Nueva relación con Marruecos

El fosfato del Sáhara se erige en defensa frente a la amenaza agrícola de Rusia

El Kremlin busca restringir las exportaciones de productos químicos como los fertilizantes solo a países amigos en respuesta a las sanciones de Occidente. 

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez se reúne con el Rey de Marruecos Mohamed VI Presidencia del Gobierno (Foto de ARCHIVO) 19/11/2018
El presidente Pedro Sánchez en una reunión con el Rey de Marruecos Mohamed VI en 2018
Borja Puig de la Bellacasa

"Nuestra comida contra sus sanciones". Rusia tiene con qué negociar en la guerra económica contra Occidente. Tras recurrir al suministro energético, ahora la amenaza se traslada a la industria alimentaria donde tiene un papel clave porque el país es exportador de uno de los productos más esenciales: los fertilizantes. Se trata de una arista más del conflicto que deja en evidencia la dependencia exterior, sobre todo de Europa, y obliga a buscar nuevos socios. Marruecos ya juega un papel clave en el sector, gracias a las reservas del Sáhara Occidental, y ahora podría consolidarse como exportador justo cuando España estrena relaciones diplomáticas con el país africano.

Desde el Kremlin se ha instado a las compañías a restringir las exportaciones agrícolas rusas solo a países amigos. "La seguridad alimentaria de muchos países depende de nuestros suministros", afirmó el expresidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvedev. De cumplir esta estrategia, estaría en juego una parte de la producción de nitrógeno (10,6%), fosfato (6,4%) o potasa (20%), recursos que se emplean para fabricar fertilizantes. El sector ya arrastraba una crisis por los precios de las materias primas y ahora se agrava por las consecuencias de la guerra. 

"La situación va a tener un impacto importante en los proveedores de fertilizantes, que están reduciendo su producción", indican Eugenio Piliego y Klaus Kobold, analistas de Scope Ratings. Además, la crisis que supone la amenaza de Rusia se produce cuando los agricultores se encuentran "en una fase crucial de la temporada agrícola y los cálculos más extremos indican que, si no se añade fertilizante al suelo, los cultivos pueden reducirse en un 50% para la próxima cosecha", alerta Mark Lacey, también analista de Schroders.

El peso de Marruecos en el mercado de fosfatos es mayor que la influencia rusa, con más del 17% de la producción, pero, además, tiene bajo su control las mayores reservas a nivel mundial. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), el Gobierno marroquí tiene en su poder para explotar más del 70% de todo los recursos que existen de este material en el mundo. El fosfato es una fuente natural de fósforo, elemento. a su vez que aporta la cuarta parte de todos los nutrientes que las plantas necesitan para su crecimiento y desarrollo. 

Khouribga, Youssoufia, Ben Guerir y Bucraa son las principales minas de fosfatos marroquíes. Sin embargo, la última se encuentra en el Sáhara Occidental, en los territorios que el pueblo saharaui, liderado por el Frente Polisario, consideran ocupados. Los recursos de la zona representan una de las partes del conflicto geopolítico en el que España se ha visto envuelto a lo largo de los años. De hecho, fue el gobierno español quien descubrió la mina Bucraa y la empresa que gestiona su explotación tiene origen español. 

Las compañías detrás del mercado de los fosfatos

Tras descubrir los recursos del Sáhara, España empezó a explotarlos a través de la compañía Fosbucraa -actualmente Phosboucraa-, sin embargo la retirada del territorio en 1975 supuso su cesión. "Los Acuerdos de Madrid establecieron la cesión del 65% de los yacimientos de fosfatos a Marruecos, que se materializó en la venta de acciones de Fosbucraa en manos del INI (predecesor de la SEPI) a la empresa pública marroquí Office Chérifien de Phosphates –OCP-", explica un estudio del Instituto Español de Estudios Estratégicos publicado en 2014 sobre los intereses económicos de la zona. La desvinculación total de España se culminó en 2002. 

Phosboucraa está actualmente integrada en OCP y en 2021 representó cerca del 2,12% de los ingresos totales del grupo. Se encarga de la gestión de la mina de Bucraa, que cuenta con una capacidad de extracción de 4 millones de toneladas de roca fosfórica al año, transportadas a lo largo de una cinta transportadora de 102 km (la más larga del mundo) hasta el puerto de El Aaiún, en frente de las islas Canarias, para su procesamiento y exportación.

Pese al vínculo histórico, la relevancia del fosfato del Sáhara para España en la actualidad está en la relación comercial con Marruecos, que tras el giro del Gobierno se plantea más estrecha. Las exportaciones de fosfatos marroquíes se realiza a través de la empresa pública OCP, que el año pasado ingresó más de 8.000 millones de euros, un 50% más que el año anterior. Además, sus perspectivas son positivas como reconoció en la presentación de sus resultados anuales: "desde finales de 2021, los precios han tenido una tendencia al alza, lo que refleja la situación de oferta/demanda ajustada, así como otras restricciones de suministro relacionadas con el conflicto entre Rusia y Ucrania y las sanciones de Bielorrusia".

Uno de las compañías rivales de OCP en las exportaciones de fosfatos es la rusa PhosAgro, la única que mantiene las ganancias en la Bolsa de Moscú desde el inicio del año y pese a los desplomes que provocaron las sanciones contra Rusia. Desde enero sube más de un 26%. En los últimos días, el precio de sus acciones registra fuertes ganancias en una apuesta clara de los inversores del país. Se trata de un holding químico ruso, en manos de oligarcas próximos al Kremlin, que suministra diferentes fertilizantes -fosfatados, urea, amoníaco, entre otros- y controla todo su proceso de producción. 

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