pruebas de madurez y responsabilidad. Lo dicho, no disparen al pianista.

Mostrar comentarios