En mi molesta opinión

Rufián y la izquierda se obsesionan con Díaz Ayuso

Gabriel Rufián ERC foto Franco Congreso de los Diputados
Rufián y la izquierda se obsesionan con Díaz Ayuso.
EFE

Lo confirmó hace unos días la lengua afilada del mariscal de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Gabriel Rufián, cuando soltó la delatora frase de que “Madrid es un paraíso fiscal”. Rufián, que se hizo hombre en la década del oasis de Pujol y del 3%, ponía sobre la mesa de debate la clara evidencia de que el problema catalán tiene más que ver con la envidia que con un sentimiento de independencia. Aunque sea obvio, aclaremos que es una envidia que supura toda la clase política nacionalista e independentista contra la prosperidad de Madrid, a la que se han unido desde hace un tiempo, para no ser menos y de paso fustigar a la derecha, los otros políticos del conglomerado de izquierdas, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Barcelona siempre ha sido y sigue siendo, además de la capital del Principado, el gran factor de prosperidad de una Cataluña que respiraba modernidad por el Mediterráneo. Las diferencias con Madrid han sido múltiples desde hace siglos, más allá de que el metro en la Ciudad Condal circule y entre en las estaciones por la izquierda y en la capital de España, por la derecha. A Barcelona no le importaba no ser la capital de la nación, no lo necesitaba, ella era capital de otras muchas cosas: era europea, era más moderna, más cultural, más rica, la del diseño, la de las editoriales, hasta fue sede de unos Juegos Olímpicos que maravillaron al mundo.

Todo iba bien mientras Madrid siguiera siendo ese “poblachón manchego” que bautizó Quevedo; no importaba que fuera la cabeza de la nación, casi mejor, el jaleo administrativo se lo comían ellos. Barcelona/Cataluña seguía su destino feliz y tranquila, mirando de reojo a Madrid para percibir que la cosa iba bien y recibir ufana los piropos y los dineros que la mantenían erguida frente a su rival de la meseta. Pero todo empezó a cambiar cuando Madrid se puso estupenda y próspera como Barcelona, incluso superándola en aspectos como la renta per capita o la calidad de vida, aunque no tenga mar.

Desde entonces, los políticos catalanes tenían claro que necesitaban un objetivo: encontrar el diferencial con Madrid, sede de todos sus problemas y desvaríos -según ellos-, y lo encontraron en la desventura política de una alocada independencia que no llegó a cuajar y que a cambio trajo mayores problemas sociales y económicos a una Barcelona/Cataluña que lleva lustros perdiendo su modernidad, su buen ritmo y su prosperidad. No son pocos los catalanes que últimamente se fijan en el modelo, no sólo fiscal, del País Vasco, también en el modo de actuar y negociar con Madrid de los políticos del PNV, que siempre sacan tajada de todos los Gobiernos centrales, sean de la ideología que sea.

Volviendo al presente y a Madrid, lo de estos últimos días con el “dumping fiscal” y el “paraíso financiero” ha sido un episodio muy estimulante para tertulias y chascarrillos. Lo de Rufián sonaba también a nueva versión de un viejo eslogan de campaña: “Madrid nos roba”. Ya no era España -ahora gobierna Sánchez y ellos son socios-, era ‘Madrit' con “t” de truco, que es como suena al otro lado del Ebro. Y el paraíso de Rufián no era el de Mecano, ni estaba en Bombay ni se lo montaba en su piso, el paraíso de Rufián es el que intenta escamotear la otra realidad catalana: el infierno de miles de empresas que huyeron desde 2017 para que la marabunta secesionista no se los llevara por delante.

Tiene guasa además que los defensores del “federalismo asimétrico” ataquen a una Comunidad autónoma por hacer uso de sus competencias, y no digan una palabra sobre el ‘cupo vasco’, por ejemplo. ¿Para cuando la coherencia argumental y la inteligencia de los líderes? Unos líderes como Sánchez e Iglesias que tienen en el punto de mira de sus obsesiones políticas a Isabel Díaz Ayuso. Creen que pateando las posaderas de ella perjudican a Pablo Casado y al PP. Tras intentarlo durante la pandemia de coronavirus, y viendo que los resultados de Madrid eran mejores que los de otras CCAA, han decidido variar el rumbo y denunciar ahora que la prosperidad de la capital se debe a unas supuestas tretas fiscales, que por cierto, nadie ha denunciado en los tribunales, entre otras cosas porque son legales.

La torpeza de la izquierda -Sánchez, Iglesias, Rufián- cuando pierde el 'seny' y le entra la envidia y el odio, resulta tan patética que abochorna, y sin pretenderlo están convirtiendo a Díaz Ayuso, una joven presidenta autonómica con sombras y luces, en una líder destacada de la derecha española. Se nota demasiado que los ataques a Madrid -la “medrileñofobia” que tanto practica el “sanchismo”- son una burda excusa para torpedear un territorio y un proyecto que funciona según los datos, y que se le resiste al PSOE desde hace décadas.

De momento lo único que ha conseguido la izquierda, además de mostrar su vena machista, es acrecentar la imagen de Díaz Ayuso. Según el principio de 'El arte de la guerra', uno vale tanto como la relevancia y el poder que tengan sus enemigos, y una presidenta que merece tanta inquina y enemigos tan destacados será que ella los vale. Y no lo digo yo, lo dice la prensa francesa, 'Le Figaro', que la califica como “la nueva musa de la derecha española”; sin olvidar a la prensa alemana -'Die Welt'- que califica de “milagro” la gestión de Madrid en la segunda ola de la pandemia. Sin duda alguna, al promotor de esta campaña para “derribar” a Ayuso si trabajara en una empresa privada hoy estaría en la calle, pero como estamos en política, seguirá trabajando o durmiendo en Moncloa.

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