El primer ejecutivo de Cobra ha sido tentado por Vinci 

ACS quiere retener a José María Castillo como CEO y relevo de Fernández Verdes 

El cambio del actual consejero delegado es un secreto a voces dentro del grupo y podría hacerse efectivo de cara a la próxima junta general de accionistas.

Imagen de Florentino Pérez con Marcelino Fernández Verdes.
Florentino Pérez junto a su todavía consejero delegado, Marcelino Fernández Verdes.
L.I.

Los últimos acontecimientos en ACS, como son la venta de la división de servicios a Vinci pero también el agujero de 400 millones que ha habido que provisionar con cargo a 2019 en la filial australiana Cimic, han producido un cambio sustancial en la alineación de los astros que iluminan la entidad presidida por Florentino Pérez. El primero ejecutivo de Cobra, José María Castillo, se ha convertido en la nueva figura emergente dentro de la estructura directiva casi al mismo tiempo que Marcelino Fernández Verdes ha pasado a ser una estrella fugaz en su labor como teórico primer ejecutivo del grupo.  El relevo del segundo por el primero se da por descontado, si bien en los últimos momentos han surgido avatares que pueden desencadenar inesperados desenlaces.

Castillo ha sido tentado  por la multinacional francesa para que siga en el proyecto una vez se materialice la compra de Cobra, tal y como ha adelantado el diario 'Expansión', una oferta sustanciosa que puede quedar en agua de borrajas si previamente se produce el relevo en la cúpula directiva del grupo. La salida de Fernández Verdes como consejero delegado es un secreto a voces dentro de ACS y todo hace indicar que podría materializarse de cara a la próxima junta general de accionistas del año que viene. José María Castillo tiene todas las opciones a su favor para convertirse en el nuevo 'número dos' de Florentino Pérez, aunque para eso tendrá que renunciar a la propuesta de Vinci.

El ascenso de Castillo se puede calificar de fulgurante a partir de su gestión como máximo responsable de Cobra, lo que le catapultó esta primavera al cargo de presidente de Dragados, la marca histórica de ACS en el mercado español de la construcción. Este último nombramiento supuso un primer aviso a Marcelino Fernández Verdes desde el momento en que Castillo vino a sustituir en el cargo a Adolfo Valderas, directivo mucho más cercano al todavía consejero delegado de ACS. Desde entonces las funciones realmente operativas de Fernández Verdes como supuesto 'timonel' del grupo han quedado reducidas a los negocios extranjeros de la filial alemana Hochtief.

Cobra es la cabecera de la división de Servicios cuya eventual transmisión patrimonial a la multinacional francesa Vinci ha permitido algo tan importante como es la puesta en valor global de ACS. Todo en un momento especialmente delicado en bolsa, dado el acecho continuo de los inversores bajistas que vienen cebándose con el grupo constructor español. De hecho, hasta hace unos días, la capitalización que marcaba ACS  era significativamente inferior al valor de referencia que ha sido acordado con Vinci de cara a la mencionada transacción de las actividades de servicios, nucleadas en torno a Cobra.

El acuerdo de principio se ha establecido sobre una base efectiva de 7.300 millones para todo el perímetro de la división de servicios, de los que hay que descontar los activos que serán segregados antes de la transacción y que equivalen a 2.100 millones en números redondos. En definitiva, ACS proyecta unos ingresos extraordinarios de 5.200 millones una vez que se materialice la operación con Vinci, de los que un mínimo de 2.800 millones serán percibidos en metálico y el resto podrían ser pagados también en efectivo o bien en acciones de la compañía gala.

La valoración fijada a la división de Servicios para la venta a Vinci llegó a superar la capitalización en bolsa de todo el Grupo ACS

La entidad que preside Florentino Pérez se convertirá en accionista de Vinci al mismo tiempo que obtendrá unas jugosas plusvalías que ayudarán sensiblemente a mejorar el presupuesto de beneficios previsto para este año en el entorno de los 750 millones de euros. ACS compensará de esta forma los efectos negativos padecidos por Abertis como consecuencia de la paralización de actividad a raíz de la crisis sanitaria. Al cierre del primer semestre, el grupo constructor reconoció una caída de resultados superior al 30% debida en gran parte al lastre de la filial de autopistas en la que comparte la propiedad con la italiana Atlantia.

A pesar de todos estos pesares ACS ha conseguido remontar en bolsa hasta alcanzar un valor de mercado cada vez más cercano a los 8.000 millones de euros. Un importe que contrasta con los más de 11.000 millones que valía el grupo en 2019 pero que, en todo caso, permiten a Florentino Pérez asegurar el sistema inmunológico de su entidad frente a las nefastas consecuencias que pueda producir todavía la pandemia del Covid-19. En este reforzamiento de las defensas financieras el ‘deal’ con Vinci se antoja determinante y constituye el punto de partida en la definición de la nueva estrategia de ACS más centrada en el negocio de las infraestructuras y en una diversificación cada vez más notable en los mercados internacionales.

El golpe de timón se podrá visualizar de manera más notoria a partir del relevo de Marcelino Fernández Verdes, uno de los ejecutivos mejor pagados del Ibex, y cuya labor fue esencial en el desarrollo de los negocios de construcción de ACS a partir de la adquisición en 2010 de la compañía alemana Hochtief y su filial australiana Leighton, más tarde bautizada como Cimic. Fernández Verdes tuvo que vivir varios años a salto de mata entre España, Alemania y Australia hasta que finalmente fue designado como número dos de Florentino Pérez en mayo de 2017. Su promoción fue observada en el mercado como un paso previo para la sucesión del actual presidente y máximo accionista del grupo, una interpretación que probablemente no ha favorecido tampoco la carrera profesional del todavía consejero delegado.

Ha sido precisamente la crisis generada por los negocios de Cimic en Oriente Medio la que ahora ha afectado más directamente al hombre que durante muchos años actuó como mano derecha de Florentino Pérez. ACS tuvo que reconocer la pérdida efectiva de la filial de Cimic en Dubai, denominada BICC, rebajando a cero su valor en el balance consolidado, lo que incluía también la deuda intra-grupo acumulada en los últimos años. Una carga demasiada pesada para Fernández Verdes cuya salida de ACS se considera ahora como el desenlace más lógico, con independencia de la decisión que adopte José María Castillo. El relevo deberá efectuarse en todo caso dentro de un proceso natural y, a tal efecto, estaba previsto que fuera materializado como una consecuencia lógica del cambio de rumbo que el grupo quiere llevar a cabo una vez ajustado su perímetro de negocio.

La entidad que preside Florentino Pérez está a punto de cerrar también la venta de las renovables de Latinoamérica integradas en Zero-E 

Además de la desinversión de Cobra es intención de ACS realizar una serie de ventas antes de que termine el presente ejercicio. En este marco de actuación destaca la culminación de la llamada operación Zero-E, cuya primera parte se materializó este verano mediante la creación de una joint venture con Galp en la que esta empresa portuguesa controla el 75% de las plantas fotovoltaicas construidas y gestionadas por la mencionada Cobra en España. En las próximas semanas está previsto cerrar igualmente la venta de las renovables de Latinoamérica integradas a día de hoy en la cartera de Zero-E y que no han sido incluidas en el protocolo de acuerdo con Vinci.

El objetivo de ACS apunta a una gran corporación centrada en el negocio de las infraestructuras en la misma línea, por poner un ejemplo, que la emprendida por Ferrovial. La empresa de Rafael del Pino tiene también en venta su división de Servicios, lo que pone de manifiesto una tendencia de las grandes empresas constructoras por centrar su actividad en segmentos de actividad de menor riesgo y en los que vienen trabajando desde hace años. Las antiguas compañías constructoras tratan de aprovechar su acreditada proyección en los mercados exteriores como una baza adicional para sortear la crisis económica y, sobre todo, la posibilidad de que España quede rezagada en el consiguiente proceso de recuperación.

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