Millones aún por devolver

¿Qué pasó entre las dos y las cinco de la tarde para que se cancelara el Mobile?

  • Las administraciones y algunos de los grandes operadores se ponen de perfil en la decisión tras unas semanas de una gestión muy criticada.
John Hoffman: "Estábamos muy decepcionados con la huelga esta mañana"
John Hoffman: "Estábamos muy decepcionados con la huelga esta mañana"

Se cierra la semana más negra de la historia del Mobile World Congress (MWC). Ni en la edición de 2018, con el desafío independentista en pleno apogeo, hubo tanto ruido. La cancelación 'in extremis' tras el aluvión de bajas de grandes compañías por el temor ante el avance del coronavirus deja varias conclusiones, pero una clara: la organizadora, la GSMA, queda en una situación delicada, tras verse sola en la decisión. Ni las administraciones, con el Gobierno poniendo en duda la idoneidad de esta opción, ni las empresas que forman parte de su cúpula, ni el resto de exhibidores han dado su respaldo claro, más allá de mostrar "respeto". La reunión de más de cinco horas que desembocó en el cierre fue decisiva.

14:30 de la tarde. La GSMA hacía el último esfuerzo. No iba a dar su brazo a torcer tan fácilmente. Enviaba una declaración a la agencia de noticias de Reuters en la que advertía que seguía vigilando la evolución del coronavirus. Es decir, su intención era mantener el evento hasta el final. Tal y como luego reconocieron en la comparecencia pública, intentaron reducir el tamaño de la feria o, incluso, posponerla. Ninguna de las opciones se contempló definitivamente. 

En esa reunión se confirmó lo que se había configurado en los últimos días: dos 'bandos' muy diferenciados. Por un lado, las administraciones, encabezadas por el Gobierno de España, que presionaban a la GSMA para que trataran de mantener el evento. No querían lanzar un mensaje de alarma a la población, ante un avance limitado del coronavirus en España. Pero, además, tampoco querían que esta decisión pudiera generar dudas sobre futuras ediciones o una imagen negativa de este país en el exterior. Por otro se encontraban las operadoras de telecomunicaciones, que ya habían presionado lo suyo con las salidas en las 24 horas anteriores: AT&T, Deutsche Telekom, Vodafone, BT... La división era clara. Y la reunión, según confirman varias fuentes conocedoras de los contactos, no sirvió para cambiar el guión.

El encuentro empezó, pese a ese intento por ganar tiempo con la declaración a Reuters, con una decisión clara. Y sólo con un fleco pendiente: el relato. En ese contexto, la GSMA miraba de reojo al Gobierno y la comparecencia que el ministro de Sanidad había fijado para la hora del arranque de la reunión. Comunicaron en público lo que ya le habían dicho en privado: en absoluto cabía la posibilidad de declarar una emergencia sanitaria nacional, con el nivel de incidencia en España del virus y con las últimas cifras internacionales, que mostraban una cierta ralentización de los efectos. Se acabó el as en la manga para despejar todas las dudas sobre las potenciales indemnizaciones a las empresas.

Por tanto, según confirman las mismas fuentes, una buena parte de la reunión -en la que los 26 miembros se conectaron a través de una videoconferencia- versó sobre cómo hacer pública la decisión. El comunicado oficial iba a ser determinante para fijar las diferentes posiciones. Las administraciones se borraron de este documento. Y el sapo que debió tragarse la GSMA está en el inicio del segundo párrafo: "Con el debido respeto al ambiente seguro y saludable en Barcelona y el país anfitrión". Fracasaba el intento de la emergencia nacional. Y luego estaba la decisión de despejar dudas sobre el futuro del Mobile. "Y futuras ediciones", apostillaba.

La soledad de la GSMA

Se acabó. Semana y media después de las primeras dudas se despedía la edición 2020. Se cerraba el telón sin que se hubiera abierto. Y la GSMA acabó en una cierta soledad. No recibió ningún apoyo formal. Ni de las operadoras de telecomunicaciones, que conforman el núcleo duro de su cúpula, ni del resto de grandes compañías. Las que decidieron comunicar su decisión de no asistir en los días previos no salieron públicamente para aplaudirlo. Tampoco lo hicieron las telecos ni las tecnológicas que no tomaron la decisión. Orange, cuyo máximo directivo ocupa la presidencia rotatoria de la propia GSMA, se puso de perfil en España este jueves. Telefónica se limitó a asegurar que respetaba la posición. Y Huawei casi calcó su comunicado. ¿Apoyos abiertos y manifiestos? No hubo.

Tampoco se encontraron en el lado de las administraciones. En el Gobierno de España han salido en tromba en los dos últimos días para tratar de defender la seguridad de Cataluña y España frente al coronavirus, mientras la GSMA ha seguido repitiendo que el riesgo sanitario estaba detrás de su decisión ("Nuestro mayor activo era nuestra principal debilidad: 100.000 asistentes de todo el mundo en un mismo sitio al mismo tiempo", decía en una entrevista en El País este viernes). Incluso, en el Ejecutivo de Pedro Sánchez han dado un paso más y han llegado a afirmar que la decisión es "incomprensible", como dijo este viernes la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no esperó ni 24 horas y también el viernes alimentó la 'teoría de la conspiración' del sector que se basaba en que la guerra comercial entre China y Estados Unidos había sido importante .

Sea como sea, la gestión de la GSMA ha sido especialmente criticada en el sector. Sobre todo por su estrategia errática en las dos últimas semanas, desde que surgieron las primeras voces que alertaban de la posible incidencia del coronavirus. Varios directivos de empresas españolas y de operadoras de telecomunicaciones han lamentado estos días la falta de información y transparencia de la organización con las empresas y la incapacidad para frenar el miedo y el goteo incesante de bajas de compañías. El consejero delegado de la organización, John Hoffman, no hace ninguna autocrítica y sólo se limita a insistir en que si la feria hubiera empezado dos semanas antes no habría existido el problema, sin hacer mención a esa falta de información criticada por muchas compañías.

Lo que sí que repite una y otra vez es la 'causa de fuerza mayor'. Defiende que esta encaja con la situación que se vivió en Barcelona, pese a que hay serias dudas sobre ello. Es clave para el reparto del dinero y de las posibles indemnizaciones. Todo apunta a que algunos de los miembros más ilustres del consejo de la propia GSMA no reclamarán, aunque hay muchas más empresas que se juegan un inversión relevante. ¿La cifra total? Sigue siendo una incógnita absoluta, porque a los gastos vinculados al espacio de la feria hay que sumar otros vinculados a la construcción de los expositores, la logística o, incluso, los daños y perjuicios por la obligación de posponer anuncios corporativos que se iban a hacer en el marco de la propia feria.

Se cierra la semana más negra de los 14 años de historia del Mobile World Congress en Barcelona. Aunque el capítulo de esta edición no se podrá dar por finalizado hasta que no acaben todas las reclamaciones y se ponga negro sobre blanco sobre los costes y si estos serán compensados con la próxima edición 2021. Mucho aún por decidir.

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