Crónica de una investidura fallida: cinco citas, semanas perdidas y jaque a Iglesias

Crónica de una investidura "jaque": cinco citas, una llamada y tres meses perdidos
Crónica de una investidura "jaque": cinco citas, una llamada y tres meses perdidos
Presidencia del Gobierno
Crónica de una investidura "jaque": cinco citas, una llamada y tres meses perdidos
Crónica de una investidura fallida: cinco citas, semanas perdidas y jaque a Iglesias / Presidencia del Gobierno

"Jaque". Así definen en el PSOE el movimiento efectuado ayer por Pedro Sánchez con Pablo Iglesias en la entrevista en La Sexta. El secretario general del PSOE camina hacia la segunda investidura fallida de la democracia, pero considera que ha dado la puntilla a su principal rival. Él mismo ya fracasó en 2016, cuando cerró un acuerdo de Gobierno con Ciudadanos, y lo volverá a hacer la próxima semana si no se produce un giro radical de los acontecimientos. Pero en esta ocasión las sensaciones son distintas. Han sido tres meses de negociaciones fallidas con Unidas Podemos, un trimestre que no ha servido para avanzar en nada, sino para hacer aún más evidentes las diferencias entre dos formaciones que siempre se han profesado desconfianza mutua. 

Ayer mismo, en la Ejecutiva federal del PSOE, Sánchez dejó claro que es "muy complicado" lograr sacar adelante la investidura. Según explican fuentes del principal organismo de gestión socialista, el candidato transmitió que el acuerdo es realmente complicado, pero que iba a "intentarlo hasta el final". "No vamos a tirar la toalla", dijo a los suyos, sin perder la vista de unas segundas elecciones en noviembre. La maniobra está ejecutada y el tándem Moncloa/Ferraz ya no se va a mover más de lo que lo ha hecho desde el 28 de abril. Esta es la crónica de lo sucedido entre las elecciones generales y la investidura 'fake' del próximo martes y jueves.

Del "¡Con Rivera no!" a la Presidencia del Congreso

La noche del 28 de abril Sánchez salió al balcón de Ferraz para celebrar la primera victoria del PSOE en once años. "¡Con Rivera no! ¡Con Rivera no!", proclamaban los simpatizantes congregados en una calle que no se cortaba al tráfico desde el fatídico Comité Federal de octubre de 2016, que provocó la abstención de los socialistas para dar el gobierno a Rajoy. "Creo que ha quedado bastante claro, ¿no?", replicaba el presidente. "Lo he escuchado, pero mirad una cosa: nosotros no vamos a hacer como ellos, que ponen cordones sanitarios. La condición es respetar la Constitución española y avanzar en justicia social, regeneración y limpieza. Pero eso será a partir de mañana", añadía. Es decir, fijaba desde el principio a Unidas Podemos como socio preferencial, sin descartar a Ciudadanos.

El 7 de mayo arrancan las primeras negociaciones. Sánchez convoca a Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias en Moncloa. Parecen meras tomas de contacto por la cercanía el 26-M, pero con el líder de Unidas Podemos se moja. Fuentes de las negociaciones afirman que el candidato a la investidura ofrece a los morados la Presidencia del Congreso, además de un Gobierno conjunto cediéndoles dos ministerios: Juventud e Industria y Comercio, desligando la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), la matriz de la que dependen las empresas públicas. Iglesias rechaza la oferta porque considera que es el PSOE quien tiene que presidir la Cámara Baja y que su partido debe tener una "representación proporcional a votos en ministerios". Es entonces cuando desde Ferraz se activa la fracasada 'operación Iceta', un "win-win" que dio paso más tarde a la elección de Meritxell Batet y Manuel Cruz como presidentes de Congreso y Senado, respectivamente. Iglesias salió optimista de esta toma de contacto inicial y llega a decir ante los periodistas que "nos hemos puesto de acuerdo en ponernos de acuerdo".

Tras las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo Sánchez vuelve a activar las mismas negociaciones, pero ya no llega tan lejos. Moncloa tiene en cuenta el tremendo varapalo sufrido por los morados en la segunda cita con las urnas, en la que los de Iglesias se desploman. Esta vez las reuniones se desplazan al Congreso.

Es 11 de junio y del cara a cara con el líder de Unidas Podemos sale la palabra mágica: "Gobierno de cooperación". Las fuentes consultadas indican que el líder del PSOE propone a Iglesias entonces dejar de hablar de coalición para no generar fisuras en las filas socialistas. Iglesias acepta acabar con el término de la discordia. Es en ese preciso momento cuando las negociaciones se estancan. Desde entonces y hasta hoy todo han sido desencuentros.

Comienza a surgir la desconfianza mutua

Seis días más tarde, el 17-J, Sánchez e Iglesias vuelven a verse en una tercera reunión, esta vez en privado y sin anuncio previo. Fuentes del PSOE aseguran que en ese encuentro ya se constatan, por si había dudas, que las posiciones de ambos están "muy alejadas". Aún así, los socialistas, ya pensando en la batalla por el relato, afirman que tienen "máxima disposición de entendimiento" con Podemos, a quien siguen considerando "socio preferente". Pero la realidad es otra y la desconfianza ya es evidente. No hay ruptura pero Sánchez ya transmite a su equipo más cercano de colaboradores el abismo que le separa de Iglesias.

El 23 de junio, domingo, el PSOE filtra unas declaraciones a los periodistas. La camuflan como una nueva oferta a Iglesias. Se basa en un "Gobierno de cooperación" en tres niveles: "parlamentario, de contenidos y de representación institucional". "No en el Consejo de Ministros", dejan claro los socialistas. Ferraz vende esta propuesta como "una prueba de habernos movido de nuestra posición inicial de gobernar en solitario" y pide a Unidas Podemos que haga lo mismo. Al día siguiente, Sánchez se reúne con Pablo Casado en Moncloa.

El martes 25 de junio se celebra la cuarta cita entre Sánchez e Iglesias. Contenido: el mismo "Gobierno de cooperación". El PSOE incorpora una novedad: propone una comisión de seguimiento al posible acuerdo de gobernabilidad. Palabras vacías, en definitiva. A partir de ese momento el presidente en funciones se marcha a Osaka al G-20 y a Bruselas a negociar el reparto de puestos comunitarios. Desde la capital belga fija la investidura para el 23-25 de julio, pensando ya en unas segundas elecciones en noviembre. El calendario está decidido.

Sánchez junto a Macron y Merkel la semana pasada en Bruselas
Sánchez junto a Macron y Merkel durante el Consejo extraordinario de Bruselas.

El día 3 de julio arranca con una carta de Pablo Iglesias en La Vanguardia. No habla de una consulta en Cataluña que defiende, pero esa publicación sirve al PSOE para justificar sus grandes diferencias respecto a Podemos sobre el conflicto. Las diferencias, por tanto, se agrandan. "No me puedo permitir un vicepresidente del Gobierno que hable de presos políticos", ha llegado a justificar Sánchez este jueves. Ese fin de semana el socialista se enclaustra en Quintos de Mora para diseñar la investidura.

El lunes 8 el PSOE da un paso al frente y presenta su documento 'España avanza'. Es su programa de Gobierno, un proyecto muy pensado por Sánchez y los suyos que incorpora algunas demandas de Podemos. Al día siguiente, martes, se vuelve a reunir con Iglesias en la quinta y última reunión. El diálogo ya es totalmente de sordos, pero fuentes socialistas filtran que Iglesias ha pedido ocupar una vicepresidencia (más tarde se ha conocido que también reclamó el Ministerio de Hacienda, Empleo y la Secretaría de Estado de Comunicación). Es la mecha que enciende la llama y que provoca la semiruptura de los contactos. Adriana Lastra habla por teléfono con Irene Montero y acuerdan mantener una vía de comunicación que nunca ha progresado.

El día 11 la situación vuelve a dar un giro. Sánchez llama por teléfono a Iglesias en una última comunicación entre ambos previa a la ruptura total. Esa tarde fuentes del PSOE vuelven a filtrar que el candidato a la investidura está dispuesto a "volver al punto de partida" y que estaría valorando "todos los escenarios", incluida la incorporación de miembros de Podemos al Consejo de Ministros. Independientes, eso sí, y sin Pablo Iglesias. Vuelve, por tanto, a su propuesta inicial. Mientras esto sucede en Moncloa empieza a preparar su discurso, consciente de que se encamina irremediablemente hacia una investidura fracasada.

La ruptura total entre Sánchez e Iglesias llega el viernes 12. ¿El motivo? La votación que lanza Podemos a sus bases para decidir su voto en la investidura. "Tratar de legitimar la inflexibilidad con una consulta son ganas de romper puentes. Y los puentes destruidos tardan tiempo en volver a levantarse", afirmó este jueves José Luis Ábalos. El PSOE se siente ninguneado y el 15, lunes, Sánchez anuncia el divorcio en directo. Lo hace Sánchez en una entrevista en TVE, una puesta en escena que también enfada en el partido morado.

El "no es no" a Iglesias como ministro

Este jueves Sánchez da el "jaque" definitivo a Iglesias. Lo hace afirmando que "Pablo Iglesias es el principal escollo" para desbloquear la investidura. Con ello Sánchez descarta toda la culpa en su principal adversario y cree ganar así la batalla del "relato". Todo con el objetivo, creen en Ferraz, de dar la estocada final a Podemos en unas próximas elecciones. Es más, Sánchez transmitió a la cúpula socialista ayer mismo que "en septiembre no habrá una segunda oportunidad" debido a que la sentencia del 'procés' hará aún más difícil llegar a un acuerdo político. Las cartas ya están boca arriba.

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