Menos presión del gas

La inflación de la Eurozona cae al 9,2% en 2022 y confirma la tendencia a la baja

Se trata de un recorte de casi un punto en el último mes del año que deja todavía alta la tasa, pero abre la puerta a una relajación en la política de subidas de los tipos de interés que prepara el BCE para todo el año. 

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La inflación de la Eurozona cae al 9,2% en 2022 y confirma la tendencia a la baja.
DPA vía Europa Press

La inflación armonizada de los países del euro cerró el mes de diciembre pasado en el 9,2%, casi un punto por debajo del mes anterior, para confirmar la tendencia a la baja que había comenzado a finales de 2022 después de casi un año y media de subidas causadas por los precios del gas y la energía a causa del conflicto en Ucrania. Se trata de una de las mayores bajadas de los precios en la Eurozona desde que se tienen datos, provocada sobre todo por la contención de los costes energéticos del último trimestre del año, a medida que ha cedido la presión sobre el gas ruso y a pesar de que todavía se mantienen altos los índices de la mayor parte de los socios comunitarios. 

Este recorte por segundo mes consecutivo abre la puerta a una futura relajación en la tendencia al alza de los tipos de interés que tiene en marcha el Banco Central Europeo (BCE), si bien se trata de una tasa muy elevada todavía como para no aplicar más subidas en las próximas reuniones, la primera de las cuales es el próximo 2 de febrero. De hecho, las autoridades monetarias europeas ya han advertido que mantendrán su política de subida de tipos mientras el dato de inflación no caiga de forma clara y tienda hacia el 2% de tasa anual ideal que se tiene como objetivo a medio y largo plazo. A pesar de ello, la fuerte bajada de nueve décimas confirma las opiniones de que 'lo pero ha pasado ya' en la economía de la Eurozona tras casi un año de conflicto bélico y energético, con una reforma del mercado de la energía en ciernes y un cambio en marcha en el aprovisionamiento de gas y en la generación renovable. 

Si se analizan los componentes de la inflación europea en diciembre publicados este viernes por Eurostat de forma provisional, el área que más influye en el alza de los precios sigue siendo la energía, con un ratio anual del 25,7%, que si bien marca la diferencia con los demás, supone un recorte de casi diez puntos sobre el mes anterior y es el causante directo de la rebaja que se ha logrado a final de año. 

Como suele ocurrir en cada uno de los países miembros del euro, detrás de la presión de la energía, los precios que más afectan a la inflación son los alimentos, el tabaco y el alcohol, que en el mes de diciembre han crecido incluso dos décimas sobre noviembre y marcan una tasa del 13,8%. Esa fuerza de la energía y los alimentos hace que si se excluyen del dato general, la inflación estructural de los países del euro se queda en el 6,9%, una dato aún muy elevado para contener la subida de tipos. De hecho, la inflación subyacente de la UE se coloca en el 5,2%, una cifra que frena cualquier atisbo de relajación en el BCE. 

Bajo dependencia rusa

Como viene siendo habitual desde que se iniciara el conflicto en Ucrania, los países del euro con más dependencia del gas ruso mantienen unas tasas de inflación mucho más elevadas que el resto, del doble de la media o más. Es el caso de Eslovaquia, Letonia, Lituania y Estonia, con datos que van del 15 al 20%. Entre el 10 y el 11%, aún por encima de la media, se sitúan economías de la importancia de Italia (12%), Bélgica y Holanda, junto a Austria y Eslovenia, mientras que el resto de los diecinueve países de la Eurozona a a finales del año pasado se queda en un dígito y, la mayor parte, por debajo del 9,2% de media que ha avanzado Eurostat. Cuando salga el dato de enero, a ese grupo del euro se deberá añadir Croacia

España se mantiene con un 5,6% de inflación armonizada y confirma la menor presión que han tenido los precios energéticos en su economía en comparación con el resto de la Eurozona. Son 3,6 puntos porcentuales por debajo de la media, cuatro menos que en Alemania  y la mitad de otras economías del euro, como Italia o los Países Bajos, algo que es beneficioso para la competitividad de la exportación. Aún así, la presión de los alimentos en nuestro país hace que esas diferencias no se noten de forma clara en el dato estructural de la inflación subyacente. 

El recorte de diciembre en los precios europeos aleja el fantasma del elevado diferencial que se está generando con la inflación en Estados Unidos, que cerró noviembre en un 7,1% y, a falta de conocer la semana que viene el dato de cierre de 2022, amenazaba con ser el doble en Europa. Es significativo que la Reserva Federal no haya variado su política de tipos al alza -superará el 5%-  pese a la tendencia a la baja del dato, centrada en frenar la escalada de precios hasta dejarlos en el 2%, aunque ello suponga meter a la economía en una recesión técnica. Ese hecho presiona también al BCE, que ha elevado el precio del dinero del 0 al 2,5% en menos de un año, y que apunta a llegar al 4% en este ejercicio si no se relajan de forma clara mucho más los precios, aunque eso también pueda acarrear una recesión.  

 

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