División en la extrema izquierda

Díaz se aferra a Sánchez para el envío de armas a Ucrania frente al 'pataleo' de UP

La decisión de enviar armamento a Ucrania ha encendido todas las alarmas entre los socios del Ejecutivo, que han expresado su indignación y evidencia una ruptura a la vista, con la ministra de Trabajo en la diana.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la visita el Centro Nacional de Medios de Protección (CNMP), que forma parte del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) a 03 de marzo del 2021 en Sevilla (Andalucía, España) Eduardo Briones / Europa Press 03/3/2022
Díaz acerca posturas con Sánchez en la 'guerra' del Gobierno y la escisión de UP. 
Europa Press

La cruel guerra de Vladímir Putin ha devuelto a Pedro Sánchez a la triste realidad de los muertos y los heridos, y también a los disgustos de la política nacional. Tras unos felices quince días de alegre remanso por la tormenta propiciada en la casa del Partido Popular, el presidente del Gobierno ha regresado a su habitual estilo de contraórdenes y cambios de opinión: donde dije digo, digo Diego. Fue el lunes pasado, en el Telediario de TVE cuando Sánchez descartaba sin fisuras el envío directo de material bélico a Ucrania amparándose en que España contribuiría a través del Fondo para la Paz de la Unión Europea para ofrecer las armas correspondientes.

El propio presentador insistió en la cuestión para subrayar la importancia de la decisión y el presidente del Ejecutivo aseveró lo dicho sin matizar ninguna alteración, ni ninguna otra circunstancia que pudiera dar a entender un posible cambio de postura. El martes a media mañana la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, mantuvo lo dicho el día anterior sin ningún tipo de rectificación. Pero las cosas dieron un vuelco radical por la tarde, cuando en Moncloa empezaron a ver que la inmensa mayoría de los socios europeos decidían modificar su estrategia y enviar armas de manera directa, incluidos los socialdemócratas de Alemania y Portugal, e incluso países neutrales como Suecia y Finlandia, que no forman parte de la OTAN.

La reacción de los aliados pilló por sorpresa al Gobierno y al propio Sánchez, que vivía sin remordimientos en su ambigüedad de desconectar de los compromisos bélicos frente a Ucrania, cargándole la responsabilidad a la Unión Europea. Los lunes no envíanos armas, los miércoles ya veremos. Era el momento de cambiar de estrategia y abandonar el papel de bichos raros en una Europa que apuesta sin fisuras en pro de la libertad y en contra de Putin. España estaba en el lado equivocado. La federación rusa intenta destruir con todo tipo de armas a un país soberano con el innoble objetivo de acrecentar su expansionismo y alimentar sus fronteras. El verdugo no puede estar al mismo nivel que la víctima.

De repente todo cambió. Sánchez se dio cuenta de que debía rectificar y se subió a la tribuna del Congreso para decir lo contrario que había dicho 48 horas antes. Todo lo que el lunes parecía normal y bajo control, el miércoles saltaba por los aires, sin decir claramente el por qué de esa nueva actitud. La mayoría del Gobierno se empeñaba en defender sin argumentos que lo sucedido “no es una rectificación” y que en el Ejecutivo hay una unidad de criterio absoluta. Pero no, las cosas no eran tan placenteras como nos vendían.

La nueva decisión de enviar material bélico a Ucrania provocaba que se encendieran todas las “alarmas” políticas en la bancada azul y en los apoyos del Gobierno, principalmente en el sector 'podemita' con Irene Montero, Ione Belarra y Pablo Echenique, en calidad de contestatarios plenipotenciarios, que además no se molestaban en ocultar su indignación en el hemiciclo, ni con sus “falsos” aplausos como rechazo a las palabras pronunciadas por un cambiante Sánchez.

Todos ellos tenían cara de que alguien les había birlado la cartera en sus propias narices, y que ese cambio de actitud estaba previsto horas antes sin que les hubieran avisado de ello. La única informada de manera discreta fue Yolanda Díaz, que además de no poner ni un pero a lo dicho por el 'jefe', cada día demuestra estar más encantada con su líder, no el de Unidas Podemos, sino el del PSOE, Pedro Sánchez, al que tributa cierta pleitesía. Todo ello en contra de la actitud de sus otros colegas de la izquierda comunista y equidistante, como son EH-Bildu, ERC, BNG o la CUP, que exigen que se imponga la vía diplomática en lugar de las armas, sin molestarse en comprobar que los ataques a Ucrania salen de Rusia, y que no es lo mismo ser agresor que ser agredido. La CUP llegó a exigir -ya que la ocasión la pintan calva- la disolución total de la OTAN.

Sánchez quiere salvar los muebles con Ucrania, pero tendrá que unir -si es que sabe y puede- la heridas sufridas por su vicepresidenta segunda de Gobierno, Yolanda Díaz, con su futura coalición, Unidas podemos, cuya ruptura es cada día más evidente. Las distancias que marcan ambas partes, por un lado el sector duro formado por Montero, Belarra y Echenique; con la aspirante a candidata -todavía pendiente de su lanzamiento electoral-, Yolanda Díaz, tiene un marcado tono de acritud y enfrentamiento. Lo que antes parecían simples diferencias, ahora ya son evidencias que se convierten en duros enfrentamientos sin disimulos. Sin olvidar, por ejemplo, la convocatoria del Ministerio de Igualdad, que lidera la ministra Montero, y que ha pedido convertir las manifestaciones feministas del 8 de marzo en las del 'No a la guerra', una decisión que sin duda hará muy feliz a Sánchez gracias a las contradicciones de su propio Gobierno.

Más allá de lo que ocurra en Ucrania, el enfrentamiento entre el sector 'podemita' y a su vez el sector socialista está servido, y no parece que tenga fácil solución

Por si fuera poca la afrenta, esta misma semana la dura pelea entre ministras del sector morado se convirtió en una palpable y cruda realidad. El jueves, la responsable de Derechos Sociales, Ione Belarra, acusó al mismísimo presidente del Gobierno de “contribuir a la escalada bélica al enviar armas”. Minutos después, la otra ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda, salió con gesto firme a cerrar filas con Pedro Sánchez y respaldar el envío de armas de manera bilateral a Ucrania, con el apoyo incluido de Podemos: “El presidente del Gobierno cuenta con todo nuestro apoyo”. Sin embargo, las contrarréplicas dedicadas a Díaz por parte de sectores de Unidas Podemos, en un claro enfrentamiento de posturas, no se hicieron esperar: “Hay que escuchar a todos los partidos de la coalición para hablar de Unidas Podemos”.

Estos serios enfrentamientos en el espacio de la extrema izquierda hacen que las partes y los bloques se reconfiguren. La dirección de Podemos y la vicepresidenta segunda han hecho estallar una presión que lleva tiempo sufriéndose, y está obligando a que los diferentes actores tomen partido tras el último enfrentamiento. Ya nadie duda de que Unidas Podemos en el Gobierno se ha partido en dos. Díaz, que todavía está en fase de consultas, tiene de momento los apoyos de los ministros de Consumo, Alberto Garzón, y Universidades, Joan Subirats, este último representa la cuota de los 'Comuns' de Ada Colau, que también apoya a la vicepresidenta segunda.

En la encarnizada lucha por controlar Podemos ya existían ciertas diferencias políticas, pero se han sumado ahora otras desigualdades por la manera de afrontar la guerra de Ucrania, y obligan a que todos los miembros del partido se replanteen su posición al respecto. Está claro que no es un debate de contenidos, esa es siempre la coartada para marcar distancias, sobre todo es un enfrentamiento de poder y liderazgo entre el sector Montero-Belarra versus Díaz-Colau. A pesar de ello, la lucha política zarandea y erosiona la unidad de Podemos pero sin una ruptura definitiva dentro del Gobierno, al menos de momento y hasta que se abran nuevos pasos en el escenario bélico.

La CUP llegó a exigir la disolución total de la OTAN

Hay que insistir en que más allá de lo que ocurra en Ucrania, el enfrentamiento entre el sector 'podemita' y a su vez el sector socialista está servido, y no parece que tenga fácil solución. Pedro Sánchez apuesta claramente por Yolanda Díaz y un proyecto político fuerte encabezado por ella, y que sea útil de cara a revalidar la coalición de Gobierno, algo que todas las partes consideran necesario tras las elecciones, aunque con diferentes posturas e intereses. En el otro extremo, la secretaria de Podemos, Belarra, remarcó una vez más en un vídeo-mensaje que la solución -paradójicamente- no está en lo que decide el Gobierno de Sánchez, de ofrecer más armas a Ucrania, sino en “la defensa de la paz y la democracia”, y añadió que “nuestro país debe ayudar apostando en serio por la vías diplomáticas”.

Pero si alguien, incluido Sánchez, cree que está batalla en Unidas Podemos, con efectos colaterales hacia el PSOE, se circunscribe a la guerra de Ucrania se equivoca. Este domingo los distintos bloques 'podemitas' mostrarán un día más sus diferencias, y las ministras Montero y Belarra protagonizarán un acto reivindicativo con el título 'Feminismo para cambiarlo todo', en el que no participarán -no están invitadas- Yolanda Díaz ni Ada Colau, ni nadie de 'Comuns'. En definitiva, empieza la hora de tomar partido por un líder u otro, una decisión arriesgada porque puede provocar una nueva ruptura en Unidas Podemos, algo que les hundiría definitivamente.

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