Fuerte recorte en el informe trimestral

El BdE asesta el golpe final al optimismo de Calviño: hunde el PIB al 4,5% en 2021

El organismo rebaja las previsiones de crecimiento para este año y el próximo y retrasa la recuperación del nivel precrisis a 2023, mientras dibuja una escalada de los precios aún superior en 2022 que este ejercicio.

Fotografía de Hernández de Cos con Calviño / EFE
El BdE asesta el golpe final al optimismo de Calviño: hunde el PIB al 4,5% en 2021
EFE

El Banco de España acaba de asestar la estocada final al optimismo que hasta la fecha ha mantenido la vicepresidenta Nadia Calviño y el Gobierno en su conjunto sobre el vigor de la recuperación económica en curso. La propia ministra de Asuntos Económicos lleva días preparando el terreno, advirtiendo públicamente de que en estas semanas se difundirán revisiones al alza y a la baja del PIB. En sentido ascendente, porque está previsto que el Instituto Nacional de Estadística (INE) mejore el avance del tercer trimestre en los próximos días; y en orientación descendente, porque hace tiempo que es consciente de que el organismo que dirige Pablo Hernández de Cos iba a propiciar un fuerte recorte a sus proyecciones macroeconómicas en el informe del cuarto trimestre del año que acaba de publicarse.

Y así ha sido. El BdE ha recortado en casi dos puntos la previsión de crecimiento del PIB para 2021, desde el 6,3% que proyectó el pasado mes de septiembre hasta el 4,5%, posicionándose así entre los augurios más pesimistas emitidos por organismos nacionales e internacionales y lejos de la estimación oficial del Gobierno, que mantiene en su cuadro macroeconómico un crecimiento para este año del 6,5% al que hace tiempo que los analistas no otorgan ninguna credibilidad. Para el próximo ejercicio, el supervisor estima que el PIB aumentará un 5,4%, cinco décimas menos de lo que consideró hace tres meses (5,9%), de nuevo, en el rango más pesimista y muy por debajo de la estimación en la que se basan los Presupuestos Generales del Estado para 2022 (7%).

El propio Banco de España había advertido de que acometería una fuerte revisión a la baja de las previsiones tras la histórica rectificación que hizo el INE del PIB del segundo trimestre del año, que desató una cascada de rebajas de proyecciones por parte de los principales organismos de ámbito nacional e internacional. Con esta corrección, lo que hace el supervisor es básicamente retrasar la recuperación de los niveles de PIB previos a la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 hasta el año 2023, cuando antes creía que ese hito se alcanzaría ya en algún punto de 2022 (aunque esta fecha está sujeta a un "elevado grado de incertidumbre"). Con todo, la previsión de PIB para 2023 se ve revisada, en este caso, fuertemente al alza, desde el 2% previsto septiembre hasta el 3,9% que marca ahora. Pasaría después a situarse en tasas más moderadas del 1,8% a partir de 2024.

En su informe, el BdE constata que la recuperación del empleo está siendo más rápida y vigorosa que la del PIB y por eso también mejora, aunque solo ligeramente, la tasa de paro (hasta el 15% en 2021; el 14,2% en 2022; el 12,9% en 2023; y el 12,4% en 2024). En este contexto, vaticina que el ritmo de actividad se está moderando en el cuarto trimestre del año por varios motivos: la escasez de suministros de bienes intermedios, el encarecimiento de algunos productos, como los energéticos, y el aumento de contagios de Covid tras la propagación de la variante Ómicron. Con la información disponible hasta el momento, el organismo estima que el crecimiento del PIB en el trimestre final del año ascendería al 1,6% en tasa intertrimestral.

Y aquí el Banco de España lanza una advertencia: previsiblemente, el crecimiento a corto plazo va a seguir condicionado por los factores que han limitado el avance del PIB en el periodo reciente, como las alteraciones de las cadenas de suministros globales o la escalada de la inflación. El BdE presta especial atención a este último fenómeno y, aunque estima que las presiones inflacionistas se mantendrán en cotas similares a las actuales aproximadamente hasta la primavera, eleva considerablemente la previsión del Índice armonizado de precios de consumo (IAPC) para el próximo año, incluso por encima de la estimación para el ejercicio en curso. En concreto, para 2021 eleva la tasa del 2,1% al 3% y para 2022, del 1,7% al 3,7%. Mientras, la subyacente (sin energía ni alimentos) se eleva en dos décimas para 2021, hasta el 0,5%, y en hasta siete décimas para 2022, hasta el 1,8%.

Con todo, el informe trimestral, que dedica un apartado específico a analizar la evolución de los precios y costes, asegura que los fenómenos que han provocado el auge de la inflación tienen un carácter transitorio, como el propio efecto base en la estadística, la recuperación de la demanda tras el levantamiento de las restricciones o la aparición de cuellos de botella que han incrementado los costes de producción de materias primas. Sin embargo, advierte de que "cuanto mayor sea la duración de ese episodio de aumento de algunos precios y costes, más elevada será la probabilidad de que se filtre, de modo más generalizado, al conjunto de precios finales de la economía, así como a las demandas salariales, lo que generaría fenómenos inflacionistas más persistentes".

De hecho, la entidad constata que las empresas ya han empezado a repercutir los aumentos de costes a los precios de venta y advierte de que este proceso podría prolongarse durante los próximos meses, si bien esto se produciría en un contexto de escasa traslación del repunte inflacionista a los salarios, lo que evitará los temidos efectos de segunda vuelta, aunque admite que "no se puede descartar que una hipotética mayor persistencia de los actuales aumentos de precios y de costes intermedios diera lugar a una mayor transmisión a los costes laborales".

Atasco en los fondos UE

Pero si hay un fenómeno que influye considerablemente en la revisión a la baja de las previsiones del Banco de España son los retrasos que se están produciendo en la implementación de los proyectos asociados al programa Next Generation EU. Y aquí el organismo le da un fuerte tirón de orejas al Gobierno, al afirmar que la información relativa a los mismos es todavía incompleta y no permite realizar una estimación precisa de su contribución al crecimiento. Ante esta tesitura, asegura que la implantación más tardía de los proyectos provoca que una parte del impulso proporcionado por este factor al avance de la inversión empresarial se desplace hasta mediados de 2022 y los gastos totales de 2021, 2022 y 2023 han sido revisados a la baja y se han desplazado a 2024, "ante la escasez, por el momento, de datos oficiales sobre la ejecución de estos proyectos", indica el supervisor, que estima que el programa NGEU tendría un impacto de 1,6 puntos sobre la tasa de crecimiento estimada del PIB en 2022 (0,3 puntos en 2021). Para este año, estima una absorción de en torno a 12.000 millones de euros, muy por debajo de las estimaciones gubernamentales.

No es el único elemento de incertidumbre que incorpora el organismo en sus previsiones. También deja constancia en su informe de que el repunte reciente en la incidencia de la pandemia, a pesar de los grandes avances en el proceso de inmunización de la población, y la aparición de la variante ómicron "conducen a que no puedan descartarse otros escenarios epidemiológicos más adversos que requieran la reintroducción de medidas de contención más severas". También señala a las dudas acerca del grado de persistencia de los episodios actuales del repunte de la inflación y de los cuellos de botella en la producción, el destino que los consumidores puedan dar a la bolsa de ahorro que han acumulado desde el inicio de la pandemia, la velocidad de recuperación del turismo extranjero y los posibles daños permanentes de la crisis sobre el tejido empresarial y el mercado laboral como focos de incertidumbre a los que están sujetas estas previsiones.

Por último, respecto al déficit, el BdE prevé una mejora paulatina del saldo presupuestario de las Administraciones Públicas a lo largo del horizonte de proyección, pasando del 7,5% en 2021 al 4,8 en 2022; al 4% en 2023 y al 3,4% en 2024. "La reducción del déficit público en porcentaje del PIB obedecerá tanto a la naturaleza temporal de una parte de las medidas discrecionales adoptadas para hacer frente a las consecuencias de la pandemia como a la mejora cíclica", indica el informe, para matizar que, "en todo caso, el desequilibrio de las cuentas públicas permanecería en cotas todavía muy elevadas al final del horizonte de proyección", influido también por la revisión a la baja del crecimiento. En consecuencia, la ratio de endeudamiento público presentaría descensos modestos a lo largo del horizonte, de forma que en 2024 se situaría en registros todavía muy elevados (113,5% del PIB, 6 puntos por debajo de la cota alcanzada en 2020).

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