Repsol rechazó la térmica más moderna de Viesgo y hunde todavía más al carbón

  • La petrolera rechazó la compra de la central térmica de Los Barrios (Cádiz) que cumple con las directivas de emisiones de la UE
Central térmica de Los Barrios (Cádiz).
Central térmica de Los Barrios (Cádiz).
EP

La entrada de la petrolera Repsol en el mercado eléctrico, con la compra de centrales hidroeléctricas y de gas a Viesgo, ha extendido el certificado de defunción del carbón en España. El acuerdo -750 millones por 2.350 MW de capacidad de generación- excluyó cualquier posibilidad de compra de las centrales de carbón de Viesgo, incluida la de Los Barrios (Cádiz) pese a que la instalación cumple con la directiva de emisiones industriales de la UE y ha reducido sus emisiones de óxidos de nitrógeno de 500 a 200 miligramos por metro cúbico

La última gran operación en el sector energético español confirma que no sólo el futuro, también el presente, pasa por las energías menos contaminantes. Repsol ha comprado a los fondos propietarios de Viesgo, Macquarie y Wren House, centrales hidroeléctricas en Asturias y Cantabria (Navia, Picos y Aguayo-Aguilar) y ciclos combinados en Cádiz y Aragón. Del carbón, ni hablar, pese a que Viesgo lo incluyó en el primer contacto negociador con la petrolera.

Control de emisiones

Ni la modernización de las centrales térmicas de carbón, ni las importantes inversiones realizadas en los últimos años para controlar sus emisiones de gases convencen a los potenciales inversores. El chiste sale solo por fácil, pero es real: el futuro del carbón es negro. De forma implícita lo reconoce hasta Viesgo, propietaria de dos grandes térmicas: la de Puente Nuevo en Córdoba (384 MW) y la de Los Barrios (Cádiz), de 589 MW y capaz de generar energía suficiente para el suministro anual de 1,5 millones de hogares.

Gráfico carbón España.
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Viesgo invirtió 80 millones de euros en Los Barrios en los años 2015 y 2016 para instalar un reactor catalítico selectivo (CSR) y reducir en un 60% las emisiones de residuos. Pero la suerte parece echada. "Los Barrios -explica Viesgo- seguirá [tras la venta de otras centrales a Repsol] en el perímetro de Viesgo y su situación regulatoria y medioambiental se mantiene en los mismos términos que estaba". "El futuro de una central como esta" continúa "depende exclusivamente de las decisiones de política energética que se tomen a nivel nacional y europeo".

En Europa, la cosa está clara. La Comisión Europea publicó en agosto de 2017 una nueva normativa que endureció los límites de emisiones de gases contaminantes para las centrales térmicas. La mayor parte de las centrales en Europa, incluida España, no cumple con las exigencias

A nivel nacional, el horizonte también es el cierre. Lo explicó en una reciente entrevista la nueva ministra de Transición Ecológica: "Vamos a trabajar en ir cerrando de manera razonable todo ese potencial térmico de carbón. Pero eso no se puede hacer de cualquier manera". El plazo no es muy largo: "Veo poco claro que pueda haber ninguna central de carbón eficiente desde el punto de vista económico —en el contexto regulatorio actual y de demanda social— en Europa más allá de 2030" concluyó Ribera.

Una dura pelea

Lo que sabe la recién llegada al sector Repsol, lo saben también las compañías que aún controlan el mercado eléctrico, Iberdrola y Endesa. Iberdrola, en dura pelea con el exministro de Energía Álvaro Nadal, prepara el cierre de las dos centrales de carbón -170 empleos- que aún mantiene en Lada (Asturias) y Velilla (Palencia). Su calendario de clausura está marcado para antes de 2020.

También en Endesa quiere cerrar instalaciones. Pero la eléctrica diferencia entre centrales que consumen carbón nacional, más contaminante, de las que utilizan carbón importado. La eléctrica que preside Borja Prado ha reactivado sus planes para cerrar, en 2020 a más tardar, las centrales eléctricas de Andorra (Teruel) y Compostilla (León).

Endesa tiene previsto presentar las solicitudes de clausura antes de fin de año. No habrá impacto sobre las plantillas, que serán recolocadas. Las razones del cierre son sencillas: no es económicamente viable adecuar las plantas a las exigencias medioambientales de Bruselas. Según cálculos de la European Climate Foundation, ajustar las instalaciones térmicas de carbón a esas exigencias supondría invertir más de 1.100 millones de euros.

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