Marruecos, Portugal y Francia pagaron una abultada factura por la electricidad española, que sumó casi 4.300 millones de euros entre enero y agosto del año pasado, lo que convirtió a España por primera vez en los últimos años en exportador neto de energía eléctrica. No obstante, el negocio parece haber tocado techo, ya que la venta de electricidad al exterior se ha recortado en 2.200 millones de euros y París y Lisboa han reducido el valor de sus compras en un 50%.
La crisis energética ha sido una calamidad para las economías europeas, aunque para algunas también ha supuesto una oportunidad de negocio. Las numerosas infraestructuras para adquirir gas natural licuado (GNL), la poca exposición a las materias primas rusas y el Mecanismo Ibérico, están tras el récord histórico de exportaciones energéticas españolas que se batió en 2022 de 35.020 millones de euros, una cifra que duplica la media de los años 2015 y 2021, según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
El precio de la energía escaló hasta niveles históricamente altos durante el año pasado. El TTF del gas holandés -el nivel de referencia europeo- rozó los 340 euros el megavatio hora (MWh) en agosto de 2022, frente a cerca de 40 euros MWh de un año después. Tras la aprobación del Mecanismo Ibérico en el seno de la Unión Europea, que evitó que los picos de producción eléctrica a través del gas disparara los precios de la factura eléctrica; el precio de la electricidad se normalizó en la Península.
De un día para el otro, la energía eléctrica española era más barata que para sus vecinos comunitarios, lo que en el caso de Francia se mezcló con una bajada del 15% de su producción eléctrica por los fallos en su parque nuclear. En un año, Francia duplicó sus importaciones desde España, y pasó de 6,7 millones de MWh en 2021 a 13,8 millones de MWh en 2022.
Portugal es el otro cliente cuya compra ha caído significativamente. Sin embargo, Alejandro Labanda, director de Transición Ecológica de beBartlet, asegura que el mercado luso, a diferencia del francés, se mantuvo más estable, ya que el traspaso de electricidad desde España a Portugal tan solo creció un 30% -de 9,5 millones de MWh en 2021 a 12,3 millones de MWh en 2022-.
Lisboa ha seguido comprando energía eléctrica en la misma línea que los dos años anteriores, pero París ha vuelto a ser un exportador neto de energía en 2023, después de que en 2022 fuera por primera vez desde los años 80 importador energético, según destacó la Red de Transporte Eléctrico (RTE) de Francia. El pasado junio, esta misma institución aseguró que en 2023 la situación "mejorará sensiblemente y se acercará progresivamente a la normalidad", según recogió Le Monde. Esta evolución del tránsito, junto con la bajada más que significativa de los precios energéticos, estaría tras el recorte de 2.200 millones.
Derrumbe de uno de los motores de la economía
Si entre 2015 y 2021 las exportaciones energéticas españolas rondaron de media los 15.000 millones de euros, en 2022 estas se multiplicaron por dos y medio hasta los 35.020 millones de euros, según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Sin embargo, el descenso significativo de los precios energéticos ha hecho mella en las exportaciones, que se han dejado un 22% entre enero y agosto en términos económicos, pese a haber vendido un 11% más en volumen.
El sector exterior fue uno de los motivos por los que el Producto Interior Bruto (PIB) dejó sorpresas positivas en forma de revisiones al alza de la economía durante finales del año pasado y comienzos de 2023. Desde el comienzo de la invasión a Ucrania, la venta al exterior -y más en particular las manufacturas- están de capa caída de manera global. No obstante, España mantuvo una posición relativamente ventajosa, ya que la mayoría de sus exportaciones son a países del mercado único de la UE (el 55%, según el Banco de España).
La autoridad bancaria aseguraba en una publicación en agosto que la amenaza durante el pasado invierno de que hubiera cortes eléctricos lanzó a los países europeos a la compra a cualquier precio de elementos como gas natural o petróleo, y España se posicionó como una de las principales potencias reexportadoras hacia la UE por sus infraestructuras de GNL y por el establecimiento del Mecanismo Ibérico, que abarató los precios eléctricos.
Con el abaratamiento de la energía, los rendimientos adicionales de su exportación se ha perdido, principalmente en la venta al exterior de manufacturas, pese a que la principal, los automóviles, ha aumentado casi un 28% en términos monetarios, según los datos del Ministerio de Industria.
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