Ideología y canciones

Taylor Swift y The (Dixie) Chicks: auge e infierno al mezclar política y 'country'

La poderosa industria de la música popular americana ha sido capaz de hundir la carrera de sus máximas estrellas por criticar a un presidente. Los nuevos tiempos y las redes sociales han cambiado el escenario.

'The Chicks', que son la banda femenina que más discos ha vendido en la historia, han vuelto 14 años después.
'The Chicks', que son la banda femenina que más discos ha vendido en la historia, han vuelto 14 años después.
The Chicks

Fue como si el Capitán América caminase hasta el centro de un escenario y, ante una multitud extranjera, pisotease el escudo con la bandera nacional. Natalie Maines, líder y vocalista de The Dixie Chicks, el grupo femenino con más discos vendidos de la historia en Estados Unidos, gritó en Londres una noche de 2003 que se sentía avergonzada de que George W. Bush, enfrascado en la guerra de Irak, fuera de Texas. Como ella misma y sus dos compañeras Emily Robinson y Martie Maguire. Las tres, y según han contado en varias entrevistas recientes, continuaron todavía unos días con su tranquila vida de estrellas rutilantes de la música country. Les llamaba el agente preocupado por aquellas palabras. Pero ellas no eran conscientes del tamaño de la traición que le habían infligido a un género como el suyo que vive de símbolos, nostalgia, patriotismo y amor a los valores tradicionales. 

Por aquellos mismos días, una casi niña Taylor Swift modelaba su carrera hacia el éxito y su familia se mudaba a Nashville para estar cerca de la acción. Normal, ya que la ciudad de Tennessee, según su propia Cámara de Comercio, tiene la segunda mayor industria musical (solo superada por Los Ángeles) con 60.000 empleos y un impacto de unos 5.500 millones de dólares al año entre conciertos y grabaciones (por comparar, la venta anual de discos en todos los formatos y géneros ronda los 11.000 millones en EEUU). Ya mudada al paraíso del country, y con 14 años, Taylor sabía tocar de sobra la guitarra. Aunque la primera canción que había aprendido fuera un tema de 1999: ‘Cowboy, take me away’. Sí, de las Dixie Chicks. 

En aquel año 2003, el concepto red social no se había desarrollado y las polémicas se cocían a fuego lento antes de explotar. También era más complicado pedir disculpas inmediatas. A las chicas texanas el castigo le vino en forma de carrera destrozada. Las todopoderosas emisoras de country (en Estados Unidos, cuatro de cada diez de las 15.000 emisoras totales son de este género, según la patronal americana) no volvieron a poner una canción suya, miles de fans quemaban sus discos y la banda perdió todo su brillo. Incluso Bush habló de la polémica con la habitual maniobra del político que opina sobre la libertad de expresión cuando él ha sido el primer señalado. Es decir: cada uno tiene derecho a decir lo que quiera pero también debe asumir que la gente diga (y haga con su obra) lo que quiera tras esa crítica. 

Todavía grabarían un disco en 2006, con el que ganaron cinco Grammys (la crítica generalista, compensando el linchamiento precedente) y vendieron dos millones de copias que pueden sonar a mucho… pero es que de sus discos previos a la polémica nunca bajaron de los diez por entrega, según los datos de la RIAA, la asociación discográfica que entrega los álbumes de oro y platino (o incluso diamante). Solo Garth Brooks y Shania Twain en el mundillo country vendían más que ellas antes del bloqueo y su disco de 1998 sumó más copias compradas que todos los de las demás bandas country juntas ese año. En esa primera vuelta proclamaron en sus canciones que nadie las callaría. Y se callaron. Durante 14 años. 

Hasta mediados de este verano, cuando han regresado confiadas en que ahora la crítica política (solo hay que mirar las redes de los famosos de todo tipo que atacan casi en bloque contra Trump) ya no supone el infierno de la indiferencia de la industria. En sus letras hay ajustes de cuentas con sus ex (al fin y al cabo, siguen cantando country) pero también himnos como 'March, march' en el que cantan contra las armas, el machismo, los ricos o el cambio climático. El propio nombre del álbum, ‘Gaslighther’, hace referencia a esas personas tóxicas que cuestionan todo lo que dices con mentiras hasta que hacen dudar de uno mismo. Lo que vale para un novio como para un presidente. Estuvieron dos semanas en lo más alto de las listas de Billboard Country (que es donde se mide el impacto en las emisoras) porque era verano y no había mucha competencia.

Poco para lo que fueron, dado que en el cambio de milenios acumulaban hasta 30 semanas en lo más alto con cada disco. Ahora se habla de más de ellas por política que por música. Para empezar, un mes antes de lanzar su disco de retorno decidieron cambiarse el nombre y quitar el ‘Dixie’ de en medio. En las semanas más convulsas tras la muerte de George Floyd salir de nuevo a los escenarios con una palabra que se vincula al Sur profundo de los confederados y esclavistas no era una idea demasiada buena. Luego, se han vendido continuamente como víctimas de una caza de brujas y como las primeras en alzar la voz y pagar un precio muy alto. La recompensa política les vino cuando les invitaron a finales de agosto a cantar el himno nacional en la inauguración de la última noche de la Convención Demócrata.

"Superestrellas, renegadas, innovadores, heroínas, villanas y madres". Con esta mezcla reivindicativa e irónica se presentan en unas redes sociales en las que se dedican desde hace meses más a pedir el voto que a vender sus discos. También han peregrinado por los grandes medios musicales de Estados Unidos para contar su historia de auge y martirio. No hay que olvidar que justo este año no hay conciertos que valga para que te aplaudan para animarte.

Taylor Swift es de los pocos artistas que parece que no necesitan estadios repletos para seguir en lo alto. Esta misma se semana se convirtió en el único cantante de lo que va de 2020 en superar en Estados Unidos el millón de copias vendidas de su disco, que salió a la venta en los mismos días que las texanas exiliadas del éxito. Swift las adora y les ha rendido homenaje a lo largo de los años silenciados, con referencias continuadas en los escenarios y hasta una colaboración hace un año. Siempre quiso ser una mujer fuerte que da espectáculo y bate a los hombres en las listas. Dicho y hecho.  

Pero, al mismo tiempo, admitía hasta hace muy poco en las entrevistas que no quería que le pasara lo que a ellas: no quería ser ‘dixiechicked’, un término que se acuñó en la industria musical americana para justificar la prudencia con los enunciados políticos. No es que Taylor sea una artista country, como demuestra que hacía siete años que no postulaba un sencillo de un disco suyo para las emisoras especializadas (lo ha hecho ahora con 'Betty' y escaló al sexto puesto una semana para desaparecer luego del Billboard), pero salió de Nashville y empezó como una versión edulcorada (más todavía si cabe viniendo de la ciudad de Tennessee, cuna del country comercial y accesible) y adolescente del género dominante. 

Un género que la empresa demoscópica Gallup 'politizó' definitivamente en una encuesta ya antigua, realizada en el año 2004 (aunque contemporánea a la caída de las Chicks). En ella, se aseguraba que un 60% de los seguidores del country se sienten republicanos, otro 30% se califica como moderados y solo un 10% tiende a los demócratas.

El viejo caballo que cruzaba las praderas en libertad, la guitarra que es más fiel que las mujeres, los garitos de la polvorienta Texas donde sirven la cerveza helada, el whisky con el que se desayuna, la bandera, la ristra de ciudades que se recita en cada canción: la patria. Por algo el country se llama como se llama y se vincula a lo que se vincula en Estados Unidos. Más que atacar a un presidente o a otro, el género no se mete en política. La tierra por encima del resto. 

Y si quieres mentar a la política, considérate un 'outlaw', o forajido. Así se llama a los artistas que se han alejado a lo largo de la historia de la industria en cuanto a sus redes comerciales, concesiones al gran público y también en la temática. Quizás el nombre que más pueda resonar a este lado del Atlántico sea el de Willie Nelson, una leyenda con 87 años que sigue sacando discos de manera anual, y que no ha tenido problemas para declararse demócrata desde Jimmy Carter (finales de los 70). Aun así, al poco de sentarse Trump en el Despacho Oval y empezar su campaña con el Muro con México, Nelson, quien siempre ha reivindicado los lazos que unen a los dos lados de la frontera, le dedicó una canción, 'Delete and fast forward', en la que se imagina que pasan rápido los cuatro años de mandato y el país sigue adelante olvidando el infierno.

Taylor Swift quiere tener ese detalle con sus fans. /EFE
Taylor Swift, que empezó cantando country, pasó al pop muy pronto.

EFE

Ya han pasado cuatro años y Nelson no está solo en el escenario musical contra Donald Trump. Desde Madonna a Billie Eilish han sido muy contundentes en su rechazo y los medios no han dejado de anunciar a grandes artistas (Rolling Stones, Bruce Springsteen, Queen, Gun's and Roses, Aerosmith... y así hasta decenas y decenas) que han presentado demandas contra la campaña del republicano para exigirle que no use sus canciones en los actos de campaña. Quizás el que más le dolió a Trump fue Elton John, toda vez que en 2016 se confesó como un gran admirador del británico. Al final, el pianista no solo ha reclamado que no se use sus canciones sino que declinó tocar para la Casa Blanca porque, al no ser americano, quizás debería hacerlo alguien más como Ted Nugent (republicano de pro y cantante country). 

Justo lo contrario que una Taylor Swift de pronto más política que nunca. Una de las artistas que más discos ha vendido en todo el mundo se quitó todos los complejos y desde hace meses anda lanzando pullas al presidente en sus redes sociales e incluso hace dos semanas animó el debate entre Mike Pence y Kamala Harris con una foto de una hornada de galletas decoradas con el rostro de los candidatos demócratas. Mientras, las Chicks siguen de gira de desagravio por los platós de mayor audiencia. Y esta misma semana se ha sumado a la ola de protesta Maren Morris, la última gran estrella del country, ganadora del premio a mejor artista femenina del año para la Academia de la Música Country y la artista que más tiempo ha logrado mantener en el número 1 de Billboard Country una canción, 'The Bones' (le quitó el récord a Swift). Como si continuase con un hilo que empezaron los forajidos y retomaron las mujeres con el nuevo milenio, declaró en un vídeo que votaría a Biden, pidió a todos los americanos hacer lo mismo y argumentó que ya es hora de decirle a Trump lo que él mismo le espetaba a los candidatos a empresario en su famoso programa televisivo: "Estás despedido".

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