Temor a un rebrote

La 'nueva normalidad' de las discotecas: precios abusivos que animan al botellón

En la fase 3 volverá el ocio nocturno a España, coincidiendo con el inicio del verano y sin una legislación concreta que regule los numerosos problemas que se avecinan en el ocio nocturno.

Discoteca
La 'nueva normalidad' de las discotecas: precios abusivos que animan al botellón.
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Copas, charlas, amigos, risas, bailes, anhelos, sexo... Desde hace décadas, el ocio nocturno ha cubierto algunas de las necesidades sociales más arraigadas entre los españoles; las mismas que el confinamiento -y el consiguiente cierre de bares, restaurantes y discotecas- ha abolido durante los últimos tres meses. Ahora, a las puertas de la 'nueva normalidad', los locales se preparan para el regreso de la vida nocturna en la fase 3 a discreción de cada comunidad autónoma, entre la urgencia de aprovechar el verano para minimizar las pérdidas y la ausencia de una normativa clara que impida que el irremediable contacto humano derive en un rebrote del coronavirus.

Rebeca Cordero, profesora titular de Sociología Aplicada en Universidad Europea de Madrid y miembro del grupo de investigación Problemáticas Sociales explica que ni siquiera existe una normativa para evitar los excesos del mercado: "Las discotecas tendrán que establecer medidas como control temperatura, desinfección de la ropa, uso de ozono (que ni siquiera sabemos qué efectos nocivos pueden tener)... La consecuencia lógica es un aumento de los 'reservados'". Si a ello le sumamos la alta demanda que se espera, también cabe esperar consumiciones más caras y entradas a precio 'de ópera': "Y todo ello conllevará un aumento generalizado del precio".

"El ocio nocturno es el gran desafío de todos los que se han planteado hasta ahora durante la desescalada: hay que ver cómo se gestiona el consumo de alcohol y el de drogas, ambos muy ligados a la noche, así como la gestión del deseo, algo que es muy difícil de hacer", explica Cordero, especializada en el análisis de entornos de ocio nocturno y de lo que se denomina 'turismo de borrachera' extranjero. En este sentido, considera que las últimas experiencias sin haber alcanzado la 'nueva normalidad', como el reciente macrobotellón de Tomelloso, evidencian dos cosas: las ganas incontenibles de 'fiesta' que hay en España y que los botellones, ilegales desde hace casi dos décadas, se van a multiplicar.

"Si la discoteca tiene que limitar espacio, y si la única forma de control son el aforo y esos reservados, ineludiblemente eso va a llevar a aumentar el precio e, indirectamente, habrá más botellones", apunta Cordero, que considera que las zonas periféricas de las grandes urbes y los 'polígonos' serán "los más difíciles de controlar, por ser espacios fuera de los núcleos poblacionales". Cordero cita algunos casos de discotecas que pueden encontrarse con un problema de masificación: "Dentro se controlará el aforo, pero fuera es imposible saber qué pasará".

Pero en las grandes ciudades el escenario es más previsible: aquellas discotecas que dispongan de terraza o azotea al aire libre, tendrán más alternativas. En primer lugar, "porque psicológicamente la gente se siente más segura en un espacio abierto", lo que podría traducirse en una mayor demanda en este tipo de locales; además, "porque algunos ayuntamientos están valorando extender el horario de apertura de esas terrazas e, incluso, establecer franjas horarias para que una persona solo pueda estar dos o tres horas en la discoteca y luego entre otra en su lugar... Lo que al final se traduce también en más beneficios", según Cordero.

"Si estamos en un espacio abierto y extendemos las horas, teóricamente habrá más distancia de seguridad y más espaciado de horario. Los únicos dos problemas que podría haber es un daño a los vecinos por el ruido y no saber cómo la gente va a ser de responsable... Porque ahora mismo nuestra conducta social no está siendo la mejor cuando salimos a la calle", explica Cordero. Y recuerda la polémica medida aprobada en el Reino Unido esta misma semana para disuadir de organizar fiestas masivas en el exterior: solo se permite mantener relaciones sexuales con otras personas del mismo hogar, pero no de fuera. 

Las apps, un remedio para el sexo... y el coronavirus

Por eso, para Cordero la mayor incógnita es el aspecto afectivo-sexual asociado al ocio nocturno. Por un lado, sugiere que la suspensión durante tres meses de toda relación física más allá hogar ha generado una "frustración" en el plano sexual que podría derivar en "más agresiones verbales y físicas" en las discotecas, donde además el consumo de alcohol y drogas puede empeorar nuestra gestión del deseo. Sin embargo, al mismo tiempo, admite que "si asumimos que va a haber más control y vigilancia, debemos presuponer que este tipo de dinámicas van a disminuir. Hay más espacio en una discoteca para visualizar este comportamientos".

El problema es que, durante el confinamiento, se han detectado patrones de agresión e incluso acoso a través del único medio disponible en ese momento. "En el móvil, una de las cartas de presentación es enviar una foto de tu miembro viril. Es muy peligroso, porque no va a disminuir este tipo de conductas. Es más, estamos detectando a raíz de la Covid comportamientos mucho más aprovechados hacia las vulnerabilidades ajenas: se llega a ofrecer dinero por sexo en directo, fotos de desnudos o simplemente por tener compañía a gente cuando se sabe que tiene dificultades económicas", señala Cordero, que matiza que este tipo de prácticas se ha incrementado "tanto en hombres como en mujeres, sin distinción".

Pero precisamente el móvil, y en especial las apps, pueden ser un aliado inesperado del civismo durante la reapertura del ocio nocturno. "Las relaciones afectivo-sexuales son distintas: ahora la gente llega ligada de casa. En una sala, puedes saber incluso quién te ha dado un 'like'", señala Cordero, que considera que la facilidad para encontrar pareja en una discoteca que ofrecen las aplicaciones de móvil puede "tener una labor preventiva" para el contacto físico: si no hace falta acercarse a varios grupos dentro de una misma sala, el riesgo de exposición a un posible contagio es mucho menor.

Una de las grandes cuestiones que plantea el ocio nocturno es cómo evitar la transmisión del coronavirus en un contexto ineludiblemente ligado al sexo. Cordero lo compara con el VIH en los 90: "Deberíamos hacer una campaña educativa similar. Los jóvenes no tienen la perspectiva del daño que pueden hacer a otros o a sí mismos". Por eso, considera que una medida dirigida a los postadolescentes (entre 18 y 25 años) podría partir de las propias apps que usan: "Igual que en Grindr [una plataforma de encuentros de la comunidad gay] se ponen los análisis serológicos del sida, las apps podrían ser un escaparate para la Covid".

Quienes sí son plenamente conscientes del riesgo del coronavirus son los adultos, que desde el pasado marzo han desarrollado un patrón curioso: "Una tendencia es la vuelta a las exparejas. En esta situación de confinamiento, la gente se reencuentra mucho para resolver sus necesidades sexuales, como si fuese más seguro desde una percepción de seguridad". Algo que podría seguir sucediendo en la 'nueva normalidad' en el ocio nocturno, cuando esas exparejas que han utilizado fotos y vídeos para estimularse durante el confinamiento vuelvan a verse tomando una copa. Sin embargo, Cordero no confía demasiado en esta solución. Al cabo, "hay gente supersincera y hay gente que no".

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