Inseguridad de accionistas y bonistas

Los 'rescates a la carta' en EEUU y Suiza meten miedo a los inversores en banca

La diferente actuación de los reguladores en Estados Unidos y Suiza a la hora de rescatar los bancos siembra la incertidumbre regulatoria para el inversor en acciones y bonos.

Los logos de los bancos suizos Credit Suisse y UBS
La fusión de los bancos suizos Credit Suisse y UBS tiene efectos secundarios.
EFE

El Banco Central Europeo (BCE) salió este lunes a poner orden el caos e incertidumbre regulatoria que ha provocado el rescate de Credit Suisse (CS) por UBS entre los inversores en bancos, que desordena el orden de prelación en caso de pérdidas entre accionistas y bonistas. La decisión de Suiza de ejecutar 16.000 millones de francos en deuda híbrida (bonos contingentes convertibles o CoCos) para recapitalizar CS ha dado lugar a que los accionistas del banco rescatado estén recibiendo más de 3.000 millones de euros por sus acciones, mientras que los propietarios de los bonos AT1 (CoCos) lo pierden todo pese a que va contra el orden normativo.

Suiza ha querido compensar así a los grandes accionistas del Credit Suisse como las entidades estatales de Arabia Saudí y Catar que acudieron en noviembre y diciembre a la ampliación de capital de 4.000 millones de francos (más que el importe que desembolsa ahora UBS) que realizó la entidad. Sin embargo, al mismo tiempo, los inversores que compraron los bonos AT1 en junio de 2022 con cupones de hasta el 10% lo han perdido todo. El Gobierno helvético tendrá que legislar para amparar el movimiento pero algunos de los inversores más grandes del mundo ya amenazan con demandas, según fuentes del sector. 

El escenario de inseguridad jurídica generado provocó un desplome en las cotizaciones de los bancos y la deuda híbrida este lunes por la mañana hasta que el BCE, la Junta de Resolución (JUR) y la Agencia Europea de Bancos (EBA) salió al paso desmarcándose de la solución suiza para recordar que en la zona euro seguirán aplicando el modelo vigente de prelación en el que los accionistas son los últimos en cobrar, por detrás de la deuda híbrida (junior) o la deuda senior. "Suiza no establece estándares en Europa. Las tres, EBA, el BCE como supervisor y la JUR han sido muy específicos en cuanto al orden (de prioridad) que aplica en Europa", aseguró Christine Lagarde en una comparecencia en el Parlamento europeo. El pronunciamiento logró el efecto de calmar a los inversores en los bancos. El mercado de AT1 (bonos contigentes convertibles) creado para reforzar el capital de los bancos se eleva por encima de los 250.000 millones de dólares.

Pese a la teoría dice que los bancos se financian con los depósitos de sus clientes, en realidad, las entidades tienen que recurrir constantemente a los mercados para vender deuda a otros inversores para financiarse. También emiten instrumentos como la cédulas hipotecarias que luego les sirven como garantía para obtener liquidez en las ventanillas de los bancos centrales, o compran bonos soberanos con el mismo fin. La crisis actual se ha centrado en las pérdidas latentes que arrastran algunos bancos por el efecto de la subida de tipos de interés de 475 y 350 puntos básicos, respectivamente, que han ejecutado tanto la Fed en EEUU como el BCE en Europa. 

El virus de la inseguridad jurídica desde EEUU

La operación supone un nuevo cambio de criterio en la escena de rescates bancarios que se está sucediendo durante las dos últimas semanas, creando precedentes a uno y otro lado del Atlántico con operaciones a la carta, con hasta tres modelos distintos y algún otro en camino. La intervención por quiebra del Silicon Valley Bank (SVB Financial) y la sucesiva del Signature Bank puso contra las cuerdas durante el fin de semana del 11 al 12 de marzo a accionistas, bonistas y depositantes de las dos entidades de EEUU. La ley bancaria de ese país marca un límite de 250.000 dólares por cliente a la hora de proteger los depósitos en caso de quiebra. 

Sin embargo, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, en conexión con el presidente del Gobierno, Joe Biden, impulsó un rescate del 100% de los depósitos de ambos bancos que ejecutó la agencia FDIC creando dos 'bancos-puente' antes de su venta a otra entidad. Estaban en juego más del 80% de los depósitos en las dos entidades, decenas de miles de millones de la tesorería de empresas tecnológicas y fondos de inversión. Las presiones para que extendiese el paraguas de protección al 100% de los depósitos surtió efecto pero dejó graves efectos secundarios. El resto de bancos regionales quedaron a los pies de los caballos y comenzaron a sufrir salidas de depósitos, fuga de accionistas y de bonistas por el temor a otra quiebra.

El canario en la mina de la crisis en la banca estadounidense es ahora el First Republic Bank (FRC), que recibió una medicina distinta para su rescate. El Tesoro junto a la Fed y la FDIC apadrinaron un acuerdo de los 11 grandes bancos de EEUU para inyectar hasta 30.000 millones de dólares en depósito a la entidad con sede en San Francisco. Además, el banco recibió acceso a una línea de liquidez especial de la Fed y JPMorgan por valor de 70.000 millones de dólares. Lejos de solucionar la situación, los mercados han visto en la entidad la primera víctima de la discriminación del Gobierno de EEUU  de proteger no proteger al 100% los depósitos de todos los bancos medianos. 

En este sentido, la Coalición de Bancos de Tamaño Medio de América (MBCA, por sus siglas en inglés) ha solicitado al Gobierno que extienda esa medida para el resto de entidades para evitar fugas de depósitos hacia los bancos más grandes, según informó 'Bloomberg' este fin de semana. La inseguridad jurídica que afrontan las entidades no ha cesado desde hace dos semanas y ha llevado al Tesoro a intensificar los contactos con grandes inversores del sector para buscar una solución definitiva que pase por recapitalizar a las entidades que lo necesiten y trasladen un mensaje de confianza. 

Berkshire Hathaway, el holding de Warren Buffett, ha sido una de las firmas llamadas a la Casa Blanca. Fue la baza talismán que ayudó a poner freno a la debacle bancario de 2008 en el periodo de transición de las presidencias de George Bush y Barack Obama. El nonagenario inversor apuntaló entonces el capital de Goldman Sachs y de Bank of America ayudando a restaurar la confianza de los mercados en la banca, que ha quedado dañada por la sucesión de rescates a medida que han terminado por contagiar al resto. Al cierre de 2022, el sector financiero representaba cerca de un tercio del total de su cartera de inversiones, con Bank of America a la cabeza.

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