ANÁLISIS

La Sexta: así mantiene su fuerza en la noches electorales frente a una TVE débil

Ferreras ha puesto un (c) a su pactómetro.
Ferreras ha puesto un (c) a su pactómetro.
La Sexta

Al lado del nombre de 'pactómetro', Antonio García Ferreras ha puesto el símbolo de Copyright. Como si fuera la imagen de Coca Cola. O el logo de la patata frita con forma de 'M' del legendario envase del 'Happy Meal' de McDonalds. Cuestión de marca. Un gesto con el que el canal incide que la idea terminológica fue de La Sexta, aunque todos copiaran el concepto después. 

Crear simbología rotunda y sencilla en televisión es fundamental. Y La Sexta viene años fomentando una identidad contundente como cadena pegada a la información. Hasta con guiños traviesamente cómplices con el espectador como plantar el Copyright al 'Patómetro'. Su gran baza es la habilidad para crear citas con la pasión del periodismo en directo y, en los domingos noche, tiene bien concretada en la rutina del espectador que siempre existe un espacio informativo reconocible, ya sea 'Salvados', 'Lo de Évole' y, por supuesto, 'El Objetivo' de Ana Pastor.

También en las noches electorales la cadena verde ha afianzado una rutina con los especiales 'Al Rojo Vivo: Objetivo...'. Visualmente son reconocibles: con su mesa de análisis, con su música de día histórico, con el ritual del pactómetro (c), con la personalidad de Ferreras. Así La Sexta ha vuelto a liderar en una noche electoral, esta vez la de las elecciones catalanas del 14F. Incluso adelantando a TVE que tenía una propuesta de formato más amplio, con dos sets diferentes y una mayor versatilidad de contenidos. Pero la diferencia está en que Televisión Española no tiene proyectada una cita en la rutina del espectador en esta franja con el público potencial fiel a una emisión de estas características, que es una audiencia más minoritaria de la que se puede pensar desde el interés del periodista. 

Así La Sexta ha alcanzado un 10 por ciento de share y 1.820.000 espectadores con las elecciones de este 14 de febrero y La 1 de TVE se ha conformado con un 7.5 por ciento y 1.418.000 en el primer tramo del especial (de 21.00h a 22.25h) y un 4.1 por ciento y 652.000 en la parte más centrada en tertulia, entre las 22.36h al final a las 00:09h. Datos pobres en general en un prime time en el que lideró con fuerza la telenovela 'Mi hija' (17.2% y 2.658.000) en Antena 3, seguida del comodín 'Deluxe' en Telecinco (14.1% y 1.578.000). Lo que también define un cierto hartazgo de una sociedad con una percepción de estancamiento de la política en Cataluña.

Lejos quedan aquellos especiales de Ferreras que lideraban la noche en los que se recalcaban que eran días históricos para Cataluña, ahora el interés por la información se queda en sus techos de públicos más afines con el trajín político. Y ahí ha ganado La Sexta frente a una TVE que debe cubrir con fuerza la información pero que, a la vez, compite para atraer a una audiencia que está hastiada de tanta información. Complicado equilibrio que, a la vez, recuerda que el éxito de implantación de costumbres en televisión se construye a través de la constancia de la coherencia de los proyectos de largo recorrido. La Sexta lo tiene, La 1 como cadena pública generalista con tantos cambios cada legislatura lo sufre. Necesita un proyecto más estable en el tiempo. 

Televisión Española sigue siendo fuerte y suele alcanzar el liderazgo en grandes acontecimientos de calado institucional. Entonces el espectador acude al canal porque lo sigue asociando a la gran cadena con competitivo despliegue de medios y punteros profesionales en grandes y solemnes eventos en exteriores o lugares oficiales. Sin embargo, ahora a TVE le cuesta más abrirse hueco en especiales políticos instantáneos. Quizá ahí está el truco: en intentar que todas las retransmisiones favorezcan la sensación de que los servicios informativos de Televisión Española estén en el epicentro emblemático de la noticia y no parezcan una imitación de La Sexta. Y este domingo se intentó con el estreno de un gran plató y una propuesta de presentación de datos, compleja y diferente, siguiendo el modus operandi tradicional de Televisión Española pero con nuevos adelantos tecnológicos. Pero sólo con un gran despliegue puntual cuando toca no basta, la cadena necesita ser influyente estructurando mejor las citas de su programación y organizándolas bajo una entidad atractiva que invite al espectador a quedarse. No sólo a través de la necesidad de potenciar los Telediarios -ya lo están haciendo-, sobre todo distinguiéndose de sus rivales con entretenimiento inspirador. Y eso se consigue con osadas miradas propias que no se parezcan a nadie y que se coloquen con organizada estabilidad en la parrilla. Ahí está el porvenir de TVE. O la audiencia se olvidará de conectar. Incluso en una efervescente noche electoral.

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