Roza el 4,5%

El coste del bono de EEUU escala al nivel pre-Lehman pero con el triple de deuda

El mensaje optimista de la Fed con la marcha de la economía y la pretensión de tener 'tipos altos por más tiempo' mueven la curva de rentabilidades de la deuda a largo plazo hasta niveles no vistos desde junio de 2007.

Joe Biden afronta problemas presupuestarios en el cierre de 2023.
Joe Biden afronta problemas presupuestarios en el cierre de 2023.
Michael Reynolds - Pool / CNP vía Europa Press

El rendimiento del bono a 10 años de Estados Unidos es hoy el mismo que antes de que estallase Lehman Brothers en la crisis financiera de las hipotecas 'subprime'. Por tanto, el coste de endeudarse a ese plazo para el Tesoro Federal americano también según esa referencia. Solo que ahora la carga de la deuda pública se ha triplicado (de 10 a más de 33 billones de dólares) y con ello el pago de intereses asociado a esas emisiones va camino del billón de dólares anual tras duplicarse en apenas 18 meses.

Según los datos al cierre de Wall Street, el interés de la deuda a 10 años de EEUU escaló hasta el 4,5%, su nivel más alto desde junio de 2007, debido a las ventas de bonos y la caída del precio, que se mueve de forma inversa al rendimiento. ¿Por qué venden entonces los inversores? La respuesta parece fácil a priori. Todavía esperan mayores retornos en las nuevas emisiones de deuda después de la reunión de la Reserva Federal (Fed) y las explicaciones dadas por Jerome Powell. 

También porque están saltando a otro plazo más corto que les ofrezca un atractivo todavía mayor.  Los T-bills (letras) a 3, 6 y 12 meses 'pagan' en torno al 5,5%, mientras que los 'treasuries' a 2 años rentan el 5,15%, el 4,86% a 3 años o el 4,6% a 5 años. El bono a 10 años, la referencia de financiación a largo plazo de un país, mantiene aún la curva invertida de forma anómala (menor plazo, mayor rendimiento) pero puede que no sea por mucho tiempo, según algunos inversores.

La primera razón hay que encontrarla en el señalamiento de la Fed sobre una posible subida de tipos de interés adicional antes de que termine 2023 y el jarro de agua fría a las expectativas de recortes de tipos en 2024. La segunda emerge de las nuevas proyecciones macro del banco central tras la drástica mejoría del crecimiento económico previsto en 2023 del 1% estimado en junio al 2,1% ahora, además del aumento de cuatro décimas, hasta el 1,5%, del ritmo del PIB para 2024. Es la confirmación de que, oficialmente para la Fed, ni hay recesión ni se la espera.

"Los inversores llevan mucho tiempo descontando tipos de interés muy por debajo de los finalmente acontecidos, y una rápida vuelta a la 'normalidad' en cuanto se apagase el brote de inflación. No parece que lo segundo pueda ser tan rápido como hubieran deseado, sin que medie recesión. Diversos factores estructurales apuntan a que tanto inflación como tipos de interés serán durante muchos años, en media, superiores a los niveles que hemos visto la última década", apuntan en Creand AM.

Hay quien ve un cambio de tendencia. "El rendimiento del bono del Tesoro a 10 años todavía tiene margen al alza, aunque el bono a 2 años parece estar bien tal como está. La Fed estará contenta de que el mercado esté prestando atención a su postura más hawkish. Otra subida de tasas se dejó sobre la mesa, ya que la Fed todavía está en el proceso de encontrar 'el nivel adecuado de restricción' para llevar la inflación a la meta, pero -según dijo- está "bastante cerca de donde necesita estar", apuntan en un informe desde la firma neerlandesa ING Research.

"El panorama general para los próximos dos años es que los tipos de la Fed sean mucho más bajos que los actuales. Eso no necesita igualarse con un bono a 2 años mucho por encima del 5%. De hecho, esta es una parte de la curva que puede caer más una vez que se confirme que la Fed ha alcanzado su punto máximo. En resumen, es probable que haya un impulso para que la curva se incline (deje de estar invertida) en las próximas semanas", señalan Benjamin Schroeder y Padhraic Garvey, economistas del banco naranja.

¿El final de la curva invertida?

La escalada de rentabilidades en la deuda esta semana ha tenido un mayor eco en la deuda de largo plazo frente a los cortos, que se movían de manera pareja a las tasas oficiales de la Fed. El temor a una recesión económica llevó a la curva de los bonos (2 años vs 10 años) a cotizar del revés en junio de 2022, pero la temida contracción no ha se producido. Al revés, la tesis central de la Fed sigue siendo un aterrizaje y despegue controlado de la economía sin traumas. "Siempre he pensado que el aterrizaje suave era un resultado plausible, que realmente había un camino hacia un aterrizaje suave. He pensado eso y lo he dicho desde que comenzamos el proceso de subida de tipos", apuntó Powell el miércoles en la rueda de prensa.

 En opinión del gobernador en jefe de la Fed, el aumento de las tasas en la deuda no solo se debe a la inflación sino también a las expectativas de mejoría económica y la previsión de que no haya recortes de tipos a corto plazo. Hay un factor latente que está cotizando en los bonos y es el proceso de reducción de balance del banco central, que sigue amortizando cartera de deuda y vendiendo algunos activos.

"También una mayor oferta de bonos del Tesoro", aseguró Powell en referencia al aumento de las colocaciones de deuda del Gobierno Biden para financiarse.  La situación no es baladí puesto que el aumento de la deuda pública de EEUU ha superado a la carrera los 33 billones de dólares apenas tres meses después de que se suspendiera -para elevarlo- el techo de endeudamiento de 32,5 billones. 

La velocidad del incremento ronda los 6.000 millones de dólares diarios e irá a más conforme el Tesoro vaya refinanciando a los tipos actuales superiores al 5% después de haber disfrutado de financiación al 0% durante la pandemia. En poco más de 18 meses, el coste de la deuda anual de EEUU se habrá duplicado desde algo menos de los 500.000 millones de dólares a cerca del billón.

El pulso entre demócratas y republicanos vuelve a estar en primer línea pero esta vez a cuenta del bloqueo presupuestario que puede desembocar el cierre de la Administración federal y todas las agencias dependientes de Washington. Es lo que marca la ley. De producirse, la incertidumbre puede añadir tensión a los mercados de deuda pero a la vez supondrá un ahorro a corto plazo de las necesidades de financiación del Gobierno puesto que dejará de pagar a los funcionarios mientras dure, aunque les reembolsará lo adeudado una vez se reabra la Administración.

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