Del 10,8% al 5,5%

La inflación hundirá la capacidad de ahorro de los españoles tras el Covid

La parte de los ingresos que los hogares podrán guardar se reducirá a lo largo de este año y del próximo por el incremento de los precios. La inflación subyacente se mantendrá en el mismo nivel, según la OCDE.

Calviño
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
Europa Press

Las restricciones aplicadas durante el primer año del coronavirus provocaron que los españoles ahorraran más que nunca. Aunque el comercio electrónico vivió unos meses muy intensos durante el confinamiento, los ciudadanos dejaron de gastar en transporte, en turismo y también en restauración. Esto se vio reflejado en la tasa de ahorro que alcanzó el 31,5% de la renta disponible en el segundo trimestre de 2020 y cerró en una cifra media del 15%, marcando un máximo histórico. La capacidad de ahorro de los españoles, es decir, la parte de sus ingresos que los ciudadanos pueden guardar, se elevó ese mismo año al 10,8%. No obstante, esa cifra se reducirá prácticamente a la mitad el próximo año, la pérdida de poder adquisitivo hundirá la capacidad de ahorro al 5,5%.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calcula que la inflación media será del 8,1% este año. Es una previsión más alta que la del Banco de España (7,5%) y aunque la institución internacional espera una moderación de cara a 2023, lo cierto es que el IPC mantendría una tasa bastante alta (4,8%), de cumplirse las previsiones de la OCDE. Estos niveles de precios se sitúan muy por encima de las revalorizaciones salariales que se han producido este año, esto deja una pérdida de poder adquisitivo que lastra no solo el consumo, sino también la capacidad de ahorro. El organismo prevé que la tasa de ahorro pase del 7% de la renta neta disponible del pasado año, al 6,4% en este ejercicio.

La institución asume que las tasas de ahorro serán necesarias para mantener el consumo si se tienen en cuenta el débil crecimiento de los ingresos, en comparación con la inflación. En el caso de España, señala que serán el ahorro embalsado durante la pandemia, junto con el apoyo fiscal del plan de respuesta a la guerra, así como el crecimiento del empleo y las inversiones del Plan de Recuperación, lo que sostendrá la demanda interna. "La inflación es una carga que se debe repartir de forma justa entre las personas y las empresas, entre los beneficios y los salarios", defiende la OCDE, dejando entrever su apoyo a un eventual pacto de rentas. 

Los precios disparados de los productos energéticos se han trasladado a los costes de otros bienes de primera necesidad, como la alimentación o la vivienda. Por ello, es lógico que los ahorros se reduzcan, si los ingresos no aumentan al mismo ritmo, el poder de compra se reduce y si las familias quieren mantener patrones de consumo, necesitan más recursos de los que necesitaban con una inflación mucho más moderada. Ante esta situación, los economistas ponen el foco en la inflación subyacente. La OCDE prevé que el índice que mide la evolución de los precios de la cesta de la compra, excluyendo la energía y los alimentos frescos, se mantenga en el 4,5% entre este año y el próximo. Se trata de una tasa más moderada que la alcanzada en mayo, pero que multiplica por más de dos puntos la estabilidad de precios que el Banco Central Europeo sitúa en el 2%.

La situación que dibuja la OCDE y que coincide con el escenario que pronostica la Comisión Europea muestra una ralentización del consumo privado. Aunque el Gobierno confía en que el gasto de los hogares sea uno de los motores de la recuperación económica este año, lo cierto es que la organización prevé que el consumo solo crezca un 0,1% este año. Bruselas calcula que el avance será del 0,8%. Tanto el Instituto Nacional de Estadística, como la Agencia Tributaria muestran evoluciones negativas del consumo en el primer trimestre del año. Las expectativas del Gobierno pasan porque el gasto privado repunte en la segunda mitad del año y concluya con un crecimiento del 4%.

La guerra de Ucrania ha teñido de incertidumbre las perspectivas de la mayoría de economías de la OCDE. España no es una excepción y, por eso, la institución ha rebajado del 4,5% al 4,1% el crecimiento del PIB previsto para este año. La confianza de los consumidores españoles continúa, además, en mínimos, aunque es cierto que ha subido ligeramente con respecto al mes pasado. Según los datos de la Comisión Europea, se sitúa en -22,6, casi 10 puntos por debajo de la marca de enero de este año. Sobre la perspectiva para los próximos 12 meses, los españoles no son demasiado optimistas, el dato mejora en más de tres puntos con respecto a abril (-26), pero se ha hundido 16 puntos desde comienzos de este año. Y estas cifras se trasladan al retraso en las decisiones de compra de bienes duraderos.

Este viernes, el Banco de España actualizará las previsiones económicas para España. Lo hará teniendo en cuenta la evolución de los precios y el tope al gas aprobado por el Gobierno y pendiente de su puesta en marcha. En las últimas semanas, el director general de Economía y Estadística, Ángel Gavilán, ya ha ido avisando de que las revisiones se producirán a la baja en el caso del PIB y al alza, en el caso de la inflación subyacente. El supervisor bancario también tendrá en cuenta la prórroga de las medidas del plan de respuesta a la guerra.

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