Crisis de la locomotora europea

El IPC alemán reta al BCE tras cerrar año en el 3,7% con los alimentos desbocados

Los precios de la alimentación en la primera economía de la Eurozona, cuyo PIB se contrajo un 0,3% el pasado ejercicio, se dispararon de media un 12,4% y la energía lo hizo un 5,3% frente al 30% que se desbocó en 2022

El canciller alemán, Olaf Scholz, en Bruselas
El canciller alemán, Olaf Scholz, en Bruselas
DPA vía Europa Press

La situación que atraviesa la primera economía de la Eurozona se ha convertido en uno de los principales retos a los que le toca hacer frente al Banco Central Europeo (BCE). Con una economía que se habría contraído un 0,3% el pasado ejercicio, según los datos avanzados el lunes por su oficina estadística, Destatis, la inflación sigue sin estar del todo controlada. La tasa anual de IPC despidió diciembre en el 3,7%, situando la subida media de los precios a lo largo del ejercicio en el 5,9% -desde el 6,9% de 2022-. 

La entidad capitaneada por Christine Lagarde debe medir muy bien los próximos pasos y los mensajes que lanza al mercado en un contexto en el que el IPC sigue presionando, a la vez que la economía del conjunto del área del euro amenaza con haber cerrado el pasado ejercicio en recesión técnica, tras haberse contraído los dos últimos trimestres. El tercero ya lo hizo un 0,1%, según Eurostat.

La tasa subyacente, que excluye de su cálculo elementos más volátiles como los alimentos frescos y la energía, se situó en el 3,5% en diciembre y cerró de media en el 5,1% en el conjunto del año. "La tasa de inflación para 2023 estuvo por debajo del máximo histórico de 2022. Sin embargo, sigue siendo alta, poco menos del 6 por ciento. Los precios de los alimentos aumentaron de media de forma especialmente pronunciada en 2023", apunta Ruth Brand, presidenta de la Oficina Federal de Estadística, en la nota publicada por el organismo germano.

En la media anual, la subida de los precios energéticos se moderó de forma notable, mientras que la de los alimentos apenas menguó. Destatis incide en que, al igual que el año anterior, la inflación de 2023 se vio influenciada por los efectos de la guerra y la situación de crisis, "que determinaron la evolución de los precios en todos los niveles de la economía".  Las medidas anticrisis aprobadas por el Gobierno mitigaron parcialmente la inflación energética. 

Así, los precios de los productos energéticos aumentaron un 5,3% de media en el año tras haberse disparado cerca del 30% en 2022. En promedio, los precios de la energía doméstica aumentaron un 14%, incluyéndose en esta rúbrica el gas natural (14,7%) y la electricidad (12,7%). Mientras, el gasóleo ligero para calefacción cayó significativamente, un 22,2% de media. Los combustibles también se abarataron en el cómputo global del año, un 5,8%.

En lo que respecta a la alimentación, los precios de la cesta de la compra se incrementaron de media un 12,4% en el ejercicio, cuando venían de hacerlo un 13,4% a lo largo del anterior. Los mayores incrementos los registraron el pan y los productos a partir de cereales (+16,4%) y los lácteos y huevos, así como el azúcar, la mermelada, la miel y otros productos de confitería, que se elevaron de media un 15,7%. Otros alimentos como el pescado, los productos pesqueros y los mariscos (+14,7%) o las verduras (+13,3%) también se encarecieron en relación a 2022. 

La lectura positiva es que el aumento de los precios de los alimentos se debilitó aún más en diciembre, cuando se incrementó un 4,6% en comparación con el mismo mes del año anterior. Esto supone un frenazo en relación a noviembre, mes en el que la cesta de la compra se había encarecido un 5,5% interanual. El índice de precios al consumo armonizado, que es la referencia que Eurostat toma para poder hacer sus comparativas entre países, fue del 3,8% al cierre de diciembre.

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