En mi molesta opinión 

Sánchez y Aragonés, y de fondo el timo del 'tocomocho' 

Pedro Sánchez Pere Aragonès
Sánchez y Aragonés y de fondo el timo del 'tocomocho'. 
CONTACTO vía Europa Press

La vida ya no sigue igual, ni para Carlos Alcaraz ni para Paz Esteban. El primero lo ha demostrado ganando cuatro títulos Masters en 28 triunfos, y merendándose en una semana loca y pletórica a tres morlacos del tenis mundial: Nadal, Djokovic, Zverev… hay que ser muy torero con la raqueta para que te entren bien las pelotas cada vez que te sueltan un zurriagazo a más de 200 Km/hora.

La segunda, menos jubilosa, lleva el nombre de Paz en el DNI y en el CNI, pero le han metido la “guerra” en el cuerpo, y la han convertido en protomártir de la inteligencia nacional -¿mandé?-; y en la mejor amiga del hombre, es decir, en el chivo expiatorio de un Pedro Sánchez aficionado a cortar cabezas para proteger la suya y de paso también sus posaderas. Qué importa la dignidad de una funcionaria más o menos, tenemos otras igual de listas, es el juego de la política y es necesario salvar a un presidente cada día más asfixiado y atrapado por su pasado.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Si naciste para martillo del cielo te caen los clavos. Alcaraz clavó uno por uno a sus rivales en la pista, y a doña Paz la clavaron en el patíbulo de la ignominia acusándola de hechos que no ha cometido, y todo porque los socios del Gobierno necesitan sangre fresca para entretener y reanimar un “procés” en vías de extinción y más amargado que el futuro de Puigdemont en Rusia. Acudieron al rescate de esta afrenta que nadie comprende, Sánchez & Bolaños, que no es una tienda de paños al por mayor, sino más bien de “apaños” al detalle, o sea, arreglos provisionales que se hacen de una cosa rota o estropeada, por ejemplo, un Gabinete tocado por sus errores y con graves problemas económicos que no amainan en el bolsillo del ciudadano.

Pero lo más sorprendente ha sido la carambola política convertida en timo de la estampita, conocido también como del “tocomocho”: el Ejecutivo intenta zanjar el escándalo por los fallos de seguridad en los teléfonos de Sánchez y varios ministros espiados, aplacando de paso las protestas de ERC por las escuchas al independentismo. Y lo hacen ofreciendo un “tocomocho”, una “pieza” menor que venden como si fuera mayor, la directora del CNI, Paz Esteban, que reconoce haber espiado a 18 políticos con el aval de un juez, incluido el presidente Pere Aragonés. Ella lo reconoce y todos los demás sabemos que el CNI no hace nada sin permiso del Gobierno. Sánchez no sólo quiere mentir al independentismo sino que quiere hacer extensivo el timo a toda la sociedad española.

Con esta argucia pretende engatusar a los “primos” catalanes para que se traguen el pastel; y en lugar de exigir la cabeza de la ministra de Defensa, Margarita Robles, o del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, responsable del control de los móviles del presidente y de otros controles más sibilinos, se quedan con este pequeño trofeo de caza menor pero que lucirán en la solapa como si fuera la cornamenta de un ciervo de diez puntas. De ahí también la prisa por entregar la, según ellos, “sustitución de Paz Esteban que no destitución” y zanjar una crisis que se ha enquistado más de la cuenta y ha provocado muy mal sabor de boca en un Gobierno con graves problemas de halitosis.

Esta herida no dejará de sangrar tan fácilmente, aunque los secesionistas deseen que Sánchez siga en Moncloa y se hagan los suecos mirando al techo. El propio Oriol Junqueras ha dicho una frase que podría herir la sensibilidad del espectador o provocar una carcajada, pero él la ha dicho muy en serio: “Ayudaremos si hay garantías de que no volverá a ocurrir”. No se refería al intento de golpe o sedición de 2017, se refería al Ejecutivo de Sánchez y a la promesa de que no les espíen más. Si dependiera de Margarita Robles el espionaje al separatismo estaría garantizado, pero ella, Margarita, ha tenido que ceder y sacrificar a la directora del CNI para salir airosa y conservar su puesto de ministra. También conserva a su mayor enemigo, Félix Bolaños.

Todo hay que decirlo, a Junqueras no le falta parte de razón. Si tú conviertes en aliados a los secesionistas, al partido que busca la independencia de España, no puedes luego espiarles como si fueran lo que son, un riesgo para la nación. Pero claro, o son enemigos o son maravillosos, y aunque todo está muy deteriorado en la Generalitat y en los núcleos independentistas, me inclino a pensar más en otro amago de Pedro Sánchez que no se atreve a explicar sus verdaderas intenciones políticas. Que incluyen, en este momento, la dimisión de Paz Esteban por haber protegido la seguridad nacional vigilando legalmente a los que la amenazaban, ese es su acierto; su error está en confiar en la lealtad de un Gabinete capaz de poner en entredicho a su servicio de inteligencia para beneficiar las relaciones con unos socios políticos que pronto acabarán vendiendo y renegando de esa falsa “unión”. Es la versión maquiavélica de la política en su particular modo de entender la oferta y la demanda.

Como decíamos antes, la vida ya no sigue igual para Paz Esteban, ni tampoco para Esperanza Casteleiro, nueva directora del CNI, y mujer de confianza de Robles con la que ha desempeñado el cargo de secretaria de Estado de Defensa. La “guerra” en el Ejecutivo de Sánchez sigue abierta como de costumbre, para su desgracia y la nuestra. Además del viejo enfrentamiento entre Marlaska y Robles, se suma la nueva pelea nada accidental del ministro Bolaños, sin olvidar a Unidas Podemos que nunca pierden la ocasión de pelearse con quien sea.

En definitiva, ¿por qué España tiene tan buenos tenistas y tan malos políticos? Será que jugar bien a tenis requiere sacrificio y tener unas cuantas neuronas despiertas para el combate y la victoria; y en cambio para la política sirve cualquiera y no tienes que hacer nada especial, agachar la cabeza y trepar, y cuando las cosas se complican te cargas a la directora del CNI… y aquí Paz y después Esperanza.

Mostrar comentarios