Capital sin Reservas

El Gobierno de la gente, sus marionetas y sus titiriteros

Enclaustrado en su torre de marfil de Moncloa, Sánchez ha convertido el Gobierno en un teatro de marionetas con el que mueve los hilos a su antojo a costa de descalificar a cualquiera de sus ministros y ministras.

Pedro Sánchez ha estrenado esta semana su 'Gobierno de la gente' con una primera función teatral al aire libre en el Palacio de la Moncloa
Pedro Sánchez ha estrenado esta semana su 'Gobierno de la gente' con una primera función teatral al aire libre en el Palacio de la Moncloa
EP

Pedro Sánchez se ha presentado en este inicio de curso ataviado con las mallas de Errol Flyn en una versión actualizada pero no menos patética de ese Robin Hood encargado de repartir justicia social a su manera; esto es, por cuenta y riesgo del contribuyente. El 'descorbatado' jefe del Ejecutivo ha decidido saltarse a la torera los condicionantes ideológicos de su programa para activar el modo electoralista de una campaña cuyo pistoletazo de salida ha tenido lugar esta semana con motivo del debate mantenido en el Senado con el líder de la oposición Alberto Núñez Feijóo. Previamente, y para preparar a conciencia el terreno de lo que promete ser un duelo permanente hasta las elecciones autonómicas y locales de mayo, el líder socialista se ha encargado de anunciar la anhelada bajada del IVA del gas que algunos de los grandes países de Europa vienen aplicando desde hace meses.

La vicepresidenta Teresa Ribera había puesto pies en pared con la rebaja impositiva del gas, que su departamento insiste en catalogar fuera de la taxonomía verde y que, por lo tanto, debe ser penalizada contra viento y marea a efectos fiscales. Esa era la absurda razón esgrimida para reducir paulatinamente el IVA de la luz sin alterar el tipo máximo del gravamen al consumo de gas. El dogma renovable apeló incluso a una eventual prohibición de la Comisión Europea contra cualquier medida que pudiera incentivar las tecnologías derivadas de combustibles fósiles. Toda esta panoplia de argumentos peregrinos ha saltado por los aires por obra y gracia de Pedro Sánchez, el único que mueve los hilos de un Consejo de Ministros que ha dejado de funcionar como órgano colegiado del Gobierno para actuar como teatro de marionetas al servicio de las ocurrencias de Moncloa.

El jefe del Ejecutivo ha puesto en entredicho de una sola tacada a varios de sus principales colaboradores de gabinete. Tanto el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, como la ministra de Educación, Pilar Alegría, y la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, se rasgaron las vestiduras cuando el Partido Popular planteó la consabida bajada del IVA para el gas. Feijóo no hizo otra cosa que escuchar las reivindicaciones de la calle tras comprobar la experiencia de Italia, Francia o Alemania, demostrando que el oportunismo político no está reñido con el sentido de Estado del que carecen los susodichos dirigentes gubernamentales. Sánchez no ha tenido reparos en desautorizar a sus mariachis demostrando que aquí y ahora sólo él está capacitado para dirigir la orquesta y tocar el pito como mejor le plazca o le aconsejen las encuestas.

El jefe del Ejecutivo ha perdido la confianza en sus tres vicepresidentas y ahora solo da crédito a los consejos que le susurra el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá

La crisis energética ha desmontado el tenderete de la transición ecológica rompiendo los esquemas que adornaron el proyecto socialista desde la célebre moción de censura de junio de 2018. Al son que marca Alemania los burócratas de Bruselas se han visto obligados a recular de sus obstinados planteamientos contra el calentamiento del planeta. Lo urgente ha impuesto su dictado sobre lo importante y los principales dirigentes continentales, tanto los que apuran sus mandatos como los que están en la parrilla de salida para tomar el testigo del poder en los próximos meses, han trasladado sus mayores preocupaciones desde el cambio climático al clima electoral y los eventuales cambios que puede producir en las cancillerías de toda Europa. Sánchez lleva tiempo tentándose la ropa y no ha dudado en situarse al frente de esta nueva manifestación, propagando sus ocurrencias en la plaza púbica comunitaria a fin de reafirmar la plena soberanía de eso que ahora se denomina ‘el Gobierno de la gente’.

El líder socialista se ha erigido en rey sol de todos sus dominios después de perder la confianza en la mayor parte de los titulares ministeriales, incluyendo también al selecto grupo de vicepresidentas. Bien por falta de la más elemental confianza política como por los erráticos resultados de su gestión económica o la carencia reiterada de empatía institucional, tanto Yolanda Díaz como igualmente Nadia Calviño y Teresa Ribera han perdido cualquier ascendencia sobre el presidente, pero también sobre las decisiones estratégicas que afectan a sus propios departamentos. Ahora más que nunca, la partitura de la política oficial, su letra y especialmente su música, se compone de manera exclusiva en la torre de marfil ubicada en Moncloa a partir de criterios demoscópicos y la ayuda de algún que otro invitado con tarjeta de visita permanente y manejo contrastado de las terminales mediáticas de rigor.

El 'magnate de Torrelodones' es el paladín encargado de dar forma al metaverso de Sánchez para subir las pensiones al IPC sin alterar los objetivos fiscales que exige Bruselas

Dentro de las nuevas reglas cartujas implantadas por Sánchez para hacer de su capa un sayo sin dar mayores explicaciones ni a tirios ni a troyanos la única y relativa excepción que puede apuntarse es la de José Luis Escrivá. El ministro de Seguridad Social no sólo está dispuesto a colocarse en primer tiempo de saludo ante el gran truchimán socialista, sino que además reviste su condición de fiel soldado ofreciendo los más sofisticados argumentos técnicos para blindar todos los postulados que hagan falta a prueba de cualquier elemento de disidencia. El 'magnate de Torrelodones', como le motejan algunos de sus antiguos amigos de vecindario, ha defraudado las más genuinas esencias liberales que se le presumían de sus anteriores reencarnaciones profesionales para acumular méritos en su carrera por pilotar la política económica a poco que Calviño se harte de servir como una ‘bien mandá’ al señorito de Palacio.

La vicepresidenta económica tendría motivos de sobra para seguir el camino de su antecesor Pedro Solbes, pero no ha encontrado todavía un hueco que le garantice un futuro plan de carrera al frente de alguna de las instituciones económicas de la Unión Europea. Escrivá se mantiene al resto con la esperanza de un rebote que caerá como fruta madura y para el que no tiene ningún rival que le haga la competencia. De ahí su discurso recurrente a favor de la subida de las pensiones con el IPC a finales de año que, sin duda, constituye la clave de bóveda de todo el programa social con que el mandamás del PSOE trata de certificar la renovación de su alquiler en Moncloa por otros cuatro años. Sin duda ninguna, Escrivá es el paladín encargado de dar forma al metaverso del líder 'sanscravate' o, lo que es igual, el máximo candidato al galardón que acredita al primer titiritero del presidente del Gobierno. 

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