
Además de las de AstraZeneca, Pfizer o Moderna, España también se ha sumado a la carrera por la vacunación contra la Covid y ya está desarrollando sus propios fármacos. Algo que podría ser muy beneficioso ante los problemas que están surgiendo con las dosis.
Pedro Duque, ministro de Ciencia e Innovación, aseguraba este jueves en una entrevista en Canal Sur, que "unos cuantos días de retraso en la vacuna de Janssen no significaban nada cuando hay otras opciones con las que se está vacunando a muchísima velocidad".
Quien lidera estos proyectos en España son un grupo de investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Luis Enjuanes es uno de los virólogos al mando y a mediados de marzo ya aseguraba que la versión española de la inyección será una de las mejores del mercado.
De momento los proyectos avanzan lentos por la falta de personal y medios. Cuentan con grupos de entre seis y once científicos. Por poner un ejemplo, en los laboratorios de AstraZeneca hay más de 100 personas a cargo.
Según detallan los investigadores a cargo, hay hasta tres prototipos de vacunas en fase preclínica, cada una realizada desde un enfoque diferente pero aportando toda la seguridad y eficacia necesaria. Además, todas ellas no solo tratan de prevenir los síntomas más graves sino también eliminar la transmisión del virus al resto de la población.
ARN autorreplicativo
La vacuna creada por Luis Enjuanes e Isabel Sola, dos virólogos del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC, se asimila a las de Pfizer o Moderna por usar el ARN mensajero. En este caso consta de una sola dosis y se administrará por vía intranasal mediante un 'spray', lo que favorecerá su mayor eficacia.
Por otro lado, será 'autorreplicativo', es decir, tendrá la capacidad de copiarse hasta 5.000 veces dentro del organismo. Lo cual se traduce en menores costes de producción y mayor facilidad de distribución.
El conocido como 'virión sintético' parte del propio Sars-CoV-2, aunque los científicos han eliminado las partes más peligrosas que provocan el contagio. En los últimos meses también han realizado pruebas con las variantes británica, sudafricana y brasileña para mejorar su efectividad.
La más avanzada
Denominada MVA-CoV-2-S, esta vacuna está liderada por los científicos Mariano Esteban y Juan García Arriaza del CNB. La dosis se basa en una variante de la vacuna que consiguió erradicar la viruela (Vaccinia) en los años 70 y ha tenido un 100% de eficacia en ratones.
Según apuntan los ensayos, esta dosis genera una respuesta inmunitaria robusta, incluso produciendo anticuerpos neutralizantes. Este no se multiplica, pero sí crea cientos de copias de la proteína del coronavirus.
Las pruebas en humanos podrían iniciarse en los próximos meses y, aunque la previsión es que su circulación comience a finales de año o inicios de 2022, ya hay planes para su producción con la empresa Biofabri.
Una vacuna genética
En este caso los ensayos de la inyección están en las primeras de la investigación. El equipo del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC) está dirigido por el investigador Vicente Larraga.
Esta vacuna se basa en una molécula sintética de ADN para portar el gen de la proteína S del coronavirus. Imitando el mecanismo del virus entra en las células del sistema y produce una reacción del sistema inmune contra una o varias de las proteínas.
Otra de los beneficios de este método es que al ser artificial es posible actualizarla de forma sencilla para hacerla más resistente ante las variantes del virus. Por otro lado, es muy estable y no es necesario conservarla mediante ultracongelación, lo cual podría facilitar distribución a los diferentes puntos. Según las pruebas aguanta a temperatura ambiente hasta un año.

Precariedad en los laboratorios
Todos estos equipos están dirigidos por investigadores ya jubilados que optaron por volver a los laboratorios ante la pandemia. Larraga, tiene más de 30 años de experiencia y decidió liderar el proyecto por pura vocación, no está cobrando más que su pensión de jubilación correspondiente.
Otros, por el contrario, tienen que pelear por extender sus contratos por obra y servicio. La falta de personal y medios es una de las causas que los científicos apuntan sobre la lentitud de estas investigaciones.
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