El boom en España

La nueva ‘fiebre del oro’ de las telecos: así quieren los fondos exprimir la fibra

La enorme liquidez del mercado ha llevado a las gestoras de infraestructuras a lanzarse a por las redes fijas de alta velocidad pagando múltiplos altísimos y prometiendo rentabilidades estables a largo plazo.

Fibra óptica
La fibra óptica, la nueva 'mina de oro' para los fondos de inversión en infraestructuras.
BIGRIZ - Archivo

Un mercado ‘inundado’ de dinero barato. Unas operadoras de telecomunicaciones con balances muy endeudados y con necesidad de reducir su peso y afrontar millonarias inversiones de nuevos despliegues. Y una digitalización que hará más necesarias que nunca las redes de fibra de altas prestaciones. El cóctel que sale de esos tres ingredientes da como resultado una nueva ‘fiebre del oro’ con transacciones a múltiplos récord. La reciente venta del gestor de redes rurales Adamo por el gigante de la inversión sueco EQT por más de 1.000 millones de euros es sólo el último ejemplo. Hay más.

Ya hace unos años, las operadoras de telecomunicaciones estadounidenses se dieron cuenta de que las torres de telefonía estaban mejor gestionadas por una empresa especializada, lo que le permitiría reducir deuda e inversiones futuras. Así se crearon gigantes como American Tower. Esa tendencia llegó a España con un decalaje de unos años, siendo la española Cellnex el mayor exponente, adquiriendo paquetes de miles de emplazamientos a telecos para gestionárselas como proveedor a largo plazo y tratar de explotarlas como un operador neutro. Esto disparó el interés de los fondos y del sector, pagándose múltiplos altísimos como la venta de los activos de Telxius, que alcanzaron las 30 veces Ebitda -hoy Telefónica, con más activos y con un negocio en Europa y Latinoamérica cotiza a entre 5 y 6 veces-.

El otro gran activo de las operadoras convergentes (banda ancha y telefonía fija y móvil) es la fibra. Después de años de construcción con miles de millones de inversión, esta infraestructura se antoja clave para el futuro por varios motivos. Primero porque en un futuro no muy lejano muchos objetos de hogares y empresas estarán conectados (lo que se conoce como ‘Internet de las cosas’). Esto requerirá redes fuertes, con ancho de banda más que suficiente -ya hay compañías como Orange que ofrece hasta 10 gigas-. Además esta fibra hasta el hogar es una forma que se podrá utilizar por las propias telecos para reducir de manera importante los costes vinculados a transportar los datos de las futuras redes ultrarrápidas 5G.

La consecuencia es que los fondos de infraestructuras y otros inversores institucionales han querido aprovechar esa abundancia de capital en el mercado para saltar sobre estos activos de fibra. El racional, según explican diferentes fuentes del mercado, es más o menos similar al que justifica la ‘fiebre del oro’ de las torres: se trata de un activo que seguirá revalorizándose -el de Adamo es un caso paradigmático en este sentido con la desinversión de EQT en algo más de cuatro años- y cuenta con unos rendimientos fijos con crecimientos significativos y, sobre todo, predecibles en el futuro.

El último ejemplo vivido en España es el de Adamo. La compañía ‘hispano-sueca’ fundada en el año 2009 fue construyendo su propia red de fibra óptica, especialmente en zonas rurales, más desasistidas por las operadoras tradicionales. Fue firmando poco a poco acuerdos de alquiler con compañías como Másmóvil o Euskaltel. En 2017, el fondo EQT se hizo con el 80% de las acciones. Cuatro años después, se lo ha vendido a otro ‘megafondo’ de infraestructuras Ardian por más de 1.000 millones de euros. Además de suponer unas plusvalías muy importantes para la gestora nórdica, esto supone unos múltiplos superiores a las 25 veces el Ebitda, según cálculos de diferentes fuentes del mercado.

Antes de que esto sucediera, Másmóvil también entendió que había que cristalizar esos activos ante el afán de los inversores para financiar sus adquisiciones. La compañía dirigida por Meinrad Spenger cerró la venta en el primer semestre de este año la mayoría accionarial de una nueva compañía con un paquete de 1,1 millones de hogares -la mayoría de ellos aún sin construir- a los fondos internacionales Macquarie, Aberdeen y Daiwa colocando la valoración de esta ‘joint venture’ en unos 400 millones. Este dinero iba destinado a cubrir parte de lo desembolsado para hacerse con Euskaltel. Esta transacción llegó dos años después de que en 2019 hiciera lo propio con 940.000 inmuebles, que compraron las mismas gestoras por casi 220 millones. Esto ha creado la gestora de fibra independiente y neutra Onivia, que se convierte en el quinto operador con más activos de este tipo de toda España después de las telecos 'tradicionales'.

Por si esto fuera poco, Telefónica también ha movido ficha para financiar sus despliegues y el crecimiento en el futuro. Primero fuera de las fronteras españolas, donde la expansión de estas redes es más limitada. En Alemania, con Allianz, y en Latinoamérica, con KKR y CDPQ, ha constituido ‘joint ventures’ para levantar las nuevas redes y compartir el desembolso futuro -y, en algunos casos, el control-. En España, con una cobertura que supera el 80%, el objetivo es analizar este fuerte interés de los fondos para dar entrada con una participación minoritaria inferior al 20%. La presión de algunos accionistas y la voracidad de las propias gestoras internacionales ha llevado a su presidente ejecutivo, José María Álvarez-Pallete, a cambiar de estrategia y analizar esta desinversión de su ‘joya de la corona’ para aprovechar estos múltiplos tan altos.

¿Una burbuja?

Todas estas operaciones tienen el potencial de crear compañías relativamente grandes que prestarán servicios como operadores neutros de fibra en España. Onivia es uno de los candidatos y también Adamo. Puede que surjan más. Hoy Orange es uno de los operadores con mayores ingresos por servicios mayoristas de alquiler de redes de fibra a otros. Precisamente en pleno fragor del sector está renegociando, tal y como avanzó La Información, los términos del acuerdo con Másmóvil para pagar por esa infraestructura donde no llega la suya propia después de la opa para hacerse con el 100% de Euskaltel.

Esta hiperactividad se produce en un mercado como el español, con una penetración de la fibra muy alta y con menos posibilidades de despliegues futuros (y sí la venta de infraestructuras ya construidas). En otras plazas como Reino Unido, la ‘fiebre’ es aún mayor en los últimos años, máxime cuando el regulador ha planteado la necesidad de acelerar esas construcciones. En este tiempo se han levantado alrededor de medio centenar de estos operadores alternativos respaldados por fondos que prometen miles de millones de financiación para ‘tumbar’ el monopolio de Openreach, la filial de redes de British Telecom. En este país se han producido otros movimientos en este sentido: Mubadala, el fondo soberano de Abu Dabi, ha inyectado 1.125 millones de libras esterlinas (1.300 millones de euros) en la gestora CityFibre (que ya recibió el respaldo de Goldman Sachs hace cuatro años). Por su parte, Mikhail Fridman, magnate ruso dueño de la cadena española de supermercados DIA a través de Letter One, anunció un plan de 1.000 millones de libras para crear una nueva empresa de banda ancha bajo el nombre Upp.

Este frenesí inversor ha despertado algunos temores de saturación del mercado con 75 millones de líneas, más del doble del número de locales potencialmente desplegables en territorio británico, según explicaba el grupo de investigación Analysys Mason. La ‘fiebre del oro’ se ha vuelto a desatar en un mercado, el de las telecomunicaciones, con unos operadores exhaustos. Queda por ver si, como ya advierten desde Reino Unido, esto puede convertirse en una burbuja.

Mostrar comentarios