Por los propietarios

Tensión en Barcelona: uno de cada dos inquilinos ha sufrido acoso inmobiliario

El 50% de los encuestados han citado como causa de los agravios la negativa a arreglar o reparar deterioros importantes por parte de los dueños de sus inmuebles.

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Tensión en Barcelona: uno de cada dos inquilinos ha sufrido acoso inmobiliario.
Nerea de Bilbao (Infografía)

Uno de cada dos inquilinos dice haber sufrido algún tipo de acoso inmobiliario en el área de Barcelona, donde el precio medio del alquiler es de unos 879 euros, y ocho de cada diez arrendatarios hacen un sobreesfuerzo para pagar la renta, a la que destinan más del 30% de sus ingresos.

Así concluye el estudio "Impactos sociales del mercado de alquiler" que han presentado este martes en rueda de prensa la Agencia de Salud Pública de Barcelona, el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la UAB, el Sindicato de Inquilinos y La Hidra Cooperativa en base a una encuesta realizada a más de 2.000 personas del área metropolitana de Barcelona.

El informe, con datos de 2014 a 2019, apunta que la mitad de los inquilinos asegura haber sido víctima de algún tipo de asedio inmobiliario por parte del propietario del inmueble en el que vive, generalmente (en el 50% de los casos) por la negativa a arreglar o reparar deterioros importantes.

En otros casos, el acoso se materializa en el abandono de la escalera o las zonas comunes para causar molestias a los arrendatarios (12,8%), en amenazas, engaños y presiones psicológicas (11,3%) o en el aumento ilegal del precio del alquiler durante el contrato (8,4%).

Por otro lado, un 80% de los inquilinos sufre "estrés financiero" medio o alto, puesto que destina más del 30% de sus ingresos a pagar el alquiler, mientras que el 29% llega a utilizar más de la mitad de sus ganancias para abonar la renta, ello a pesar de que la mayoría de encuestados tiene trabajos cualificados, estudios superiores o universitarios y una media de edad de 38 años.

Asimismo, apunta el estudio, una de cada dos mudanzas es en realidad un "desahucio invisible", puesto que los inquilinos se marchan porque se sienten "expulsados", ya sea porque la vivienda está en condiciones deficientes, porque el propietario no quiere renovar el contrato de alquiler, por la ausencia del mismo o por la imposibilidad de hacer frente al incremento de la renta.

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