Cuaderno de venta

Proyecto Géminis en Naturgy y la sombra del gas natural argelino

Naturgy se escindirá en dos compañías para separar energía e infraestructura.
Naturgy se escindirá en dos compañías para separar energía e infraestructura.
Europa Press

Naturgy acaba de presentar Géminis, un proyecto transformacional bajo el signo del horóscopo de los gemelos que denota dualidad, complejidad y contradicción según la literatura astrológica. En la mitología griega representa al mensajero de los dioses. El nombre en clave parece elegido a conciencia sobre el significado de lo que ocurrirá con la antigua Gas Natural Fenosa o, tiempo atrás, Gas Madrid y Catalana del Gas, anteriores denominaciones de la pionera del gas natural en España. La multinacional que preside Francisco Reynes se dividirá en dos empresas distintas para afrontar con mejores garantías sus actuales retos, que no son pocos, como la transición ecológica, seguridad energética y paz accionarial.

Por lo pronto, la operación corporativa esconde una decisión salomónica tras el pulso por el poder que mantenían sus principales accionistas. Por un lado, CriteriaCaixa, socio fundamental y primer accionista con el 27% del capital, elevará su peso en el consejo de 2 a 3 consejeros. Por otro lado, la australiana IFM consigue entrar en el órgano de gobierno con una silla un año después del lanzamiento de su opa que, visto lo visto, ha puesto patas arriba al grupo pese a que solo ha conseguido el 12% de las acciones. En medio, dos gigantes como CVC-March y GIP con cerca del 21% cada uno han mediado para apoyar al primer accionista -que les dio entrada en su momento- y actuar de cicerones ante la llegada de los australianos.

Naturgy ha tomado un camino que ha pillado por sorpresa, para mal, a los inversores. Solo así se entiende la reacción en bolsa del viernes con una caída histórica del 12%, la mayor desde el crash de marzo de 2020. Pero hay que tener en cuenta algunas claves. La presencia bursátil de la gasista estaba completamente asfixiada desde la entrada de IFM, que junto a los mencionados socios mantenía cautivo el 80% del capital del grupo. Las compras de acciones a mercado posteriores de IFM habían elevado artificialmente la cotización hasta niveles insostenibles. Incluso Criteria, que manifestó su intención de llegar al 30% del capital, dejó de adquirir títulos. Desde que se liquidó la opa en octubre a 22,07 euros, la energética se había llegado a disparar hasta un 40% por la baja disponibilidad de títulos. Existía un problema que ahora se pretende solucionar con Géminis, que cuenta con el respaldo unánime de los principales socios y sembrará la paz accionarial.

El plan de Reynes pasa por escindir en dos empresas los diferentes activos con los que cuenta Naturgy. En la primera de ellas, denominada provisionalmente como ‘Mercados-Co’, se incluyen los negocios propios de una eléctrica como comercialización, generación, clientes y transporte de GNL. En la segunda (Redes-Co) se quedará la infraestructura, es decir, los activos de redes de electricidad y gasoductos, entre ellos, las dos joyas de la corona que canalizan el gas natural de Argelia hacia Europa: Medgaz y Magreb (Durán Farrell). A priori, con este esquema de segregación de activos, los mellizos que nacen de Géminis se dedicarán a la energía pero se parecerán más bien poco. Uno será una 'utility', la otra una Enagás. 

La hora de Blackrock

A falta de conocer con detalle las valoraciones de cada una de ellas, teóricamente será la Naturgy de redes de infraestructuras asumirá la mayor parte de la deuda de 13.000 millones de euros, mientras que la primera quedará algo más liberada para emprender nuevos proyectos para crecer a través de fusiones y adquisiciones con foco en las renovables. Se trata de repartir un grupo que capitalizaba en bolsa más de 27.000 millones de euros antes del anuncio, aunque haya perdido alrededor de 3.000 millones de valoración tras Géminis. Es factible que los actuales accionistas separen sus caminos en función de los intereses que les llevan a invertir en Naturgy. CriteriaCaixa, por ejemplo, ejercerá de ancla de la razón social y fiscal de la compañía como hasta ahora pero tiene el foco en los dividendos para financiar la Obra Social de la Fundación La Caixa. En cambio, la australiana IFM Investors está escorada a las infraestructuras. Solamente en España cuenta con la mitad de Aqualia, filial de FCC, y el negocio de concesiones y autopistas de OHL. El rumbo de CVC, junto a los March, y GIP, parece igualmente inclinado hacia la segunda compañía que saldrá de Géminis.

Pero además de los principales accionistas de la gasista hay otros actores implicados en la operación cuya importancia será decisiva en el proceso. Les une el gas de Argelia. La gestora Blackrock, la mayor del mundo con 10 billones de euros bajo gestión, tenía una presencia residual en el capital Naturgy pero cobrará mayor protagonismo a partir de ahora. Es el socio al 50% de la española en Medina Partnership, sociedad que controla el 49% de Medgaz, el gasoducto que une la costa de Argelia con la de España en Almería para transportar millones de metros cúbicos de gas. La mayoría está en manos de la empresa estatal argelina Sonatrach, que controla a su vez el 4% de las acciones de Naturgy. La reestructuración Géminis tiene mucho que ver con la geopolítica y la seguridad energética. Por eso, el Gobierno de Pedro Sánchez deberá pronunciarse con precisión. La titular del área, Teresa Ribera, asiste a la mayor operación corporativa desde que el fatídico tridente de ministros energéticos Sebastián-Montilla-Clos que alumbró la reordenación eléctrica de 2005 a 2007 que todavía humea con el desembarco de las constructoras Acciona, ACS y Sacyr en Endesa, Iberdrola y Repsol, además de la triple opa sobre Endesa con la propia Naturgy, la alemana E.on y la italiana Enel, que finalmente se llevó el gato al agua.

Sánchez juega con fuego en el gas

Argelia había sido hasta la fecha el mayor proveedor de gas natural para España, además de una fuente privilegiada y segura de este combustible. Pero en 2021 todo ha cambiado. El socio fiable cerró uno de los gasoductos por los que entraba gas a España, el Magreb-Europa. Y aquí entramos en un territorio de sombras sobre el que se ha corrido un tupido silencio: el papel del Gobierno en esta nueva crisis. El choque diplomático entre Rabat, Madrid y Argel a cuenta del caso Gali tiene bastante que ver con la drástica decisión de cortar el grifo, así como la sorprendente práctica de exportar gas desde España revendiendo el gas sahariano a países tan lejanos como China, India o Pakistán antes del gran shock energético. Finalmente, el Gobierno y los operadores han tenido que echar mano del gas natural de EEUU y Rusia -el 34% del suministro conjunto en diciembre y el 40% en enero- para suplir la pérdida del flujo argelino o el que procedía de Qatar y Nigeria.

Supuestamente estaba garantizado en barcos (GNL) pero este no llegan desde Argelia al ritmo que debieran a pesar de que se ha multiplicado el tráfico. A las puertas de un conflicto bélico en Ucrania que amenaza con provocar un apagón del suministro a Europa, los precios del gas natural se han estabilizado en niveles insostenibles: se han multiplicado por cuatro respecto al año pasado (hasta 80 euros por MWh) y por nueve cuando marcaron récords de 180 euros en diciembre. Mientras tanto, la última novedad tragicómica puede ser la supuesta reapertura del gasoducto Magreb pero en dirección opuesta. Marruecos se lo ha pedido a España y Moncloa parece haber dado su plácet pese al riesgo de que la reventa provoque otra crisis con Argelia y ponga en juego el suministro de Medgaz.

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