Personajes a contracorriente

Jacinda Ardern, la 'premier' que venció al virus tras dar la vuelta a los sondeos

Nueva Zelanda solo ha tenido 22 fallecidos y fue uno de los primeros países en erradicar el virus. Tras su éxito contra la Covid-19 o reducirse el sueldo un 20% es una de las políticas más admiradas del planeta.

EFE
Jacinda Ardern, la 'premier' que venció al virus tras dar la vuelta a los sondeos
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El presidente Pedro Sánchez y todos sus ministros se bajaron el sueldo un 20% para dar ejemplo en medio de los peores días de la pandemia. ¿Se lo creen? Es mentira. No fue Sánchez ni sus ministros. Quien sí lo hizo fue la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, y además sus ministros y todos los directores de las instituciones públicas de ese país en medio de Oceanía.

El gesto de Ardern dio la vuelta al mundo y la confirmó como una de las políticas más admiradas del planeta. En aquellos días Nueva Zelanda solo tenía 1.500 casos confirmados, frente a los casi 5.000 diarios que registraba España a mediados de abril. Hasta ahora Nueva Zelanda solo ha tenido 22 fallecidos y 1.700 contagiados y fue uno de los primeros países en erradicar el virus. Cerró las fronteras cuando no había ningún fallecido y decretó un confinamiento de cuatro semanas. Esa fue su fórmula.

Desde entonces no han cesado de aparecer loas a su gestión. "Su estilo de liderazgo positivo ha hecho que la gobernante de uno de los países más pequeños del mundo logre ser incluida durante dos de sus tres años de gobierno (2018 y 2019) en la lista de las 100 personas más influyentes del de la revista' Time'", decía la BBC. Incluso se ha desatado la "jacindamanía".

Todo en ella parece ir contracorriente. Fue elegida primera ministra en 2017 con tan solo 37 años, la gobernante más joven del mundo. Al año siguiente dio a luz y, para dar ejemplo, se tomó su baja de maternidad durante seis semanas. Para seguir dando ejemplo, al año siguiente se llevó a su bebé a la Asamblea de Naciones Unidas.

Jacinda Kate Laurell Ardern nació en Hamilton en 1980. Es la segunda hija de un matrimonio mormón. En sus primeros años vivió en Murupara, una pequeña ciudad conocida por tener muchos maoríes, la población autóctona. Allí pudo ver, según confesó después, a "niños sin zapatos ni nada para comer". Eso la inspiraría para entrar en política. Su padre, un agente de policía, se convertiría en el alto comisionado del Gobierno de Nueva Zelanda en la isla de Niu.

Jacinda se trasladó con su familia a Morrinsville, al sureste de Auckland en Nueva Zelanda, donde asistió a la escuela primaria y secundaria. Se matriculó en Comunicación en la Universidad de Waikato en 1999. Antes de terminar la carrera comenzó su relación con el Partido Laborista. Allí fue escalando puestos hasta que Ardern llegó a tener un sitio en el gabinete personal de la primera ministra Helen Clark, quien fue su verdadera mentora.

En 2005, Ardern viajó a Gran Bretaña. Es costumbre en los jóvenes de la clase media y alta de Nueva Zelanda viajar al Reino Unido y trabajar en un pub de Londres para luego recorrer el continente. Pero la joven Jacinda trabajó durante dos años y medio en la oficina del primer ministro británico Tony Blair. Fue directora asociada de Better Regulation Executive. Su responsabilidad consistía en mejorar las relaciones entre las autoridades locales y las pequeñas empresas. En 2007 fue elegida presidenta de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY). Viajó a Argelia, China, India, Israel, Jordania y Líbano.

En 2008, con 28 años, fue elegida como diputada del parlamento neozelandés (la más joven) donde pronto destacó por su defensa de los maoríes. Por ejemplo, pidió la introducción obligatoria del maorí en las escuelas de Nueva Zelanda. Azotó al Gobierno conservador de Bill English por su respuesta "vergonzosa" al cambio climático. En 2017 fue elegida líder del Partido Laborista en un momento en que las encuestas les daban solo el 25% de los votos. Tenía que derrotar a Bill English, que llevaba muchos años al frente del Partido Nacional.

En su campaña, Ardern pidió educación universitaria gratuita, menos inmigración, despenalización del aborto y la creación de nuevos programas para aliviar la pobreza entre los niños. Empezó a extenderse la "jacindamanía" pues los expertos comparaban su carisma con el del primer ministro canadiense Justin Trudeau y el expresidente estadounidense Barack Obama. Los conservadores la acusaban de ser una inexperta en asuntos internacionales y que era solo una estrella sin brillo.

Uno de los momentos decisivos de la campaña llegó cuando un entrevistador le preguntó qué pensaba sobre la preocupación de los empresarios que contrataban a mujeres que después se quedaban embarazadas. Sin perder la calma, Ardern respondió: "Es decisión de la mujer cuándo tener hijos. No debe predeterminarla si tienen o no un trabajo o si tienen oportunidades laborales. Es totalmente inaceptable en 2017 decir que las mujeres deberían tener que responder a esa pregunta".

Por aquellas fechas se conocieron los amoríos de Ardern con Clarke Gayford, un presentador de un programa de televisión sobre pesca. Mientras tanto, su optimismo y su buena comunicación le iban ganando adeptos entre las mujeres y los jóvenes. Por fin, llegaron las elecciones de septiembre de 2107: Ardern no obtuvo la mayoría pero sus oponentes tampoco. Ni siquiera el apoyo de los Verdes era suficiente. Había que esperar los votos de neozelandeses en el exterior. Al final todo lo decidiría un pequeño partido de centro derecha, el NZ First (anti-inmigración) dirigido por un septuagenario. La retórica de su líder acusaba a los migrantes asiáticos de "importar actividades delictivas". Un mes después de las elecciones, este hombre, llamado Winston Peters, dio su voto a la coalición dirigida por Ardern.

Para desgracia de la 'premier', se dio a conocer a escala mundial en un día triste para su país. Un extremista supremacista blanco asesinó en marzo de 2019 a 50 personas y dejó heridas a otras 50 en dos mezquitas. Ardern lo calificaría de "su día más negro". Apareció con el velo musulman consolando a las víctimas y en su discurso defendió el carácter multicultural del país. "Fuimos elegidos porque representamos la diversidad, la bondad, la compasión, un hogar para quienes comparten nuestros valores, un refugio para quienes lo necesitan". Tras la matanza prometió combatir la libertad de portar armas. Meses después suavizó las medidas para permitir más inmigración.

Ahora Ardern tiene que demostrar si se ha ganado el afecto de los neozelandeses. En septiembre habrá elecciones (son cada tres años). Su final de mandato ha coincidido con la pandemia, y a pesar de que ha sido uno de los países que mejor la ha gestionado, ha tenido un duro impacto en la economía. El PIB ha caído un 1,7% en el segundo trimestre. Desde que la joven 'premier' está en el poder, la economía no ha crecido a las mismas tasas de casi un 4% de su antecesor.

Cuando los neozelandeses acudan a votar en este mes de septiembre se sabrá si la “jacindamanía” era una moda breve o una corriente con fuerza propia. A lo largo de 2019 el Partido Laborista fue perdiendo puntos, probablemente debido a que sus resultados económicos no eran tan buenos como los del Partido Nacional, y al impacto de la matanza en el ciudadano medio. En enero y febrero de este año estaba en su nivel más bajo en tres años, con los conservadores por delante. Pero justo después de la pandemia, a finales de primavera, remontó y ahora roza casi el 60%. Si se confirman estos datos, habrá "jacidamanía" para tres años más.

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