Ampliar la vida laboral

Los 'viejos currantes' de Escrivá: "Nadie que trabaje a los 75 lo hace por dinero"

El ministro de Seguridad Social ha provocado un incendio laboral: insinuar que se pueda estar empleado hasta los tres cuartos de siglo. En España hay septuagenarios al pie del cañón. Esto es lo que piensan.

Encarnación, dueña de Modas Yuky
Encarnación, en su tienda de ropa femenina Modas Yuky.
Rafael Gómez

Las palabras del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, sobre el cambio cultural que España debería adoptar para seguir la tendencia europea de trabajar cada vez más entre los 55 y los 75 años, han desatado una gran polémica. No es lo más frecuente, pero hay personas en nuestro país que siguen al pie del cañón laboral con tres cuartos de siglo a sus espaldas. ¿Qué lleva a los septuagenarios a seguir trabajando?

Ciudadanos que cumplen con el perfil que traza Escrivá aseguran a La Información que tomar una medida de estas características de forma generalizada es utópico, ya que hay que mantener una buena salud que, a esas alturas de la vida, puede haber empezado a flaquear. No es el caso de Encarnación, quien nos recibe en su tienda de ropa femenina Modas Yuky con una vitalidad y alegría que hacen que por un momento nos olvidemos de que tiene 73 años. Lleva trabajando desde los 15 y es autónoma desde 1980. Pero no le importa: su vida es su tienda y no hay nada que la pare.

Encarnación (73 años) sufrió un ictus: "Cuando vi que podía hablar por teléfono pedí el alta. Mi vida es mi tienda"

La conversación se paraliza. Entra en el local una de las clientas habituales de su barrio, el de Guindalera, en el distrito madrileño de Salamanca. Tras atenderla, Encarnación detalla que hace un año sufrió un ictus y tuvo que cerrar su negocio durante seis meses. Pese a ello cuenta que "cuando empecé a ver que podía, por ejemplo, hablar por teléfono, me dije: ¿Por qué no iba a venir a mi trabajo, a mi negocio? Y pedí el alta, a pesar de que el médico no estaba de acuerdo".

No obstante, la dueña de Modas Yuky reconoce que "pude reincorporarme porque el negocio es mío y velo por él. Si esa misma situación se hubiera dado trabajando en una empresa, muy probablemente ni siquiera me habrían readmitido. Sería lógico". Lo que Encarnación deja claro es que detrás de esa ilusión por trabajar no hay motivación económica alguna: "Mi trabajo es lo que me da vida. Me siento personalmente realizada. Económicamente, se vende muy poco, pero no importa. Lo que para mí es una victoria es mi propia satisfacción".

Satisfacción es precisamente lo que siente Teresa, que con 73 años, regenta una de las farmacias más antiguas del barrio de Argüelles. Desde 1929, cuando su abuelo la abrió, este negocio ha resistido a una Guerra Civil, a innumerables crisis e incluso a una pandemia mundial. La que es ahora su dueña explica que "lo que empezó como un juego, cuando tenía 12 años y venía con mi abuelo, se acabó convirtiendo en mi profesión. Aunque, para mí, más que un trabajo, es un hobby. Yo donde disfruto es aquí, y por eso sigo trabajando, estar en mi farmacia es como una terapia. El único límite para continuar trabajando lo pondrá mi salud, pero sin ningún objetivo numérico, yo no me digo 'voy a dejarlo a los 75 o a los 80'. Yo voy a seguir aquí hasta que la salud me deje, no sé si será mañana, dentro de 10 años o dentro de 20".

Teresa, farmacéutica (73 años): "Escrivá se ha excedido. No conozco a nadie que trabaje a mi edad y lo haga por dinero"

No obstante, pese a esta devoción por su trabajo, Teresa se muestra crítica con las palabras de Escrivá en las que anima a ampliar la vida laboral: "El ministro se ha excedido. Además, no sé hasta qué punto sería rentable para las arcas del Estado que se trabaje hasta los 75 años, porque a esa edad la mayoría de personas tiene ya problemas de salud, con lo que habría una gran cantidad de bajas. Por otro lado, no toda la gente trabaja en lo que le apasiona, y yo, honestamente, no conozco a nadie que trabaje a mi edad y que lo haga por dinero. Y tampoco hay que olvidar que no es lo mismo ser autónomo, donde tú eres tu propio jefe, que trabajar para una compañía".

Título de Farmacia de la Segunda República
El título de Licenciado en Farmacia del abuelo de Teresa preside el negocio.

Rafael Gómez

Sin embargo, José Blanco, trabajador de una empresa de mantenimiento a sus 74 años, tiene su propia teoría: "Me da igual que la empresa no sea mía. Sé que cuando yo no esté, vendrán otros. Pero a mí lo que me importa es estar activo, moverme y hacer cosas. No te digo que sea fácil, los años se van notando. Pero al menos, al trabajar, hablas con la gente, socializas y es mejor que estar solo encerrado en casa. Económicamente, pues gano algo más de dinero, aunque es lo de menos porque la vida la tengo ya solucionada".

Un ‘padre laboral’

Quienes aún no tienen encaminada la suya son las dos jóvenes empleadas de la Droguería Álvarez. Y esa es una de las fuentes de energía de las que bebe Augusto Álvarez para, a sus 72 años, seguir al pie del cañón: “Si cierro, ellas se van a la calle. Estoy creando empleo y eso es una motivación. Si me siento en el sofá de mi casa, no creo nada. Aquí llevo a cabo algo productivo".

Augusto, con un brillo especial en los ojos, explica convencido a La Información: "Hay mucha gente que cree que la jubilación es el estado ideal. Pero para mí no dar palo al agua las 24 horas del día durante el resto de tu vida no es el estado ideal. Veo mejor ocupar parte del tiempo en algo que me apetece, como es mi negocio. Sí que hago menos horas, porque la edad se nota. Pero aquí soy feliz y disfruto".

Augusto, dueño de la Droguería Álvarez
Augusto, al frente de su establecimiento de droguería.

Rafael Gómez

El negocio no se detiene por nuestra presencia: entran clientes y hay que atenderlos como solo se hace en los comercios de barrio. Augusto, septuagenario, rejuvenece cada vez que se abre la puerta de su droguería y entra alguien buscando lejía, detergente en polvo, quitamanchas, limpiacristales... La Prensa puede esperar.

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