La vicepresidenta, tocada

De la ilusión a la frustración con el pacto laboral: Yolanda Díaz, en blanco y negro

Se empeñó hasta el último momento, pero no logró convencer a sus socios prioritarios. Esquerra, PNV y Bildu no solo rompen el bloque de investidura, también ponen en riesgo el proyecto político de la ministra.

Yolanda Díaz
De la ilusión a la frustración con el pacto laboral: Yolanda Díaz, en blanco y negro
Europa Press

Yolanda Díaz suele vestir de blanco en ocasiones especiales. Cuando fue nombrada ministra de Trabajo, cuando ascendió a vicepresidenta del Gobierno, en la firma de los grandes acuerdos con los sindicatos y las patronales... Pero, este jueves, algo hacía presagiar desde primera hora de la mañana que no sería uno de esos días triunfantes. Se presentó en el Congreso de los Diputados de blanco y negro, con una blusa digna de los grandes hitos, pero cubierta por una blazer del color de la percepción visual de la máxima oscuridad. El look no es casual. Más bien, es acorde al estado de ánimo que la vicepresidenta no pudo ocultar durante una de las jornadas más difíciles de su trayectoria política. Transitó entre la ilusión y la frustración y se fue de allí con esa sensación que deja ganar un partido de fútbol por un gol en propia del equipo contrario y con dudas sobre la revisión del VAR.

Por supuesto, el 'caserazo' no lo vio venir, pero lo que sí sabía ya Yolanda Díaz desde primera hora de la mañana con total certeza es que ERC, PNV y Bildu votarían en contra de su reforma laboral, el buque insignia de la agenda política con la que pretende sentar las bases de su futuro proyecto en solitario. Tras una larga noche de intensas negociaciones hasta altas horas de la madrugada, la vicepresidenta había constatado ya el rechazo de sus socios prioritarios. Consciente del fracaso, no tenía el ánimo como para vestirse de blanco, pero tampoco de estricto luto, porque en ese momento el Gobierno creía tener amarrados ya los votos suficientes como para sacar adelante el real decreto ley con una ajustadísima mayoría alternativa.

En contraposición, Pedro Sánchez sí llevaba su corbata de la suerte. El morado es el color que elige el presidente para las grandes ocasiones, como el día de la moción de censura contra Mariano Rajoy. El líder del PSOE llegaba al Parlamento este jueves con la satisfacción del trabajo bien hecho. A priori, con 176 'síes' aglutinados tras una compleja negociación de geometría variable que dio lugar a una mayoría inédita en la legislatura. Pero la duda le rondaba: ¿estaban los votos favorables lo suficientemente atados? Quizá, por eso, la corbata elegida no era lisa ni completamente morada, sino salpicada de lunares de colores. Pero eso sí que es especulación estilística. Lo cierto es que el presidente sospechaba que los diputados de UPN podían dar un susto de última hora y pasarse al bloque del 'no', saltándose la disciplina de voto, una artimaña que finalmente orquestaron el dúo de díscolos.

Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

EFE

A las 9 de la mañana, la vicepresidenta Díaz subía a la tribuna de oradores del Congreso a defender su reforma laboral. Y admitía hacerlo con ilusión y preocupación. "Ilusión porque estamos ante una norma decisiva que tiene tras de sí un gran esfuerzo colectivo, una década de luchas para devolver a la legislación laboral la dignidad que la reforma del PP le arrebató", arrancaba. "Y preocupación porque llevo semanas hablando con los interlocutores políticos para recabar su apoyo a la reforma, para que al respaldo obtenido en el diálogo social se sume el de esta Cámara, amplificando la legitimidad de una norma de consenso, de país. No he logrado, sin embargo, hablar con muchas de sus señorías de ninguno de los contenidos de esta norma. No he logrado trasladarles lo que conlleva este Real Decreto-ley", afirmaba en un tono infrecuente en ella, entre el enfado, la decepción y la frustración.

Sin hacer una referencia expresa a ERC, la vicepresidenta les lanzaba un dardo directo. Durante su turno, el portavoz del Grupo Republicano, Gabriel Rufián, cargaba con contundencia tanto contra el fondo de la reforma laboral como contra las formas en las que el Gobierno ha tramitado la norma, hurtando al Parlamento la potestad legislativa en una reforma estructural, priorizando el acuerdo alcanzado con los agentes sociales y dejando al Congreso de los Diputados el papel de mero "notario". Rufián llegó a acusar al Gobierno de incumplir su compromiso de derogar la reforma laboral del PP, de "vender la moto" e incluso de "mentir" y "estafar" a los ciudadanos. Pero el líder de ERC evitó entrar al verdadero barro del asunto, que es el contenido de las negociaciones que mantuvo hasta el final con el Ministerio de Trabajo y por qué fracasaron.

En privado, desde el Grupo Republicano aseguran que la negociación estuvo marcada por las "disfunciones" entre Díaz y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, por el inmovilismo en las propuestas gubernamentales y por una exigencia absoluta de discreción y de evitar a toda costa plasmar cesiones por escrito. "Si salieran a la luz algunos de los documentos que hemos intercambiado, hay quien tendría mucho que perder", deslizan fuentes de ERC que sugieren que la vicepresidenta habría intentado convencer a sus socios para votar a favor de la reforma laboral a cambio de cesiones que supondrían, de facto, una traición al acuerdo alcanzado con los agentes sociales. Desde el equipo de la vicepresidenta niegan la mayor y defienden que las exigencias de los republicanos eran inasumibles, precisamente, porque alteraban elementos troncales del pacto social.

Si los documentos intercambiados entre unos y otros trascenderán a la opinión pública o no es una incógnita. Lo seguro es que la relación entre el Gobierno y los socios que permitieron la investidura de Pedro Sánchez ha quedado muy tocada tras la votación de la reforma laboral. Aunque los grupos parlamentarios de Esquerra, Bildu y el PNV garantizan que no van a mantener una actitud obstruccionista y que seguirán negociando futuras leyes con el Ejecutivo, lo cierto es que la ruptura del bloque supone un cambio de rasante en la legislatura. Y la gran damnificada de la fractura es Yolanda Díaz, que ha sacado adelante su reforma laboral aupada por el centro-derecha y ve peligrar apoyos clave a su futuro proyecto político si no logra reconducir las relaciones con los socios y cerrar la herida abierta. ¿Volverá a vestirse de blanco?

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