Más de 80 días

La cuarentena de una familia en Dubái: "No volvimos por el desastre España"

La pandemia sorprendió a Roberto Salcedo, un joven inversor, y su familia en un viaje al Golfo. Prefirieron quedarse en un hotel de cinco estrellas que volver a su país.

cuarentena Dubai
Cuarentena familiar en Dubai: "Nos quedamos por el desastre en España".
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Una cuarentena familiar de 84 días en el lujoso Dubái. "Nos fuimos el 13 de marzo, un día antes de que anunciaran el estado de alarma, y, sinceramente, no teníamos previsto quedarnos tanto tiempo. Planificamos estas vacaciones familiares antes de Navidad y cuando viajamos no pensamos que la crisis iba a ser tan grave. Tomamos la decisión de quedarnos al ver el desastre que estaba ocurriendo en España". Roberto Salcedo, un joven español, ha contado a 'La Información' cómo aprovechó su estancia con su familia en Dubái para 'esquivar' el caos que causó la Covid-19 en España

"Cuando llegué al país no había controles de seguridad por el virus en el aeropuerto. Entré a Dubái con total normalidad y pasé el primer fin de semana de las vacaciones en el desierto hospedado en un hotel llamado Al Massa. Aún no se habían impuesto restricciones sanitarias. Después de ese fin de semana me trasladé con mi familia a la ciudad y nos alojamos en el hotel One&Only, que está al lado de la famosa palmera y es propiedad de la familia real". Así fueron los primeros días de descanso de Roberto, cuando apenas se habían detectado casos de Covid-19 en el emirato. 

Desierto Dubai
Una imagen de la vista de la piscina del complejo en el que vivió la familia al inicio del viaje.

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La 'normalidad' no duró mucho: "Un par de días después, las autoridades comenzaron a imponer medidas de seguridad por la aparición de casos. Los turistas del hotel desalojaron el lugar poco a poco y los trabajadores comenzaron a protegerse con mascarillas y a tomar la temperatura de los que se quedaron con regularidad... al final solo quedábamos mi familia y una mujer con su hija, seis personas en un hotel con capacidad para a 800 personas, pero con casi todos sus servicios funcionando. Durante casi toda nuestra estancia pudimos bañarnos en la piscina, dar paseos por la playa, disfrutar del espacio en el complejo, pasear por los patios donde había pavos reales... Estábamos bien y preferimos quedarnos en esas condiciones que regresar a España a encerrarnos en nuestro apartamento". 

Así, su 'confinamiento' no fue como el de la mayoría de sus compatriotas. En el emirato se permitía salir a la calle, excepto durante "unos días en abril en los que impusieron una norma que obligaba a pedir permiso con un día de antelación para pasear o hacer cualquier recado a través de una pagina web que te asignaba tres horas de salida". La única medida que sí se mantuvo durante gran parte de la estancia de Roberto y su familia fue el toque de queda establecido entre las 22:00 y las 06:00 de la mañana para desinfectar toda la ciudad que, según cuenta, era estricto: "Al parecer dos personas difundieron en Instagram una 'escapada' nocturna y fueron directos a la cárcel. Allí no se andan con tonterías". 

Uno de los aspectos que más sorprendió a esta familia fue que, pese a lo que estaba ocurriendo en el mundo, el hotel en el que se alojaban seguía en marcha. "Como el complejo pertenece a la familia real de Dubái no había riesgo de bancarrota. Lo mantuvieron abierto y en vez de despedir al personal, organizaron rotaciones. Cada tres días cambiaban los equipos y todos los empleados podían conservar sus puestos. No como en España, donde se recurrió a los ERTE, que en realidad son solo una manera de cubrir el paro en las estadísticas". 

Barajas vacío
El aeropuerto de Barajas vacío ante las restricciones mundiales por el coronavirus.

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Cuando llegó el momento de plantearse cómo volver a España, Roberto no quería contactar con las autoridades -"ni decirles dónde estábamos"-. "Procuramos hacer todo por nuestra cuenta porque no estamos muy contentos con este Gobierno. Todo es burocracia, papeleos y dar  explicaciones", critica. Así, compraron los billetes y regresaron en un vuelo comercial, de ochos horas, "aunque viví una experiencia distinta", dice Roberto, "los aeropuertos eran como ciudades fantasma. En un vuelo con capacidad para 300 pasajeros solo viajábamos nueve. De hecho, cuando me di cuenta de que éramos tan pocos pensé que iban a cancelarlo. Si yo fuera el dueño de una compañía aérea no regresaría a la actividad todavía. El combustible cuesta más de lo que pagamos todos los pasajeros".

Finalmente, a su llegada a España, "nos pidieron todos nuestros datos en el aeropuerto, nos tomaron la temperatura y a correr". Roberto también critica a las autoridades españolas por el, asegura, nulo seguimiento a su familia. "No nos han llamado ni una sola vez para saber cómo estamos de salud y nadie ha pasado por nuestra casa a preguntar nada. Las personas encargadas de recibirnos al aterrizar nos advirtieron de la necesidad de tomarnos la temperatura un mínimo de dos veces al día, pero no ha habido ningún tipo de seguimiento por parte de las autoridades".

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