Primer suministrador de España

Naturgy revisa los contratos de gas con EEUU en pleno hundimiento del mercado

Buque metanero en el puerto de Huelva. EP
Buque metanero en el puerto de Huelva. EP
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Los mercados energéticos viven una situación inédita. Los precios del petróleo y del gas se han desplomado y la demanda se tambalea por la pandemia del coronavirus. Todas las empresas del sector, sin excepciones, tratan de reubicarse en el negocio. Algunas de ellas, caso de Naturgy, intentan librarse de la telaraña contractual del pasado, renegociando los contratos de suministro a largo plazo con vendedores  tradicionales -y socios- como Argelia, Nigeria o EE UU. En ese contexto, EEUU se consolida como primer suministrador de gas natural a España, según los últimos datos de la empresa de reservas Cores para marzo. 

Las empresas que contrataron suministros a largo plazo atraviesan un mal momento. En Europa -datos ICE, Holanda-el precio de los contratos de gas para junio han llegado a caer por debajo de los 4 euros MWh: lo nunca visto en 17 años. El problema es que muchos de los compromisos firmados contemplaban precios cuatro veces más altos. El negocio se viene abajo.

En España, el parón de la economía que comenzó hace dos meses se tradujo en una caída en las importaciones de productos petrolíferos del 20,2% en marzo. Pero no afectó al gas natural que, en la pre-pandemia, cubrió el hueco del carbón para generar electricidad. En marzo, las importaciones de gas crecieron un  5,3% en términos interanuales. El gran exportador  fue EE UU. Su gas natural licuado, el procedente del esquisto y del polémico 'fracking', se ha impuesto con claridad a  suministradores tradicionales. "Por segundo mes consecutivo", recoge Cores, "Estados Unidos se sitúa como principal suministrador de gas natural a España". Total: 8.004 GWh, un 63,5% más de ventas que en el mismo mes de 2019.

Los años de crecimiento

Las cifras, según apuntan fuentes del mercado, pueden ser coyunturales. Naturgy ha anunciado la intención de renegociar cuanto antes los contratos de largo plazo que tiene con sus suministradores de siempre como Argelia, Rusia o Nigeria, pero también con Estados Unidos. Con este país, en los buenos años del crecimiento  y de la salida de la crisis, las tres grandes energéticas -Iberdrola, Endesa y Naturgy- firmaron contratos de abastecimiento a largo plazo y precios que ahora parecen estratosféricos.

Iberdrola se anticipó a la debacle actual del mercado y en 2019 ya anunció una operación de cesión de su cartera de gas a Pavilion Energy Trading & Supply. Pero tanto Naturgy como Endesa permanecen atadas a los compromisos que suscribieron en 2014. Endesa fletó incluso grandes barcos metaneros para transportar el producto. Eran otros tiempos. En palabras del presidente de Naturgy, Francisco Reynés "se trata de renegociar los aprovisionamientos en un nuevo mundo".

La epidemia del coronavirus y el confinamiento ha puesto contra las cuerdas las previsiones de negocio y los contratos que las sustentaban. Pero las dificultades ya se adivinaban hace un año. El análisis conjunto de los reguladores de España y Francia  y los datos de consumo ya lo mostraban. Ni había mercado claro -"el mercado no ha mostrado ningún interés comercial por la nueva capacidad de interconexión (del Midcat) (gasoducto entre España y Francia)", sostenían  los reguladores- ni tiraba la demanda, afectada desde 2008  por la irrupción renovable.

Energía de respaldo

La esperanza está y estaba en que tanto las autoridades nacionales como comunitarias apuesten por el gas como energía de respaldo de las renovables, como también explicó esta semana Reynés. Pero el momento es apurado. Naturgy ya rebajó el valor en libros de sus activos gasistas a la mitad y la petrolera Repsol compró a Viesgo dos centrales de gas por 110 millones, cuando estuvieron valoradas en 800 millones.

Las empresas energéticas se enfrentan  al "nuevo mundo" a marchas forzadas. También los países. Para España, el origen y la dimensión de las importaciones son cuestiones vitales. El país supera en más de 20 puntos la tasa de dependencia energética media de la UE.  Los datos elaborados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), sitúan la dependencia en el 73,9%. Es el flanco más descubierto y débil de la economía.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) debería ser la herramienta para cerrar las costuras. El documento enviado a Bruselas prevé alcanzar un consumo energético en 2030 de 103 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep), de los que 63 Mtep serán combustibles fósiles. Renovables, eficiencia y reducción de importaciones deberían reducir  el grado de dependencia del exterior del 74% en 2017 al 59% en 2030. Todo ello, sostiene el Gobieron, "además de mejorar la seguridad energética nacional tendrá un impacto muy favorable sobre la balanza comercial energética de nuestro país". Pero antes hay mucho que negociar.

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