OPINION

Al Ibex le toca la lotería con la reaparición de Amancio Ortega

Amancio Ortega es la mayor fortuna española.
Amancio Ortega es la mayor fortuna española.
L. I.

Una pequeña operación para el balance de Amancio Ortega, un gran paso para la bolsa española. Pocas noticias tienen un impacto en el ánimo inversor tan relevante como su reciente entrada en Enagás. La mayor fortuna española vuelve a sonreír al parqué español después de más de cinco años dándole la espalda por motivos personales y malas experiencias que le obligaron a refugiarse en el ladrillo. En cierto modo, les ha tocado la lotería a las empresas del Ibex 35 con un premio ‘Gordo’ de confianza, que llega en un momento clave. Deben aguantar algunos párrafos para conocer la verdadera buena nueva que ha traído consigo el movimiento del fundador de Zara: necesita diversificar hacia… la bolsa.

El Ibex 35 se encuentra batiéndose el cobre con sus máximos de 16 meses, en pleno rally de Navidad y tras cuatro semanas consecutivas de avances. Es la mejor racha desde la primera mitad de 2017. Pese a esta edulcorada imagen, el Ibex 35 se encuentra entre la cola de los rezagados tanto en Europa como EEUU en este 2019. Empata con un alza del 12% con el Ftse 100 británico -una historia aparte el misterioso mimetismo del índice español con el de Londres-, pero se queda lejísimos de la mayoría de índices mundiales. ¿Falta de confianza y visibilidad internacional?

El Nasdaq 100 en Wall Street ha subido el triple (+36%) y el S&P 500, un 28%, al igual que el vecino francés del Cac 40. Queda mal en la comparación con el 25% que suben el Dax alemán, el Aex holandés, el SMI suizo o hasta el ISE 100 turco. Y está diez puntos por debajo de 22% del Dow Jones estadounidense o el Nikkei 225 japonés. Los motivos de este peor comportamiento del mercado español son varios y sobradamente fundamentados. Lean el resumen de cuatro razones que Carlos Rodríguez aportaba esta semana.

El dividendo de Inditex y Amancio Ortega en la última década.

Dividendo antes de Nochebuena

Pero volvamos al asunto Ortega. En su inversión en Enagás se han juntado el hambre con las ganas de comer. El dueño del 59% de Inditex se ha embolsado solo en este 2019 1.626 millones de euros por el dividendo de la empresa textil, a razón de 51 euros por segundo. Ese flujo de capital le crea un ‘bendito’ problema: la necesidad de invertirlo. Por su parte, la gasista se había embarcado junto a Blackstone y el fondo soberano de Singapur GIC en la compra del 100% de la estadounidense Tallgrass desde el 28 de agosto. La operación le ha exigido una aportación de unos 750 millones de euros a la compañía española para tener el 30% del grupo, aunque ha tenido que recurrir a una ampliación de capital de 500 millones. Y en este punto es donde ha entrado el fundador de Zara con una inversión de 280 millones de euros a través de su patrimonial Pontegadea, gestora de su imperio inmobiliario.

La compra del 5% de Enagás -el máximo posible para un inversor que no sea público debido al carácter estratégico y monopolístico de la empresa- se produce en el marco de esa venta de acciones. 24 horas antes de conocerse la entrada de Amancio Ortega, la compañía codirigida por Antonio Llardén y Marcelino Oreja había anunciado un dividendo de 0,64 euros por acción para este lunes 23 de diciembre. Con la emisión de 23 millones de nuevas acciones de la ampliación y la llegada de Ortega, Enagás ha ratificado ese importe y eso le obliga a elevar el desembolso total de 152 a 167 millones de euros. En un tiempo récord devolverá parte del dinero a su nuevo accionista. Este mismo lunes, Pontegadea recibirá el primer dividendo de la compañía gasista: 8,3 millones brutos. En 2020 recibirá 21 millones y otros 22 millones en 2021, según las previsiones. En tres años habrá recuperado 75 millones, una cuarta parte de lo invertido.

La inversión en Enagás cumple con los criterios que Pontegadea  a rajatabla para sus activos en cartera: ‘prime’, seguridad y flujo de rentas. Pese a las emblemáticas compras de edificios en Madrid, Londres, Seúl o Nueva York, Pontegadea no es una sala de trofeos sino un vehículo de gestión de activos y rentista. Es el 'casero' de inquilinos como Apple, Facebook, Mckinsey y hasta Primark. Y en esos términos de negocio se encuentra también su inversión en Telxius. Invirtió 378 millones de euros en julio de 2018 en la filial de torres de telecomunicaciones de Telefónica donde comparte habitáculo con KKR. Ya ha recibido alrededor de 13 millones en su primer año como accionista.

Inflexión: de la bolsa al ladrillo… y viceversa

Hay otra clave oculta detrás de la operación de Pontegadea que ha llamado la atención en algunos círculos. No es otra que el inicio de su camino de vuelta del sector inmobiliario a la bolsa cinco años después de liquidar el 1,5% que tenía de Banco Popular, fruto del canje de acciones por la absorción del Banco Pastor en el que llegó a tener el 5% del capital. Amancio Ortega se había mantenido al margen de la bolsa española. No le fueron demasiado bien las cosas con sus inversiones en cotizadas como NH Hoteles, Agbar y, sobre todo, con Astroc. Allí sufrió un trauma financiero y se tatuó a fuego su filosofía de inversión actual: calidad, seguridad y rentas. En seis meses de 2007, tras el crash de la promotora de Enrique Bañuelos, llegó a perder casi todo lo invertido: 200 millones.

Que Ortega vuelva a invertir en la bolsa española tiene por lo anterior un doble valor por aquello de enmendar los errores y enfrentarse a los miedos. Supone además un punto de inflexión en la diversificación de su patrimonio a través de Pontegadea. El 59% de las acciones de Inditex tiene un valor en bolsa cercano a los 60.000 millones de euros. El dividendo percibido desde Inditex se ha cuadruplicado entre 2009 y 2019, pasando de 386 a 1.626 millones de euros anuales. Casi todo ha ido al ladrillo y a la obra social de su Fundación en educación y sanidad. 

Gracias a esta remuneración ha construido un imperio de más de 10.000 millones de activos inmobiliarios, cuyas rentas ya están comenzando a hacer sombra dentro de Pontegadea al propio dividendo de Inditex. Los alquileres de todo ese conjunto de espacios comerciales y edificios de oficinas suponen ya alrededor de una cuarta parte de las entradas de dinero en la patrimonial de Ortega. Algún avispado banquero de negocio ya ha echado cuentas: si el dividendo de las acciones de Inditex va al inmobiliario, ¿dónde irán a parar los flujos de 400 millones anuales que genera todo ese inmenso ladrillo? De momento a Telxius y Enagás, pero hay quien dice que solo es el principio de muchas más. Ahora Pontegadea tiene otro dichoso contratiempo: diversificar fuera del inmobiliario. En la era de los tipos negativos, la deuda no es una opción para el largo plazo.

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