La emigración a la locomotora europea

Españoles en Alemania: de campesinos socialdemócratas a ingenieros 'verdes'

En medio siglo, la migración ha cambiado. Ahora son jóvenes licenciados que hablan inglés o alemán y que, a diferencia de sus abuelos, desarrollan su carrera desde niveles medio-altos de las empresas.

Emigrantes españoles en Alemania en los años 60
Emigrantes españoles en Alemania en los años 60
EFE

Esteban Fernández (Madrid, 1987) consiguió unas prácticas para trabajar en una empresa alemana en 2015. Es licenciado en Administración de Empresas. Desde entonces, ha ido consolidando su puesto y ahora vive allí. Casado con una española, tiene una hija, y ahora su familia forma parte de los 180.000 españoles que viven en Alemania, según el Registro Central de Extranjeros alemán (AZR). 

Esteban juega con ventaja. Desde pequeño estudió el idioma alemán en un colegio privado de Madrid, lo cual le facilitó entrar en una multinacional automovilística. Vive en Múnich y echa de menos la comida española y, sobre todo, la gran costumbre nacional: "Salir de cañas con los amigos".

Su caso es el ejemplo de la nueva migración española: jóvenes licenciados universitarios, que hablan inglés o alemán y que, a diferencia de sus abuelos, desarrollan su carrera desde niveles medio-altos de las empresas: ingenieros, informáticos, arquitectos, programadores, sanitarios, soldadores, electricistas y hasta albañiles con mucha experiencia. En medio siglo, la migración española a Alemania ha cambiado. Los españoles que salieron en los años sesenta iban a cubrir puestos de trabajo manuales o de peones en la construcción o en las industrias alemanas: Bayer, Volkswagen, BMW… No tenían ni siquiera una formación básica, y mucho menos, idiomática. Comparada con la emigración actual, aquella fue una inmigración más dura por una serie de razones:

El golpe del idioma. La emigración española de los años sesenta no tenía conocimiento de otro idioma que no fuera el suyo. Por esas fechas, el segundo idioma que se estudiaba en España era el francés, pero los inmigrantes apenas hablaban bien el español.

La tristeza del desarraigo. Los españoles pasaban largas temporadas en Alemania sin volver a su patria por una razón muy sencilla: era muy caro. Lo mismo sucedía con las llamadas telefónicas, de modo que los emigrantes recurrían al viejo método epistolar (cartas de papel con su sello) que era mucho más asequible a sus bolsillos. Todo eso les creaba un profundo sentimiento de desarraigo y de amor al terruño.

La formación débil. El nivel de formación de los emigrantes españoles era muy bajo por una razón estratégica: el régimen de Franco organizaba los desplazamientos a través del Instituto Nacional de Emigración. En aquellos años, el régimen apostó por la industrialización y se conoció el mayor crecimiento económico de la historia. Para evitar la salida de mano de obra cualificada, se procedió a enviar al extranjero a los menos cualificados (trabajaban de peones, de mineros o de operarios básicos). Salieron de miles de pueblos agrícolas donde la renta era muy baja.

El incómodo viaje. Los españoles viajaban en trenes de la época que para largos trayectos eran todo menos cómodos: con asientos de madera, y algunos sin calefacción. Llevaban varias maletas, otros cajas o simplemente una bolsa, en función de la pobreza.

Las remesas. En 1959, Franco decidió devaluar la peseta de 42 a 60 pesetas por dólar. Eso significaba devaluar la peseta frente a otras monedas fuertes como el marco alemán. Las remesas que enviaban los emigrantes españoles a sus familias en España eran mucho más jugosas que antes de la devaluación. Contribuyó a equilibrar la balanza de pagos española.

El efecto llamada. Los sueldos, elevados en comparación con España, eran sin duda la mejor cualidad que encontraban los españoles de entonces. Cuando volvían a España de vacaciones, sobre todo a los pueblos más humildes, los españoles que trabajaban en Alemania ejercían un efecto llamada por su nivel de vida y sus ingresos. Entonces, hacían que se engancharan más españoles a Alemania, como mostraba la película “Vente a Alemania, Pepe”.

Poca socialización. A la falta de conocimiento del idioma se sumaba que los caracteres eran muy diferentes: los españoles consideraban a los alemanes secos y fríos, y no se juntaban con ellos. Preferían reunirse en peñas y seguir con el contacto de sus conciudadanos. Tampoco hablaban un alemán perfecto.

De tendencia socialdemócrata. “Los inmigrantes de entonces eran de tendencia socialdemócrata: les gustaba el SPD", dice Alfredo Sánchez, presidente hasta 2020 de la Confederación de Asociaciones Españolas de Padres de Familia en la República Federal de Alemania. La mayoría prefería mantener la nacionalidad española por lo cual no tenían el derecho de voto.

“Los españoles de hoy están entre Los Verdes y los conservadores de la CDU de Ángela Merkel porque se ocupan más de los inmigrantes que el SPD"

Se calcula que a Alemania llegaron 600.000 españoles entre 1960 y 1973. El número de españoles registrados en Alemania a finales de 2019 era de 177.755, según los datos del Registro Central de Extranjero (AZR) de Alemania, reportados por la web España en el Exterior. Muchos de ellos, son hijos de los españoles que emigraron en los años sesenta: concretamente unos 27.000. En 2019 hubo 14.000 nuevos españoles que trataron de buscar su destino en Alemania. ¿Cómo son?

Dominio del idioma. A diferencia de sus abuelos, un gran porcentaje hablan inglés e incluso algunos toman cursos de alemán antes de partir. “El perfil de los españoles es muy atractivo para Alemania ya que los jóvenes están muy bien formados”, afirmaba Pilar Martínez a 'La Opinión de Málaga'. Martínez forma desde hace años a jóvenes que desean aprender alemán. Según esta profesora, los alemanes valoran muchísimo que se estudie alemán cuando se contacta con ellos. La actual generación puede presumir de manejar mejor el inglés bilingüe, o por lo menos, tener nociones de inglés, el idioma universal. Es más, muchas empresas multinacionales alemanas se conforman con que el inmigrante hable algo de inglés.

En avión un par de horas. Un viaje en tren a Alemania en los años sesenta que saliera de la estación del Norte (Príncipe Pío) podía durar un par de días. Ahora, en un par de horas están aterrizando en Fráncfort. E-dreams ofrece vuelos por 44 euros y se pueden conseguir incluso más baratos.

Whatsapp en lugar de cartas. ¿Desarraigo? Los jóvenes pueden hablar con sus familiares y amigos en España sin pagar: basta conectarse a una red wifi de un restaurante en Alemania para hacer llamadas gratis o enviar wasaps y correos electrónicos. Darse de alta y pagar una tarifa barata hace el resto cuando no se tiene una red wifi.

La red europea. La España del siglo XXI forma parte de la Unión Europea y se beneficia de todas las ayudas. La red Eures, por ejemplo, es el portal europeo de movilidad donde los jóvenes buscan y encuentran trabajo en cualquier punto de Europa. En estos momentos, Alemania necesita unos 200.000 inmigrantes al año debido al crecimiento de sus empresas, al envejecimiento de su población y a la baja natalidad. Eures, por decirlo de alguna manera, es el sustituto del Instituto Nacional de Emigración.

Alta formación. Entre los 14.000 españoles que cada año intentan labrar su futuro en Alemania hay un alto porcentaje de titulados universitarios. Muchos de ellos son científicos, arquitectos, licenciados en ADE o sanitarios. Hay 4.000 ingenieros, un tercio de los cuales son mujeres. También hay personal muy cualificado como electricistas o albañiles con años de experiencia, o expertos en calderería o soldadores que han aprendido en España en cursos de FP y que debido al parón de la construcción tras la crisis de 2008 tuvieron que emigrar. En 2012, cuando viajaron un grupo de españoles a trabajar a Alemania, les recibió la ministra de Trabajo, Ursula von der Leyen, que les dio las gracias en su despacho y les ofreció una visita guiada por Berlín. Hoy Von der Leyen es la presidenta de la Comisión Europea. También es verdad que cada año abandonan el país teutón unos 8.500 españoles, ya sea porque han completado sus contratos, porque han encontrado un trabajo en España que, aunque peor pagado, les permite volver a su tierra, o sencillamente, porque sus expectativas eran demasiado elevadas.

Altos salarios. Si en algo se parece la emigración de los sesenta a la actual es que los españoles van a un país de altos salarios. Por ejemplo, las empresas de Baviera pagan 2.600 euros a los albañiles españoles, según los datos de Eures. Una empresa constructora de un pueblo bávaro ofrecía a los albañiles españoles 30 días de vacaciones, un teléfono móvil pagado por la empresa y cursos de formación, informaba as.com. Solo pedía amplia experiencia como albañil, algo de alemán (no era indispensable) y carnet de conducir.

Más inclinados a Merkel y Los Verdes. “Los españoles de hoy están entre Los Verdes y los conservadores de la CDU de Ángela Merkel porque se ocupan más de los inmigrantes que el SPD [la canciller que no se presentará en las próximas elecciones del 26 de septiembre]”, añade Alfredo Sánchez, quien desconoce cuántos españoles tienen la nacionalidad alemana, pero cree que las nuevas generaciones de hijos de españoles quieren tener la nacionalidad alemana y participar más en la política.

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