"Aquí no soy un falso autónomo"

Jóvenes franceses de fiesta en Madrid... y los españoles a buscar trabajo en París

El desempleo juvenil en nuestro país roza el 40%, la tasa más alta de la UE y empuja al éxodo. Algunos encuentran oportunidades al otro lado de Pirineos.

Efe
Francia se convierte en el nuevo refugio laboral para los jóvenes españoles
EFE

585.000 jóvenes no encuentran una oportunidad en el mercado laboral español... España presenta la mayor tasa de desempleo en la zona euro y en la Unión Europea (39,6%)... Como un déjà vu de las crisis que golpean particularmente a los jóvenes desde hace más de una década, los datos de paro difundidos está semana vuelven a empujar al éxodo a los jóvenes españoles.  De los jóvenes que están a punto de cursar sus estudios universitarios, un 82% dice que está dispuesto a salir del país para encontrar trabajo, según un nuevo informe del Young Business Talents. Un fenómeno de fuga de cerebros ya documentado desde la burbuja inmobiliaria y la crisis del 2008.

Es el camino que ha tomado María Sanchís, de 24 años. Llegó hace seis meses desde Valencia a París por razones personales y laborales. Dio el paso cuando se quedó sin trabajo en una agencia de viajes. Dado que su pareja vive en la capital francesa, ya lo había contemplado pero el hecho de perder su trabajo aceleró el proceso. Los primeros pasos no han sido fáciles por “el contraste con mi ciudad y París”. Técnica superior en Turismo, lo primero que hizo al llegar fue “abrir una cuenta como autónoma para tener más oportunidades de trabajo y actuar con más independencia”. Desde su llegada todavía no ha encontrado empleo, pero pronto comenzará un trabajo de un mes asesorando al cliente a través de un chat en línea para una automovilística.

La pandemia, una oportunidad

Natalia Landero ya va por su segundo empleo. Con 25 años, viajó en el verano del 2020 para visitar a una amiga, aprovechando las reaperturas tras los confinamientos de la primavera pasada. Pero pronto España volvió a endurecer medidas y perdió cinco vuelos. Al estar “atrapada” en Paris comenzó a buscar un empleo. En Barcelona era desarrolladora de negocios, coordinadora de start-ups. A finales de febrero había dejado su puesto y enseguida estalló la pandemia: “Mi sueño siempre había sido vivir fuera”.

Éxodo constante

Las dos españolas no han llegado a la tierra prometida, porque la situación para los jóvenes franceses no es envidiable: son los más golpeados por la crisis del coronavirus en el país. Los perfiles poco preparados son los más afectados, así como los que se acaban de licenciar. Pero aún así, las cifras son incomparables. El porcentaje de desempleo en Francia es de un 9% y el paro juvenil es de un 21,8 según el Instituto nacional de estadísticas (Insee).

Si bien la crisis actual es inédita, los motivos para cruzar la frontera no parecen tan distintos. Cristina Pérez Giménez es arquitecta desde el 2009. Originaria de Valencia, llegó a Paris en el 2011: “Con la crisis inmobiliaria era muy difícil encontrar trabajo. Gracias a un intercambio Erasmus hablaba francés. Unos amigos que vivían en París me animaron a buscar prácticas. Así que empecé así y acabé como empleada. Supongo que me quedé por las condiciones laborales”. “Creo que mis comienzos fueron más fáciles que los de mis compañeros en casa. Algunos han seguido ejerciendo, muchos se han reciclado”, agrega.

Valorar estudios y experiencia

Al terminar Ingeniería industrial, Víctor García Alda, de 35 años, tuvo la oportunidad de cursar dos años de estudios en Francia. “Además hice un máster que me gustaba mucho. Cuando acabé me dije que ya no tenía nada más que hacer”, cuenta. Probó suerte en España a finales de 2014 porque no podía “quedarse sin trabajo y no podía seguir en la residencia de estudiantes. No había muchas ofertas, y las que encontraba dejaban mucho que desear: “Las entrevistas que hice eran una tomadura de pelo".

No solo a nivel salarial. García Alda recuerda con amargura entrevistas laborales en las que “no valoraban ni el doble diploma, ni el hecho de hablar francés”. “Sabiendo lo que hay en Francia, esa situación da mucha rabia porque aquí se valora más los estudios que se han hecho. En España, hayas hecho más o menos te consideran como un recién salido”, se indigna.

Empezó entonces su búsqueda en Paris: “Postulé a cuatro o cinco puestos y me llamaron cada vez. Hice una entrevista por teléfono y en una semana me vine con trabajo. Fue una experiencia buenísima. Era consultor, al final del proyecto ya no era posible continuar. Volví a buscar y a través de algunos conocidos encontré mi trabajo actual”.

“Uno aquí no deja de ser un extranjero”

Ni los recién llegados ni los más veteranos tienen contemplado regresar a corto plazo. “Antes tenía más presente volver que ahora", dice el ingeniero. Ahora tengo mi vida hecha. Sé que el trabajo que tengo no lo tendría en España. Desde luego no es solo el tema del sueldo, que es importante, es el hecho de que valoren aquí mi experiencia. No me arrepiento. Pero uno aquí no deja de ser un extranjero”.

A Cristina Pérez Giménez, 37 años, sí le gustaría regresar porque su madre es mayor y se pregunta cómo podrá ayudarla estando fuera. También piensa en el sol, la calidad de vida que faltan en la capital francesa en donde “todo es carísimo”. La condición para hacer sus maletas “sería tener una seguridad laboral, ser empleada y no falsa autónoma”.

Mostrar comentarios