Vuelta de las reglas fiscales

Portugal marca a España la vía para bajar el déficit sin que la economía descarrile

La reformas aplicadas por el país vecino podrían servir de espejo en el que mirarse ante la necesidad de contener el déficit y la deuda por la recuperación de las reglas fiscales en la UE a partir del próximo mes de enero.

Pedro Sánchez Antonio Costa
Portugal marca a España la vía para bajar el déficit sin que la economía descarrile
CONTACTO vía Europa Press

En mayo de 2017 la Comisión Europea propuso sacar a Portugal del procedimiento de déficit excesivo en el que había entrado allá por diciembre de 2009, en la primera fase de la crisis financiera internacional. A España le costó dos años más salir de la estricta supervisión de Bruselas, dado que no lo logró hasta junio de 2019. Esos dos momentos marcaron el final de una década de recortes y rescates para ambas economías poco tiempo antes de que estallase la pandemia de Covid-19, que supuso un duro mazazo para la actividad global y se cebó con los países con un mayor peso del sector servicios en su PIB, como es el caso de los dos vecinos. 

La crisis energética e inflacionaria y la guerra en Ucrania tensaron más la cuerda y obligaron a las autoridades comunitarias a mantener en suspenso las reglas fiscales para permitir a los gobiernos endeudarse y hacer frente a una coyuntura inédita. La suspensión temporal del Pacto de Estabilidad y Crecimiento expira el 1 de enero de 2024 y Lisboa y Madrid llegan a esa fecha clave con una revisión al alza de los datos de crecimiento de 2021, 2022 y del primer semestre de 2023, aunque con una situación presupuestaria diferente.

El Gobierno luso prevé cerrar con un déficit del 0,4% del PIB por segundo ejercicio consecutivo, una meta con la que cumpliría de forma holgada los objetivos que la Comisión marcará a los Estados miembro -en principio serán las reglas fiscales antiguas a la espera de una reforma que España pretendía sacar adelante en su semestre al frente del Consejo Europeo, pero que sigue encallada-. De momento, Portugal ha registrado un superávit del 1,1% de su PIB en el primer semestre, el equivalente a 1.402,6 millones de euros, triplicando el saldo positivo que obtuvo en el mismo periodo del ejercicio anterior. 

La mejora del consumo privado y el mantenimiento de la inversión -en un contexto marcado por la incertidumbre, las presiones inflacionistas y por el alza de tipos- y el buen tono de las exportaciones han permitido además a su economía crecer un 2,5% interanual hasta junio. El país vecino estaría menos expuesto a posibles sanciones por incumplimiento de las metas fiscales dado que, si bien su deuda se mantendría aún este ejercicio ligeramente por encima del 100%, tiene previsto situarla por debajo de esa barrera (en el 98,9%) el año que viene por primera vez en más de una década, por lo que abandonará el grupo de los estados más endeudados. 

El 'milagro portugués': reformas, sanear cuentas y rebajar deuda

En este tiempo el país ha obrado lo que muchos expertos han dado en llamar el "milagro portugués" a través de una batería de medidas que han ido de lo fiscal (con importantes rebajas de impuestos) a la flexibilización de su mercado de trabajo, pasando por una evaluación al milímetro del gasto público, en medio de un clima estable en lo político y muy favorable a la inversión extranjera. Desde su llegada al poder en 2015, el socialista António Costa se ha concentrado en sanear las cuentas y en rebajar la exposición a la deuda. Portugal ha logrado la recuperación más rápida del balance primario en comparación con sus pares de calificación, apuntan desde la agencia de calificación europea Scope Ratings. 

En la firma ponen en valor el compromiso del país por reducir la carga de la deuda y garantizar la sostenibilidad fiscal a largo plazo. Esto no implica que nuestro vecino sea inmune a un contexto marcado por el enfriamiento de las grandes economías europeas y la escalada de los tipos de interés. De hecho, en Scope prevén que la carga de la deuda portuguesa aumentará este año por primera vez desde 2014, hasta alcanzar el 2,5% del PIB desde el 2,1% de 2022, debido al endurecimiento de las condiciones de financiación.

"La trayectoria descendente de la deuda de Portugal en relación con el PIB se ve respaldada por los sólidos resultados de crecimiento del país y la rápida recuperación económica de los dos últimos años", añaden. El Pacto de Estabilidad marca un déficit máximo del 3% del PIB y una deuda inferior al 60% de la riqueza nacional de cada Estado, pero este último objetivo sería inalcanzable, tras la pandemia y las crisis sucesivas, sin llevar a cabo un ajuste de tal magnitud que abocaría a una nueva recesión al conjunto de la Eurozona.

España cerró el pasado ejercicio con un déficit del 4,8% y en el cuadro macroeconómico que acompaña al Plan Presupuestario el Gobierno en funciones aseguraba que será capaz de reducir ese desequilibrio hasta el 3,9% este año y que logrará ceñirse al 3% el próximo ejercicio. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) advirtió de que esto no sería posible sin eliminar el conjunto de medidas contra la inflación y la crisis energética, que equivalen a alrededor de 1,1 puntos del PIB e incluyen las rebajas de impuestos a la luz y el gas, la del IVA de los alimentos, las bonificaciones a los carburantes para transportistas y sector agrario o los descuentos en el transporte público, entre otras. 

Más convergencia en renta, menos paro y prima más baja

Desde la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), descartan que España vaya a ser capaz de reducir el déficit al 3% del PIB antes de 2028 sin aplicar una serie de reformas estructurales. En opinión de Raymond Torres, su director de Coyuntura, el Gobierno debería fijarse en aquellos países que conseguido reducir su nivel déficit y endeudamiento sin que descarrile la economía a través de todo un paquete de actuación integral, como ha hecho Portugal. Habría que reconsiderar desgravaciones, exenciones fiscales, evaluar el gasto público en todos los ministerios y administraciones. 

"Esto ha permitido a Portugal lograr el equilibrio presupuestario, el hecho de elaborar un plan de conjunto", señala. Torres recuerda, además, que la partida de subvenciones duplica en este momento la media de la situación que había antes de la Covid. "Seguramente se justificaron en la pandemia y ahora podrían revisarse", sentencia. En su carrera por dejar atrás los estragos de la pasada crisis financiera, los gobiernos lusos han acelerado la convergencia con España en términos de renta, han situado la tasa de paro muy por debajo de la nacional (en el 6,2% en agosto frente al 11,5% español, según Eurostat) y ven además cómo su prima de riesgo, el sobrecoste que los mercados les exigen por emitir deuda en relación a lo que paga Alemania, se mueve actualmente en el entorno de los 70 puntos básicos frente a los más de 110 de la española.

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