Posdata

Pedro el Agitador

Su decisión sobre el Sáhara no parece ser un gran acierto social, político y económico, ya que se rompen lazos con los habitantes del emplazamiento africano, se irrita a Podemos y se mueven las relaciones con Argelia.

Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
EFE

A Pedro Sánchez nadie le ha dicho nunca que calladito está más guapo. Si hoy dice que no mandará más que unos pocos tirachinas a la invadida y pisoteada Ucrania, mañana puede enviar, a paso ligero, al Tercio 'Don Juan de Austria' III de La Legión, con su carnero al trote, para hacer frente a los soldados de Putin. Su última sorpresa ha sido hacerle al Reino de Marruecos el mejor regalo que podía esperar Mohamed VI: entregarle en bandeja el Sáhara Occidental, aunque para ello haya tenido que darle un puntapié al pueblo saharaui, con el que se nos supone hermanados. Cuando en 1975 España tocó retirada de ese territorio colonial africano ante la presión de la 'Marcha Verde' se abrió un melón que el presidente del Gobierno ha decidido cerrar de la noche a la mañana, provocando una convulsión política interna, un choque sin precedentes con su socio de coalición (Unidas Podemos) y un conflicto diplomático con Argelia.

El pueblo saharaui se han quedado de piedra ante la inesperada decisión de Sánchez, que ha convertido en calima anaranjada y turbia 46 años de su historia, y de la nuestra también. A Argelia, por su parte, tampoco le ha gustado la música que ha hecho sonar el Gobierno español, lo que ya es de por sí un problema, al tratarse del suministrador africano de gas a la Península en un momento en el que los combustibles están que explotan.

No parece que el movimiento de Pedro Sánchez sea un gran acierto social, político o económico, a la vista de que formalmente se rompe con los lazos con los habitantes originarios de emplazamiento africano, se irrita (una vez más) al podemismo que sustenta el Ejecutivo y se mueve el suelo de las relaciones con Argelia, que se ha apresurado a llamar a consultas a su embajador en Madrid, prueba de que la decisión del líder socialista no ha sido recibida con los brazos abiertos en aquellas tierras.

En 2021, el PSOE decía: "El pasado mes de diciembre, el primer ministro de Marruecos desafiaba a España afirmando que Ceuta y Melilla sería su próxima prioridad, después del Sáhara Occidental"

¿Qué recibe a cambio España? Nada se sabe, aunque hay asuntos que, puestos a desbaratar el mecano, debieran haberse sustanciado. Me refiero al respeto claro y rotundo de Marruecos a la españolidad de Ceuta y de Melilla, por ejemplo. O, también, al control fronterizo que genera no pocos problemas en las dos ciudades autónomas y en el resto del país por el efecto dominó. Sánchez sabrá qué le ha llevado a mover esta ficha en el tablero diplomático. Ya nos lo contará.

La decisión choca con la histórica neutralidad de España en este asunto, estrategia que ha sido mantenida por cuantos presidentes ha tenido nuestro país desde ese mes de noviembre de 1975, cuando millares de personas armadas con banderas verdes sacaron al Ejército del Sáhara y, también, a las empresas y empresarios que hubieron de abandonar sus negocios, establecidos en algún punto entre el océano y el desierto, y que reclamaron indemnizaciones por unos 2.800 millones de pesetas de la época (algo menos de 11 millones de euros, al cambio).

En el programa electoral de abril de 2019, el PSOE recogía la siguiente cláusula: "Promoveremos la solución del conflicto de Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, que garantizan el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Para ello, trabajaremos para alcanzar una solución del conflicto que sea justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui, así como para fomentar la supervisión de los derechos humanos en la región, favoreciendo el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, con la participación de Mauritania y Argelia, socios claves de España, que el enviado de la ONU para el Sahara Occidental está propiciando". Lo que ha pasado ahora, vamos.

El hoy portavoz parlamentario del PSOE, Héctor Gómez, abordaba en mayo de 2021, cuando era secretario de Política Internacional del partido el conflicto generado por la asistencia médica dada en España al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. En un artículo de opinión publicado en 'El Socialista', Gómez aseguraba: "Ya el pasado mes de diciembre, el primer ministro de Marruecos desafiaba a España afirmando que Ceuta y Melilla sería su próxima prioridad, después del Sáhara Occidental. El tuit de Donald Trump en sus últimas semanas de mandato en el que reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio del pleno establecimiento de relaciones diplomáticas de Marruecos con Israel oxigenó el deseo de Marruecos de alcanzar esa aspiración histórica obviando las resoluciones de la ONU. La no decisión de la nueva administración Biden sobre este particular, fortalece el reconocimiento de Trump. Respetamos las decisiones de los EEUU, de igual manera que los EEUU y Marruecos deben respetar la posición de España y de la Unión Europea". Tal cual la misma historia que estamos viviendo estos días de marzo.

Buena semana.

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