Lanza un 'proyecto de país'

Díaz eclosiona como 'delfín político': "Puño de hierro con guante de seda"

El mundo empresarial asiste al ascenso de la vicepresidenta segunda del Gobierno con "interés" y "respeto", pero con "inquietud" sobre la agenda económica que subyace tras su tono conciliador.

Yolanda Díaz en el centenario del Partido Comunista de España
Yolanda Díaz en el centenario del Partido Comunista de España
Dani Gago

"Un proyecto que tiene que hacer del amor el centro de actuación, un proyecto a favor y que arrincone el odio, un proyecto en el que necesitamos todas las manos, todos los corazones y todas las mentes". El amor en el centro como aspiración inaudita de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo a la hora de liderar un "proyecto de país". Yolanda Díaz daba un paso al frente en la celebración del centenario del Partido Comunista de España (PCE) el pasado fin de semana y, desde entonces, ha copado los corrillos en altas esferas políticas y empresariales. En su entorno más cercano reina el hermetismo sobre el movimiento más evidente hasta la fecha en la dirección de presentarse como candidata a las próximas elecciones generales, pero fuera está dando mucho que hablar.

La eclosión de Díaz como 'delfín político' se lleva fraguando desde el paso a un lado de Pablo Iglesias el pasado mes de mayo. Escaló de ministra de Trabajo a vicepresidenta tercera del Gobierno, sucesora del exlíder de Unidas Podemos como posible candidata a la Presidencia y 'jefa' del área morada en la coalición en tiempo récord. Poco después fue nombrada vicepresidenta segunda y, cuando no han pasado ni tres meses de su ascenso, lanza su 'proyecto de país'. Aún no ha pronunciado las palabras mágicas, pero va disipando algunas dudas sobre su plan para aglutinar a la izquierda. Aunque persisten los interrogantes, en la cúpula de la escena política y económica nacional se empieza a especular sobre su hoja de ruta y, en particular, el mundo empresarial asiste a este fenómeno con "interés", pero con "inquietud" sobre la agenda económica que subyace tras su tono conciliador.

En una entrevista en 20 Minutos, la vicepresidenta avanza estar trabajando en "levantar un proyecto de país para la próxima década"; "que cuente con muchas manos y con muchas voces, con distintas sensibilidades"; "que sea de la gente"; y que "lo construya la sociedad". Las siglas, los nombres o los partidos, advierte, "no pueden ser un obstáculo para avanzar". Su comentario, sin nombres propios, sobre los "egos" en política, se ha interpretado como una referencia directa a las peleas entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón y como un aviso a navegantes en el universo de formaciones a la izquierda del PSOE, ya asentadas en sus respectivos territorios, como Más Madrid, con Mónica García; Compromís, con Mónica Oltra; o el proyecto político que lidera Teresa Rodríguez en Andalucía. Sin embargo, fuentes de su entorno aseguran que "no se refiere a nadie en particular", sino que "es más una forma de hacer política de la que ella huye". "Quiere poner el foco en la sociedad civil y no tanto en los nombres propios", concluyen.

Sea como fuere, la 'revolución Díaz' ha irrumpido con fuerza en todos los ámbitos. El cambio de tono en el seno de la coalición respecto al 'volumen' de Iglesias es sustantivo. Tanto dentro del Consejo de Ministros como hacia la sociedad y los medios de comunicación. La líder política mejor valorada en el barómetro del CIS le ha bajado decibelios al debate, con un tono aparentemente conciliador que se traduce en consecución de objetivos. "Pedro Sánchez tiende a confrontar e incumplir sus promesas, mientras Yolanda Díaz dialoga y, o cumple las suyas o consigue convencer a su público de que las ha cumplido". Esta reflexión, en boca de un antiguo miembro del núcleo duro del área económica del Gobierno de Mariano Rajoy, enlaza con los recelos que empiezan a surgir entre los socialistas ante el auge de Díaz.

Entre bambalinas, en el PSOE la ven como una dura rival electoral. Y en Unidas Podemos, también en privado, no ocultan su inquietud ante los últimos movimientos de la vicepresidenta en la dirección de restar protagonismo a las siglas. Los 'morados' temen quedar diluidos. Yolanda Díaz aglutina la popularidad, pese a que fue Ione Belarra quien asumió los mandos del partido tras la marcha de Iglesias, lo cual no deja de ser paradójico, habida cuenta de que la vicepresidenta se sumó al proyecto de UP, pero nunca tuvo ni quiso el carné del partido. De momento, todo son conjeturas, aunque la política española mira ya a los comicios de 2023 y las formaciones de izquierdas, aunque sea de reojo, a la debacle del proyecto Die Linke ("La Izquierda") en Alemania.

De su lado, los empresarios observan la 'erupción del volcán Díaz' con interés. También con respeto: "Es un actor público poderoso", esgrime un responsable de una potente firma. Aunque está por ver qué recorrido puede tener "un estilo tan personal sin una estructura de partido que la respalde", en un amplio espacio del mundo empresarial vislumbran que "si tiene éxito, será toda una revolución en nuestro sistema político, protagonizado por el poder orgánico de los partidos". Son algunos de los análisis que circulan estos días en los círculos empresariales del país, donde tampoco se oculta la inquietud en lo que se refiere a la agenda económica de la actual ministra de Trabajo: "Es comunista", repiten una y otra vez. Desde el equipo de Díaz responden con su mantra: "Mejorar la vida de la gente es el faro que guía su acción en materia de política económica, como hasta ahora".

Un alto cargo de la cúpula de la CEOE recuerda que Yolanda Díaz "se crió en la lucha obrera de los astilleros de Astano y presume de que Santiago Carrillo le besó la mano cuando era niña y él lideraba el PCE". Su reconocida tendencia ideológica, sin embargo, no le ha impedido alcanzar una docena de acuerdos con la patronal. Del miedo inicial a la "ministra comunista" se ha pasado a un entendimiento más extendido del inicialmente esperado, según admiten fuentes de la confederación. En el propio Ministerio de Trabajo reconocen que la relación "siempre ha sido buena, pero ha evolucionado a mejor porque la CEOE ha entendido que la vicepresidenta conoce el entorno empresarial y eso siempre es positivo para las organizaciones". Los empresarios no ocultan, sin embargo, sus reticencias persistentes: "Las formas suaves no excluyen la firmeza en el fondo; suaviter in modo, fortiter in re", o dicho de otra manera: "Mano de hierro con guante de seda".

No siempre se ha alcanzado el consenso. La subida del salario mínimo interprofesional (SMI) ha sido aprobada con el apoyo único de los sindicatos y ese es 'un apunte en el debe' de una trayectoria prácticamente impoluta, con los ERTE y el escudo social como grandes éxitos. Y ahora viene la gran prueba de fuego: la reforma laboral. Díaz no puede permitirse otro fracaso del diálogo social en un asunto que es capital para la Comisión Europea. "Va a depender de cuánto pise el acelerador", advierten desde la CEOE. La vicepresidenta ha activado el modo electoral y de aquí a final de año tiene que lograr su derogación parcial de la legislación laboral del PP y otra subida del SMI para 2022. "No vamos a caer en ninguna trampa por sus formas suaves y melifluas y menos vamos a propiciar triunfos de tinte electoralista", advierten los empresarios. Arranca una nueva etapa en el diálogo con la ¿candidata a las próximas elecciones generales?

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