Por encima de 2.100 dólares

La tendencia es más favorable para el oro pese a sus nuevos máximos históricos

El metal dorado vuelve a brillar en un contexto generalizado de subidas de precios en los activos financieros e incluso en los alternativos como el Bitcoin que algunos consideran que rivaliza como activo refugio.

Lingote de oro
Lingote de oro
Pixabay

El año 2024 ha arrancado como un ciclón para muchos activos, después de un 2022 aciago y un 2023 en el que se trazó la recuperación en muchos segmentos. Desde el mes de enero Wall Street ha conquistado máximos históricos, Bitcoin ha cosechado su récord y los índices europeos también siguen en firme tendencia alcista. Pero esto no queda aquí. El precio del oro en las últimas horas ha superado el nivel de los 2.100 dólares la onza y se encamina a un ciclo expansivo en un entorno que, según los expertos, le puede ser muy favorable.

El año 2023 estuvo dominado por la "incertidumbre", debido, por un lado, a la evolución de la inflación y, en consecuencia, a la actuación de la política monetaria y, por otro, al aumento de las tensiones geopolíticas. Por no hablar de las incertidumbres relacionadas con los niveles récord alcanzados por las deudas soberanas. “En fases de incertidumbre, el metal dorado cumple tradicionalmente su papel de activo refugio, y las compras resultantes sostienen su precio", expone Diego Franzin, responsable de estrategias de Plenisfer Investments (Generali).

Por el contrario, lo que sirvió de apoyo principalmente el precio del oro en el pasado ejercicio fue un segundo factor: la fuerte demanda de los bancos centrales. El metal amarillo desempeña un papel importante en sus reservas mundiales. Tras el estallido de la crisis financiera de 2008, asistimos a un cambio fundamental, con los bancos centrales reevaluando progresivamente el papel y la relevancia del oro en las reservas como respaldo de las respectivas divisas nacionales.

Concretamente, los bancos centrales de los mercados emergentes aumentaron sus compras de oro, mientras que la Fed y el BCE mantuvieron constantes sus reservas y dejaron de vender. “Sólo en el tercer trimestre del año pasado, por poner en contexto, los bancos centrales compraron colectivamente 337.000 toneladas de oro, la segunda cifra más alta jamás registrada para un tercer trimestre, lo que eleva las compras netas anuales a la asombrosa cantidad de 800.000 toneladas, un aumento del 14% con respecto a 2022”, argumenta Franzin.

Camino por recorrer

El oro suele tener un buen comportamiento con los tipos de interés reales en negativo. Es decir, cuando la rentabilidad de los bonos estadounidenses está por debajo del nivel de inflación. Esto es algo que no ha ocurrido en 18 meses por lo que el despegue del activo refugio podría estar dotado de mayor importancia pensando en el largo plazo, dado que aún falta el ciclo de bajada de tipos por parte de los bancos centrales. Algo que, siguiendo la historia, favorecería a la commodity.

Cabe recordar que los tipos de interés en Estados Unidos se sitúan en el 5,5%, su nivel más alto desde el ciclo del 2007, mientras que el IPC general supera el 3%. Esto lleva a que los tipos reales estén en terreno positivo. Y aún así, el comportamiento del oro ha sido alcista. Desde noviembre del 2022, hasta la actualidad ha pasado de los 1.700 dólares la onza a los más de 2.100 dólares la onza actuales.

De hecho, la consiguiente subida de los rendimientos de la deuda pública estadounidense a 10 años en casi 50 puntos básicos y la apreciación del dólar estadounidense fueron malas noticias para el oro. Esto también se observa en las tenencias mundiales de ETFs de oro, que siguen registrando constantes salidas y ya son un 25% inferiores a las de hace dos años.

“La perspectiva de tipos de interés elevados durante un periodo de tiempo más largo hace que el oro parezca poco atractivo en competencia con otras clases de activos, por lo que está siendo rechazado por los inversores”, comenta Kerstin Hottner, responsable de 'commodities' en Vontobel. No obstante, el precio está yendo por otro lado. Los bancos centrales siguen realizando importantes compras de oro debido a los riesgos geopolíticos y a la creciente necesidad de diversificar las carteras.

Los países en desarrollo y emergentes en particular, como China, India y Turquía, intentan cada vez más alejarse de las reservas de dólares estadounidenses en favor del oro. “Este apoyo debería seguir siendo notable en los próximos años, ya que los bancos centrales citados disponen todavía de cierto margen de diversificación en comparación con los países industrializados”, dice Franzin.

En opinión de Hottner, actualmente, los riesgos a la baja para el oro son limitados. Si al elevado volumen de compras físicas se suman las entradas de capital potenciales de cara al futuro de los fondos cotizados (ETF), el oro “podría dar un salto al alza mucho mayor”. En este contexto, la trayectoria de los tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense sigue siendo la fuerza motriz. “Si la Fed inicia su ciclo de recorte de tipos en verano, los metales preciosos serán sin duda uno de los mayores beneficiarios", augura.

Para Franzin, esta tendencia alcista podría continuar, especialmente apoyada por los países emergentes que se enfrentan a un proceso de desdolarización, sobre todo en Asia. “Pensemos que las reservas de oro de los bancos centrales representan el 34% del total en Norteamérica -el nivel más alto de la historia-, frente al 2% de China o el 5% de Sudamérica… Aunque no esperamos que provoque un cambio de régimen en el dólar como moneda de referencia internacional, sí podría dar lugar a que el oro tenga un mayor impacto en las reservas en comparación con la cantidad de dólares en manos de los bancos centrales”, termina.

Mostrar comentarios