Posdata

PSOE yonqui, PSOE de pana

El separatismo catalán ha encontrado abrigo en los brazos de Sánchez en momentos cruciales; ahora será quien le abra la puerta del indulto.

Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Europa Press

Coexisten bajo los techos de Ferraz un PSOE beligerante con el independentismo catalán -sobre todo contra quienes buscan romper la unidad territorial- y otro PSOE mantenido en el poder monclovita por los separatistas. Ramas del mismo árbol que mantienen posiciones diametralmente opuestas sobre cuestiones clave de la política y del Estado. Un tipo a la par temido y respetado dentro y fuera de la casa socialista como Alfredo Pérez Rubalcaba se moriría una y mil veces a la vista del manojo de margaritas en que Pedro Sánchez ha convertido el puño y la rosa.

En el socialismo español siempre hubo corrientes de opinión siempre sustentadas en la base común de un PSOE centenario que desde su irrupción en el Parlamento en la Transición se convirtió en alternancia de Gobierno, primero con la extinta UCD y, después, con el Partido Popular. En el Congreso de los Diputados no ha habido hasta hace bien poco la fragmentación que ha puesto fin al bipartidismo, aunque el inquilino de La Moncloa haya tenido que llegar a acuerdos con minorías para apuntalar su poder. Eso le ha pasado al PSOE y a PP: idéntico mal, misma medicina.

El presidente del Gobierno ha marcado una forma propia de hacer política que consiste, en resumen, en mantenerse en el trono sin importar pactos contranatura por terribles que algunos los puedan considerar. A Sánchez no le ha temblado el pulso en rubricar una coalición de Gobierno con una formación política a años luz de la tradicional sensatez y moderación del PSOE. Ni a José Luis Rodríguez Zapatero se le habría pasado por la cabeza mezclar en la coctelera esos ingredientes. Un político sin la ambición desmedida de Sánchez habría llegado a acuerdos de investidura pero no de Gobierno, aunque eso hubiese supuesto otra convocatoria electoral o apretar los dientes y pactar con Cs, cuando la naranja no era ácida como el limón.

La estrategia de Pedro Sánchez ha creado un socialismo yonki que necesita la droga que le mantiene en el poder político

Sánchez ni se ha despeinado a la hora de contentar a los independentistas catalanes para garantizarse la permanencia en el Ejecutivo. Su estrategia ha creado un socialismo yonki que necesita la droga que le mantiene vivo, aunque cada chute le esté dejando secuelas que se notarán en el futuro inmediato. El separatismo catalán ha encontrado abrigo en los brazos de Sánchez en momentos cruciales, sobre todo cuando el staff secesionista ha pasado de los sueños rupturistas en la calle a tener pesadillas en la cárcel.

Los independentistas catalanes tienen todo el derecho del mundo a mostrar su opinión sobre el Estado, a reclamar el respaldo de la ciudadanía a la separación de España, a cuestionar la figura de la Monarquía… Del mismo modo pueden pedir que les sean aplicados los beneficios penitenciarios que en Derecho haya lugar; eso incluye la posibilidad de un indulto gubernamental. Y aquí ha vuelto a aparecer el Pedro Sánchez de la chistera con conejos. El también secretario general del PSOE ya ha anunciado sus intenciones, que no son otras que abrir la puerta de las celdas a los condenados por sentencia judicial firme del Tribunal Supremo en el ‘procès’.

Los que creemos en el Estado de Derecho habremos de aceptar lo que dispongan las leyes al respecto. Del mismo modo que no es posible una declaración de independencia sin encomendarse ni a dios ni al diablo (eso ya lo saben Junqueras, Rull, Turull, los ‘Jordis’…), la concesión de la gracia del indulto requiere de un procedimiento que el propio Ministerio de Justicia explica en su página web. "El indulto es un derecho de gracia regulado en la Ley de 18 de junio de 1870, por la que se establecen reglas para el ejercicio de la Gracia de Indulto, que corresponde a Su Majestad el Rey y cuya tramitación es competencia del Ministerio de Justicia, y que tiene como efecto la extinción de la responsabilidad criminal". Se limita total o parcialmente la pena, no así el delito, que no se extingue.

Si el presidente no mueve la ficha de los indultos a los 'indepes', el Ejecutivo caería como un castillo de naipes

En puridad, los condenados por el 'procès' tienen los mismos derechos a la concesión de indulto que el resto de reos. Otra cosa es que los delitos por los que fueron juzgados tengan una dimensión tal que su administración a los condenados suponga una trágala difícil de digerir y que el Gobierno de Sánchez está dispuesto a comerse con el pretexto de marcar un antes y un después y relegar la etapa de castigo, que también definió el presidente como "venganza" y "revancha", para abrir paso a la "concordia". Cualquier español quiere reconciliación, la cuestión es el precio.

También es cierto que la concesión de la medida no requiere del arrepentimiento, en este caso, de los independentistas catalanes. Dicho para que se entienda: Pedro Sánchez dará el indulto a unos políticos que vulneraron la legalidad y que no solo no han rectificado sino que anuncian a bombo y platillo que continuarán por la misma senda. Es el presidente del Gobierno el que va a poner su cara, y la del resto de españoles, por ellos para tranquilizar el país o en beneficio de parte. Si Sánchez no mueve esta ficha, el Ejecutivo que preside caería como un castillo de naipes, entre la indiferencia de los independentistas y la baza electoral de Unidas Podemos, una vez que Pablo Iglesias se ha cortado la coleta.

Con los indultos han cerrado filas los socialistas de este PSOE sanchista, como Carmen Calvo, Rodríguez Zapatero, Joan Ribó, María Jesús Montero, Iván Redondo, Ximo Puig, Ábalos, Óscar Puente, Salvador Illa… Al otro lado han quedado los socialistas de la chaqueta de pana: Felipe Gónzález, Alfonso Guerra, García Page, Antonio Carmona, Fernández Vara, Odón Elorza… Dos PSOE, entre la locura y la sensatez.

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