En mi molesta opinión

El lado bueno de Pablo Iglesias (y no me refiero a su moño)

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante una sesión de control al Ejecutivo, en Madrid (España), a 16 de diciembre de 2020. Esta sesión de control al Gobierno se celebra tras siete horas de debate sobre el estado de alarma. 16 DICIEMBRE 2020;ISABEL CELAÁ;CONGRESO DE LOS DIPUTADOS;POLÍTICA;PEDRO SÁNCHEZ;PABLO CASADO;PP;PSOE; R.Rubio.POOL / Europa Press 16/12/2020
El lado bueno de Pablo Iglesias (y no me refiero a su moño)
Europa Press

Una mayoría cualificada de seres humanos, ante la tesitura de recibir dos noticias a la vez, una buena y otra mala, prefiere siempre que le den primero la mala. Será porque nos movemos en dos coordenadas psicológicas básicas: Cuanto antes pase el mal trago, mejor. Y dos, nos gustan los finales felices, incluso en la ficción. Siguiendo esta lógica de la teoría de la atracción basada en recompensas, les voy a dar primero la mala noticia: los próximos seis meses van a ser mucho más duros de lo que nos dijo el Gobierno. ¿A pesar de la vacuna? Sí, porque los efectos benévolos de la vacuna -que de momento son sólo especulativos- no llegarán hasta después del verano.

Ya sabemos que el Ejecutivo de Pedro Sánchez nunca miente, simplemente nos cuenta lo que le conviene que oigamos. Sin embargo, el empeoramiento de la pandemia está trastocando las previsiones. Sobre todo, las exageradamente optimistas del Gobierno, que han basado los Presupuestos Generales del Estado en una predicción de crecimiento del 9,8% del PIB; frente a las prudentes y realistas de la Comisión Europea (5,4%) o las de los servicios financieros (BBVA) que se ajustan a un 5,5%. Más de cuatro puntos de diferencia entre unas y otras, que marcan un descalabro económico que dejará en España un panorama de desolación durante bastante tiempo.

Pasemos ahora a la buena noticia, al menos desde la óptica del análisis político: Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos y vicepresidente del Gobierno, es lo que parece. Sí, tal como suena. Hoy por hoy, Iglesias Turrión es un político sin doblez, que se muestra en público tal como es y dice lo que piensa, a lo sumo algunas veces imposta la voz para no parecer tan prepotente y seguro de sí mismo, y conquistar con ese falsete amable una mayor simpatía del oyente. Esto no significa que el líder de UP no tenga una estrategia política o sea tan básico como el funcionamiento de un chupete, más bien todo lo contrario.

Repasemos la entrevista del pasado domingo en La Sexta para descubrir algunas características de su esencia. Además del mencionado tono beatífico que empleó Iglesias, hay que añadir a sus declaraciones un claro contenido de campaña electoral. ¿Cuáles son las elecciones más cercanas en fecha? Las catalanas del 14 de febrero. En un afán de rascar votos en Cataluña, Iglesias se marcó un triple salto mortal y comparó la huida de Carles Puigdemont con la salida de España de los miles de exiliados del franquismo. Es verdad que nadie acepta esta comparativa, salvo sus partidarios de Unidas Podemos y los forofos del expresidente huido, por descabellada y ofensiva; pero es de agradecer que Iglesias tenga el coraje de realizarla públicamente, delante de unas cámaras de televisión, y no sólo en su despacho a escondidas para agradar y complacer los oídos de los secesionistas. En esta misma línea de claridad expositiva, también exigió una total amnistía para los presos del 'procés', los cuales no sólo, según Iglesias, deberían salir ya de prisión, sino que tendrían que recuperar sus cargos.

Sin duda, es muy positivo, sobre todo para la sociedad española, que Pablo Iglesias sea un político que va de frente y al que se le ve venir sin tapujos. Sus palabras, gusten o no y no suele rectificarlas, reflejan claramente su postura política al 100%. Se queja Iglesias de que recibe presiones siendo vicepresidente del Gobierno de la gente "rica y poderosa" de España, de la cual dice que "son más malos de lo que pensaba". Los ricos son malos, los empresarios son malos, etc. Todos los que no agachan la cabeza ante el poder político y defienden sus intereses son malos. Además, Iglesias se ha quejado de tener poco poder, y de que ese poder institucional del que se habla tanto es difícil de ostentarlo porque está muy repartido, también con la sociedad civil.

Lógicamente y según sus ideas, al líder de Podemos le gustaría tener un poder más exclusivo y absoluto, que alcanzara un desarrollo completo, un poder más 'maduro', para entendernos. Y que, por supuesto, limitara la fuerza de la sociedad civil y la de sus miembros. En sus declaraciones muestra claramente ese afán de tener más autoridad, de tener más control y poder en el Gobierno para incidir más en la vida social, de aspirar a crear un Estado más grande, nacionalizando empresas y sectores -incluidos los medios de comunicación-; en definitiva, de poder desarrollar más su ideario comunista.

Es de elogiar, y esa es otra de sus cualidades, al menos para el PSOE, que Pablo Iglesias no vaya de falso socialdemócrata. Desde que es miembro del Ejecutivo no se pone la piel de oveja para aparentar menos agresividad y dar menos miedo, y de este modo ampliar su espectro de votantes, acercándose a un perfil más socialista de centro izquierda. Iglesias está seguro de los ideales que defiende y no necesita camuflarse, cree que difundiendo su ideología radical puede crecer políticamente. En ese sentido, Sánchez debe estar muy agradecido, ya que Iglesias se mantiene en su perfil de extrema izquierda, incluso en el Gobierno, y deja la centralidad al PSOE, que aunque cómplice no participa de todas las propuestas extremas de Podemos.

En definitiva, lo bueno de Pablo Iglesias Turrión es su transparencia, pronto se ve lo qué es realmente, lo qué vende y qué representa de verdad, y no lo disimula ni lo finge. En la entrevista de La Sexta dejó claro que, además de tener mucho tiempo para ver series de Netflix, su ideal de cultura no pasa por la solidez de los libros sino por la moda de los filmes televisivos. Además de recomendar todo tipo de series a sus compañeras de Gobierno, tuvo una frase transparente, de esas que tanto le caracterizan, dedicada a la vicepresidenta Carmen Calvo: "Es una tipa muy culta, le gustan mucho las series". Queda claro que él tampoco es un tipo muy normal, bien podríamos clasificarle como un fuera de serie.

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