Nuevo consejo de administración

La rebelión en Abengoa amenaza con un concurso que perjudica a los accionistas

La vieja compañía se encuentra en causa de disolución y pendiente de su propia de refinanciación, aunque controla el 77% de Abenewco, sociedad que cuenta con los activos de la ingeniería.

Abengoa
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EFE

14.000 empleados (2.500 de ellos en España), una deuda neta próxima a los 3.900 millones de euros y decenas de proyectos de ingeniería y energías renovables vuelven a situarse al filo del abismo con Abengoa. La compañía sevillana ha vuelto a la casilla de cero después de meses pactando 'puerta a puerta' un rescate financiero con bancos, acreedores y proveedores. Pero la Junta de Accionistas celebrada este martes 22 de diciembre ha dado un giro de 180 grados al rumbo de la compañía hacia la refinanciación.

Un grupo de accionistas minoritarios, agrupados en torno a la plataforma Abengoashares, ha dinamitado la hoja de ruta que había diseñado para la compañía el anterior equipo directivo que capitaneaba Gonzalo Urquijo.  El ansiado rescate ya no podrá realizarse, al menos, en los términos previstos.

Con la representación del 26% de las acciones de Abengoa, los minoritarios han tumbado la propuesta de consejeros de la anterior cúpula (Francisco Prada, Joaquín García-Romanillos y Alejandro Sánchez-Pedreño) y han sacado adelante el nombramiento de sus propios candidatos: Margarida Smith, Jordi Sarriá y Juan Pablo López-Bravo, que será el nuevo presidente.

López-Bravo será el nuevo presidente de la compañía de forma temporal. Está previsto además que el expresidente de Amper, Clemente Fernández González, sea nombrado consejero por cooptación y presidente para liderar la nueva etapa una vez que dimita uno de los nuevos consejeros.

Fuentes próximas a la plataforma aseguran que el objetivo desde el principio es “dar guerra” a los acreedores y recuperar parte de la inversión perdida en la empresa por los accionistas minoritarios. De hecho, el propio Fernández González reconocía al diario ABC el quebranto que supone para su bolsillo la situación de Abengoa. Tiene 10 millones de acciones de la compañía valoradas en unos 400.000 euros, según sus propios cálculos. 

Este ejecutivo fue relevado en octubre de la presidencia de Amper tras el nombramiento de Pedro Morenés, el que fuer ministro de Defensa durante el Gobierno de Rajoy. Fernández es el nuevo líder de los minoritarios después de la retirada de Marcos de Quinto, que inició el proceso para cesar al anterior consejo y nombrar uno nuevo. 

Desde entonces ha habido un cisma entre los minoritarios y, por un ajustado margen, se han decantado por la vía más dura en Abengoa: deshacer el rescate. “Soy financiero, especialista en análisis técnico. He llegado a presidente de una empresa española como Amper. Soy partícipe de fondos de capital riesgo”, se autodefinió Fernández en el canal cántabro Vegavisión.

Desplome de la cotización

Las acciones de Abengoa se desplomaron el martes un 83%, hasta 0,002 dólares, en el mercado ‘pink’ del OTC Markets de EEUU, donde se recogen cotizaciones de compañías en problemas, quebradas o que no han solicitado su entrada a cotización. Los títulos de Abengoa no cotizan en España porque permanecen suspendidas por la CNMV desde el pasado 14 de julio, día del Pobre de Mí de Sanfermines y de la jornada fatídica para cientos de inversores que vieron sus inversiones esfumarse ante la cercanía de un rescate financiero que no fue como lo preveían.

El pasado verano, el consejo de administración liderado entonces por Gonzalo Urquijo logró un acuerdo con los bancos que financian la compañía, fondos que poseen bonos o han prestado dinero, así como con los acreedores. Involucraron además al Gobierno, que a través del ICO y el Cesce iba a extender un programa de avales y líneas de crédito valoradas en 500 millones de euros. Además, la Junta de Andalucía iba a poner otros 20 millones, aunque finalmente se echó atrás y rompió su compromiso.

Bancos y acreedores iban a aplicar quitas a la deuda de la compañía hasta el punto de convertirse en los principales accionistas de una nueva empresa (Abenewco 1), que asumiría los activos, deuda y empleo de la antigua Abengoa SA. La víctima de todo el proceso fue el minoritario, que iba a verse diluido a poco más del 3% del capital. 

Ahora nada parece indicar que el destino vaya a ser el mismo o, incluso peor ya que los accionistas serán los últimos de la fila en caso de concurso por detrás de empleados, bonistas o prestamistas, entre otros. La capitalización bursátil de la compañía en el momento de la suspensión de cotización se situaba en torno a los 130 millones de euros. Sin embargo, los minoritarios debían pasar una prueba de fuego para poder quedarse con ese nimio 3% de la futura Abenewco, ya que debían salvar la propia empresa de la quiebra pese a que se convertía en una carcasa casi vacía.

La actual Abengoa SA se encuentra en causa de disolución con un patrimonio negativo de 388 millones de euros, que todavía deberá reequilibrar para poder seguir activa. Para ello se requiere la conversión de deuda en préstamos participativos por valor 153 millones de euros y con un nivel de adhesión entre los acreedores que agrupe hasta el 96% de ellos. El mayor activo que tiene es precisamente el 77% del capital de Abenewco antes de la refinanciación, aunque una vez realizada su peso se reducirá a menos del 50%. El nuevo equipo que liderará Clemente Fernández busca rehacer las ecuaciones de canje para volver a dar protagonismo al minoritario y, por encima de todo, recuperar parte de la inversión.

La mala noticia es que tendrá que volver a negociar con bancos y acreedores. Muchos de ellos tienen provisionada la deuda o, incluso, asegurada contra impago en caso de quiebra, un evento que les haría conseguir liquidez inmediata frente a su permanencia como inversores en un proyecto cuya viabilidad está en cuestión desde 2015. El fiasco del actual rescate, el tercero en cinco años, no será inmediato debido a las moratorias crediticias del estado de alarma y los aplazamientos concursales hasta marzo que ha dictado el Gobierno. Dicho de otro modo, gracias a la Covid-19, Abengoa todavía tendrá tres meses de vida pese a que su supervivencia sin un rescate de bancos, acreedores e instituciones no es posible

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