La diplomacia de Twitter

Cómo Marruecos logró arruinar la política española hacia el Sáhara con 34 palabras

Sáhara, conflicto Marruecos y Frente Polisario
Cómo Marruecos logró arruinar la política española hacia el Sahara con 34 palabras
Agencia EFE

‘Quid pro quo’. Algo a cambio de algo. Esta es la sensación que produce en el espectador el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental realizada por el presidente de los Estados Unidos. Obedeciendo a su conocido pragmatismo y eficiencia, Donald Trump ha despachado esta cuestión en un tuit de tan solo 34 palabras.

En cada una de ellas, el mandatario estadounidense pone una losa sobre décadas de precario equilibrio en el noroeste africano y, con ello, también a los escasos esfuerzos de España en ejercer la misión que le confirió en su momento Naciones Unidas para ser la “potencia responsable” en la zona.

Si hace apenas dos semanas poníamos en valor la diplomacia del F35 estadounidense y sus efectos sobre nuestro vecino marroquí, hoy los pronósticos se cumplen y obtenemos los beneficios y perjuicios otorgados en la diplomacia del tuit, tras casi 30 años de influencia y tesón marroquí sobre la antigua provincia española.

Desde 1991, con el alto el fuego entre el Frente Polisario y el Reino de Marruecos, las Naciones Unidas tomaron parte del control en la zona. A través de la Resolución 690 del Consejo de Seguridad del organismo internacional, se establecía un periodo indefinido para la celebración de un referéndum en el que los saharauis serían soberanos para decidir libremente cómo querían organizarse, pudiendo elegir entre integrarse en el reino marroquí o bien establecerse como un Estado independiente.

Desde entonces se han sucedido diferentes resoluciones caracterizadas, en su mayor parte, por la escasa eficacia y la descompensadísima situación de las dos partes en liza. El favor americano hacia Marruecos ha sido una constante que nadie desconocía. La sorpresa ha saltado con la sinceridad del presidente estadounidense, y es que pone fin a una incertidumbre en la que miles de saharauis han vivido durante años, quedando, una vez más, al desamparo de la comunidad internacional.

Desde el punto de vista diplomático, Rabat ha demostrado jugar muy bien sus cartas. Para el correcto desarrollo de la política exterior no hay nada mejor que la estabilidad política y, sin duda, Marruecos dispone de ella, al ser un Estado en el que las relaciones exteriores recaen de manera simbólica y efectiva en el jefe del Estado, el rey Mohamed VI.

Y es que la persistencia tiene su premio, aunque también un precio. A cambio de un simple tuit, el reino alauita reanudará las relaciones diplomáticas son Israel. Con él, ya son cuatro los Estados árabes que reconocen tácitamente al país hebreo en los últimos meses. Marruecos se une a Bahréin, Sudán y los Emiratos Árabes, como el núcleo de países “díscolos” con el tradicional consenso árabe para hacerle la vida imposible a Israel.

No hay que olvidar que, en el otro extremo del arabismo, el aliado de Marruecos es Arabia Saudí. Incluso en el campo militar, la aviación alauita ha formado parte de la coalición encabezada por Riad, y ha bombardeado posiciones hutíes en Yemen, dando así salida a los F16 que previamente había adquirido a Estados Unidos. Un círculo que ahora se cierra y en el que todas las partes parecen haber acordado repartir beneficios y señalar a un enemigo común que, en esta ocasión, no es otro que Irán. No es descartable que Arabia Saudí sea el próximo país en reestablecer relaciones con Israel, culminando así la mediación, e incluso pacificación, de la Administración americana en Oriente Próximo. Aun improbable, por la importancia de ese gesto, lo cierto es que saudíes e israelíes se miran con menos desprecio del que solían hacer gala hace unos años.

Volviendo al Sáhara, las consecuencias del reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio dejan en el peor de los lugares posibles a las Naciones Unidas. La venganza de Trump sobre este organismo, cada día más debilitado, es evidente. Trump se irá, pero lo hará señalando a los que considera culpables de su derrota, como ya lo hizo con la OMS (también dependiente de NNUU), con la retirada del Acuerdo de París o con el agonizante acuerdo nuclear con Irán.

El rey de Marruecos no ha tenido tiempo (ni probablemente salud) para mantener la Reunión de Alto Nivel entre España y el reino alauita. Sin embargo, no le ha faltado tiempo para ponerse al teléfono y sumarse a los Pactos de Abraham. Además de suponer una patada a la némesis del sunismo en Teherán, Rabat ha impuesto su posición frente a España. En política exterior, si no ocupas tu espacio lo más probable es que alguien lo haga en tu lugar. Las décadas de posturas timoratas y dejar hacer han pasado factura a la diplomacia española, que solo puede contestar tuits a través de comunicados, achacando a la situación epidemiológica actual el motivo del aplazamiento a febrero de 2021 de la Reunión de Alto Nivel prevista para el próximo 17 de diciembre.

Quizá este tipo de gestos no sean tan potentes como un tuit, pero realmente pueden tener los mismos efectos que las 34 palabras con las que el presidente americano ha hecho que los Estados Unidos se conviertan en el único país occidental en atender directamente las reclamaciones de Marruecos sobre el Sáhara. Está por ver la reacción de la contraparte marroquí, pero, con su reconocimiento tuitero, Trump puede incentivar una respuesta nada amistosa por parte del Frente Polisario y de su único aliado en la zona: Argelia.

El 'quid pro quo' diplomático también puede provocar un cambio geográfico de conflictos, para situarlos, en este caso, apenas a unas decenas de kilómetros de las costas españolas. Marruecos vincit!!

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