La pandemia modifica las vacaciones

Veraneo como en los 60: al pueblo y a la playa... pero solo si se tiene cita previa

  • Los españoles recuperarán el interior como lugar de descanso mientras que la costa ofrecerá una alternativa con muchas limitaciones.
La playa de la Concha, en San Sebastian, repleta de bañistas esta semana
La playa de la Concha, en San Sebastian, repleta de bañistas esta semana
La Información

Miércoles 21 de mayo. Media tarde. San Sebastián (Gipuzkoa). Hace calor. Algo poco habitual para esta época en esas latitudes. Es la hora del paseo de los menores. Cientos de personas pasean, toman el sol, se bañan... Decenas de niños juegan con la arena a orillas del mar. Estamos en una de las playas más famosas de España. La Concha. La Policía Municipal de San Sebastián tiene que bajar a la arena para recordar a los bañistas que en la Fase 1 de la desescalada no está permitido bañarse o tumbarse a tomar el sol. Solo se puede pasear y hacer deporte. La pandemia de la Covid-19, además de otras consecuencias más dramáticas, ha venido para cambiar por completo nuestras costumbres. Las veraniegas, también.

Con casi 30.000 muertos en todo el país debido al coronavirus puede parecer frívolo hablar de la playa y el veraneo, pero este año cambiará por completo el simple hecho que plantar la toalla y la sombrilla en la playa. Con 8.000 kilómetros de costa y cientos de playas y arenales, estos han sido hasta la fecha un innegable polo de atracción turística y fuente de ingresos en nuestros país. Pero este año no será lo mismo.

Karmele, 50 años, mira desde el paseo y apoyada en la barandilla cómo la Policía Municipal de San Sebastián advierte a los bañistas que no pueden entrar al agua de la bahía donostiarra. "Ya está aquí el verano, pero creo, viendo lo que estoy viendo, que este año, por primera vez en mi vida, no bajaré a la playa de La Concha. Habrá restricciones, quizás haya que hacer cola para bajar, en pleamar se cerrará la playa... Quizás sea el momento de recuperar el veraneo como en los 60. La vuelta al pueblo". Los padres de Karmele son originarios de un pequeño burgalés, "como cuando íbamos con nuestros padres a finales de los 60 y principios de los 70. Todos en el seat 850... Y tan contentos".

Pese a todo, este verano se podrá ir a la playa, pero no de la manera en la que lo hemos hecho hasta ahora. Los arenales se llenarán de controles y presentarán límite de aforo, tal y como se especifica en el protocolo elaborado por el Instituto para la Calidad Turística Española para prevenir el contagio del coronavirus en las playas que, de cualquier manera, deberá de ser aprobado por el Ministerio de Sanidad. En este documento, que ha sido consensuado con sindicatos, comunidades autónomas y ayuntamientos y que remitirá la Secretaría de Estado de Turismo a Sanidad para su aprobación definitiva, se recogen las medidas de seguridad mínimas que se deberán tomar en nuestras playas este verano para que el acceso y la estancia en las mismas sea segura.

Serán los ayuntamientos quienes elaboren un plan para determinar la capacidad de las playas y así se determinará la cantidad de personas que pueden 'entrar' en las mismas según las características de cada arenal. Habrá distancia mínima de seguridad, como en las terrazas de los bares. Los amigos, parejas o familiares que que estén bajo la misma sombrilla no tendrán que mantener la distancia de seguridad entre ellas, pero sí deben guardarla con el grupo de al lado. Y para asegurarse de que ello se cumple habrá más seguridad e incluso se controlará la asistencia con drones desde el aire según especifica el documento antes citado. Y es posible que haya que balizar las playas con hitos para marcar los itinerarios del baño, la arena seca de la mojada... Ir a la playa a divertirnos no será una actividad tan relajada este año.

Lluis tiene un bar con terraza en primera línea de una de las playas más grandes de España. La de Gandía (Valencia). "No sé yo si va a merecer la pena. En la playa, como en la terraza, separados, con miedo a tocar al otro. Ir a tomar el sol a la playa o una cerveza en una terraza es para estar relajado, disfrutar y no sé si estando en tensión, más preocupado de cumplir lar normas, se puede lograr eso. Aforos limitados... Ni son vacaciones ni es negocio para nosotros, pero tendremos que amoldarnos. Algo es algo", termina resignado.

También veremos al personal que trabaja en el arenal equipado con guantes y mascarillas y habrá más limpieza y desinfección de duchas, baños y vestuarios, instalaciones deportivas y áreas infantiles... En lo referente a los accesos a las playas los habrá de entrada y de salida y si está llena habrá que esperar a que salga gente para poder entrar, como en los bares nocturnos y discotecas. Además, los grupos que quieran acceder a las playas juntos no podrán superar un número determinado de personas. Este año pues, no habrá hogueras y macrobotellón en las playas españolas en la noche de San Juan.

Hasta que estemos en la fase 3 de desescalada no podremos disfrutar de las playas en modo verano. Y aun así tendremos que cambiar muchos de los hábitos adquiridos porque según los expertos el agua del mar no produce contagio del coronavirus, pero las aglomeraciones sí y muchas de nuestras 3.500 playas suelen mostrar, en pleno agosto, más aforo que un vagón de metro de una gran ciudad en hora punta. Incluso, los ayuntamientos esperan instrucciones más precisas de las autoridades sanitarias para realizar las inversiones necesarias que garanticen en sus arenales la 'distancia social'. Se habla incluso de semáforos, parcelaciones de las playas y de establecer un sistema de cita previa de ira y parcela para acceder a la playa. 

Fuengirola, en Málaga, puede ser la primera localidad turística de España en emplear inteligencia artificial para controlar el aforo de playas y espacios públicos, mediante un programa que dará información en tiempo real sobre la afluencia de personas para evitar aglomeraciones y reducir el riesgo de contagio. El programa funciona a través de sensores colocados en las farolas, entre 40 y 50 metros, para controlar los siete kilómetros de playas de la localidad. Con la información que recopilan, se crean cuadrículas virtuales donde hay un aforo máximo de ocupación, se mide el volumen 3D de la gente que entra y sale de esos espacios y se calculan las personas que hay en cada cuadrícula. El usuario de la playa podrá conocer el grado de saturación de cada zona gracias a ese sistema mediante una app gratuita, con un código de colores: verde (disponible), amarillo (ocupado ya en un 75%) y rojo (ha llegado al 100% y no admite más personas). En la Comunidad valenciana o en Las Palmas de Gran Canaria se estudia también un sistema parecido.

En las playas del norte, con las mareas del Alántico y el Cantábrico, Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi estudian posibilidades para evitar aglomeraciones en las pleamares y en San Sebastián, por ejemplo, donde en el momento de la pleamar La Concha prácticamente 'desaparece', se ha decidido cerrar el arenal desde dos horas antes a dos horas después del punto máximo de la subida de la marea. En Santander, también con playas urbanas de mucha asistencia como las del Sardinero y La Magdalena estudian medidas para garantizar la seguridad. Mientras, la playa de Silgar, en Sanxenxo (Pontevedra), quedará parcelada en 780 espacios, con un límite de capacidad de 2.340 personas. Otra de las playas de referencia de Galicia, en este caso en el Cantábrico, la de Las Catedrales, en Lugo, ya tenía un sistema de acceso bajo reserva, con cupos limitados.

En todas las comunidades turísticas del Mediterráneo, de Cataluña a Andalucía, pasando por Murcia o la Comunidad Valenciana, al igual que en los dos archipiélagos, Canarias y Baleares, se estudian posibilidades para poder disfrutar de las playas, aún con fuertes restricciones, y así "no dar el verano por perdido y que sea, al menos, un balón de oxígeno para nuestras localidades, ciudadanos y empresarios que viven del turismo", aseguran desde el sector.  

En Lloret de Mar (Girona), en plena Costa Brava, uno de los destinos turísticos más importantes  de España, el ayuntamiento, que no sabe aún si recibirán los miles de turistas, principalmente italianos, de cada año, el Consistorio piensa dividir sus dos playas principales, las de Lloret y Fenals, en tres sectores: grupos de ancianos, familias y adultos sin niños, todos con limitación de aforo y con vigilancia y en los que aún no se sabe si se podrán abrir los servicios como duchas, etc. Sólo se hará si no hay riesgo de contagio.

En varias playas de la Comunidad valenciana como Gandía, Cullera, Oliva, Benidorm o Canet D'En Berenguer se estudian parcelaciones, turnos de mañana y tarde, y aplicaciones informáticas para realizar reservas, que se certificaran en códigos QR que hará que enseñar a la entrada.  En otros lugares habrá aplicaciones que determinarán el grado de ocupación en cada momento que el usuario podrá consultar entes de ir a la playa. Este año quizás no podamos llevar la sombrilla a la orilla del mar. Eso sí, el móvil será imprescindible. Cosas de la pandemia y del siglo XXI. Y todo ello, con cita previa. A la playa como a la peluquería, al dentista carnicería. Habrá que coger número y esperar la vez.

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