El regreso al confinamiento perimetral

Los Wuhan de Andalucía: diez pueblos que no frenan el avance del coronavirus

Botellones, fiestas, jóvenes... Una ecuación que impide frenar la expansión del coronavirus en varios municipios que vuelven al confinamiento severo y en los que ahora se teme la entrada de la cepa india.

Efe
Las Wuhan del Guadalquivir: los pueblos que no consiguen frenar el coronavirus
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La evolución de la pandemia invita al optimismo. En Extremadura, Murcia, Navarra, La Rioja, Ceuta o Melilla no ha habido ninguna muerte por Covid-19 durante la última semana. La vacunación avanza a buen ritmo mientras la incidencia acumulada a catorce días ya está por debajo de los 100 casos por cada 100.000 habitantes (concretamente en 96,64) en el conjunto de España. Todas las comunidades autónomas mantienen una incidencia que se aleja poco a poco de la barrera de los 200 casos. Andalucía (177,39), La Rioja (155,35), País Vasco (126,64) y Navarra (108,14) son las que menos pueden permitirse bajar la guardia, mientras que Ceuta (36,82), Comunidad Valenciana (39,53) y Baleares (40,03) presentan los datos más positivos. Pero algunos pueblos, principalmente en municipios andaluces, siguen cosechando derrotas en la lucha contra el coronavirus. Allí vuelven a escucharse términos propios de una pasado cercano, como "confinamiento perimetral". 

La situación es particularmente grave en diez municipios de Andalucía con una incidencia acumulada que supera los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes en los catorce últimos días. Chercos (Almería), Algar (Cádiz); Villanueva del Rey (Córdoba), Lanteira, Arenas del Rey y Zagra (Granada), Cortelazor (Huelva); Navas de San Juan (Jaén) y las poblaciones sevillanas de Herrera (con una IA de 1.113,9) y Cantillana (1.089). La situación en estos dos últimos municipios ha empujado a la Junta a pedir al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que avale su confinamiento y el cierre de toda actividad no esencial desde este viernes. Vuelven así a la situación de marzo de 2020.

"Somos unos irresponsables... Parece que queremos que cambien el nombre de pueblo de Cantillana a El Wuhan del Guadalquivir", critica Pedro, dueño de un bar en este pueblo sevillano, quien se prepara para volver cerrar su negocio. "Otra vez... Vuelta a la ruina", dice, resignado. Mientras los 10.000 habitantes de Cantillana se preparan para el confinamiento perimetral, en la cercana población de Herrera se vive una situación similar. En el Ayuntamiento de esta localidad, célebre por la calidad de su aceite, se asume ya el confinamiento de unas 6.500 personas, entre las que hay 72 casos activos a día de hoy. "A la vista de los datos, cada vez más alarmantes, la prohibición de toda actividad no esencial está plenamente justificada. Tenemos que evitar aglomeraciones, fiestas y reuniones sin medidas de precaución. En la medida de lo posible manténganse en sus hogares y eviten contactos innecesarios. Hay demasiada gente sufriendo", dicen desde el Consistorio.

El cierre de toda actividad no esencial supondrá, sin duda, un nuevo golpe a la economía de estos dos pueblos sevillanos, que tienen una tasa de paro del 14% (Herrera) y del 18,3% (Cantillana). "Me pregunto quién controla las reuniones porque el Ayuntamiento no ha impuesto medidas. El cierre no sirve de nada si hay personas que se van a Sevilla de fiesta, a la playa, y siguen reuniéndose con sus amistades o haciendo botellón en zonas alejadas del pueblo. El cierre se impone a los negocios con el control de aforos y el resto de medidas restrictivas que ahora pagamos los platos rotos porque las cosas se han hecho mal. Todos los empresarios y dueños de negocios deberíamos ponernos firmes y abrir", dice Virgina Rodríguez, de Cantillana y arquitecta de interiores con un negocio propio, Interiorismo LoBo. Mientras, en Herrera, no pocos vecinos exigen mano dura contra botellones y fiestas. "Esto se veía venir. Seguimos dejando a la gente amontonarse en las terrazas sin mascarillas, a los jóvenes celebrar botellones... Y ahora todos nos veremos afectados. Hace falta mano dura, cerrar terrazas, impedir los botellones y todo lo que sea necesario. Si no, esto nunca va a mejorar", se queja J.G.B. 

La situación en otras poblaciones españolas con una tasa de contagios preocupante no es tan alarmante como la de estas dos localidades sevillanas, pero deja claro también que allí todavía no se ha derrotado al coronavirus. Es el caso de Medina del Campo (Valladolid), con una incidencia acumulada de 249 casos casos por 100.000 habitantes, que duplica la media de la provincia y de Castilla y León. Una localidad que, pese a sus situación epidemiológica, acaba de celebrar su 'Feria chica' o Feria de San Antonio. Pese a la evolución negativa de las cifras, la Junta no ha planteado el cierre perimetral del municipio o de sus negocios porque en esta localidad de 20.500 habitantes "los casos están acotados y las cuarentenas y aislamientos se están cumpliendo", señala la consejera de Sanidad.

Fiestas, jóvenes y... ¿cepa india?

En todas estas localidades que todavía no han logrado derrotar al virus hay una premisa que se repite: jóvenes, fiestas y botellones. Y sobre alguna de ellas pende la espada de Damocles de la temida cepa india. Es el caso de Zalla, Bizkaia, una población de 8.400 habitantes que es el único municipio de Euskadi que continúa en 'zona roja' de contagios y con fuertes restricciones. La tasa de incidencia acumulada se sitúa en 462,03 casos y esta semana ha sumado 15 nuevos positivos. Es más, el Gobierno vasco ha realizado un cribado masivo en el Colegio de los Maristas de la localidad ante la sospecha de que la cepa india -36 casos confirmados en toda la región- esté detrás de la alta incidencia. Solo un profesor dio positivo en el colegio. Eso sí, el Departamento de Salud del Ejecutivo de Urkullu no ha aclarado si se trata de la variante india, mucho más contagiosa.

En Arnedo (La Rioja), la incidencia acumulada ha subido hasta los 460 casos debido a un brote "originado en fiestas de fin de curso" que ha provocado al menos 18 nuevos positivos y 46 contactos estrechos, según las autoridades sanitarias de la Comunidad. En otros pueblos como Castro Urdiales (Cantabria), los vecinos están indignados por la invasión de jóvenes del País Vasco que se produce cada fin de semana. Jóvenes que ‘huyen’ de las mayores restricciones que hay en su Comunidad y que convierten cada fin de semana la localidad castreña en un "inmenso botellón". El Gobierno cántabro no duda de que habrá un "fuerte repunte" de casos en Castro Urdiales -con una IA de 69 casos- debido a la "mayor interacción social". 

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