Capital sin Reservas

La ministra 'detergente' de Sánchez y sus desequilibradas cuentas de la lechera

Nadia Calviño se ha convertido en el talón de Aquiles del Gobierno después de levantar un falso decorado de previsiones económicas que solo pueden sostenerse a expensas de las muletas que presta Europa.

Nadia Calviño va a tener que hacer muchos aspavientos para gestionar la situación económica en este nuevo 2022
Nadia Calviño va a tener que hacer muchos aspavientos para gestionar la situación económica en 2022
EP

Lo que es la vida. La lealtad institucional a la Corona ha resultado trascendental para que el Gobierno de Pedro Sánchez en alianza con los republicanos catalanes y los herederos etarras de Bildu pueda terminar el año sacando pecho con la aprobación de unos flamantes Presupuestos Generales del Estado para 2022. El objetivo prioritario del líder socialista para asegurar la estabilidad de la legislatura durante lo que le resta de mandato se hizo factible cuando el grupo parlamentario del Partido Popular rechazó de forma categórica una tentadora propuesta recibida a instancias de Edmundo Bal e Iván Espinosa de los Monteros. Los dos respectivos portavoces de Ciudadanos y Vox acudieron al primer partido de la oposición en busca de una confluencia orientada a cargarse como fuera las cuentas públicas de 2022 para lo cual no habían encontrado mejor alternativa que tumbar los presupuestos de la Casa del Rey.

La formulación de la ley de Presupuestos establece que el voto negativo mayoritario de cualquiera de sus secciones implica el derribo de todo el proyecto. Por una todas malas, que dicen los que prefieren darse mus para sacar mejor tajada en la partida, algo que era de suponer en aquellos grupos atrincherados a la mamandurria del Gobierno y que han encontrado en la monarquía parlamentaria la piedra de toque de sus invectivas contra el régimen constitucional de 1978. Cs y Vox querían aprovechar el tacticismo político de la izquierda separatista y trataban de convencer al PP para que echara abajo las cuentas públicas. Precisamente para evitar el riesgo de demolición ERC decidió tragarse a última hora sus enmiendas contra la dotación de 8,4millones reservada al Palacio de la Zarzuela, que finalmente fue acreditada también con el aval de los abertzales vascos y de Podemos.

Con independencia de la controversia lingüística suscitada a última hora en el Senado, se puede asegurar que la determinación de Pablo Casado a la hora de exhibir ante Las Cortes su inequívoco respaldo a Felipe VI ha servido para espantar los fantasmas de una prórroga presupuestaria que hubiera socavado la imagen de Pedro Sánchez ante la comunidad internacional. La economía española sigue siendo la gran preocupación de la Comisión Europea que, como el FMI o la OCDE, ha mostrado con datos y cifras la escasa credibilidad que merecen las cuentas de la lechera elaboradas por Nadia Calviño. La posibilidad de un tropezón en el Congreso de los Diputados angustiaba al jefe del Ejecutivo y de ahí las efusivas y repetidas muestras de congratulación con que el líder socialista y la ministra María Jesús Montero celebraron la aprobación de los Presupuestos como si se tratase de la final de la Champions.

La vicepresidenta económica entendió como una afrenta personal que el Partido Popular no apoyase su cargo como directora de un comité asesor del FMI que se reúne dos veces al año

Sánchez se ha apuntado una victoria política que puede resultar pírrica para el devenir económico del país porque el trazado diseñado para la gestión de las cuentas públicas en 2022 solo puede conducir al autoengaño de un Gobierno que ha fiado todos sus planes al auxilio de los fondos comunitarios. Las grandes partidas presupuestarias están construidas sobre unos cimientos de pichiglás que no se cree ni la madre que los parió. No es de extrañar que, tras una de las habituales broncas en el hemiciclo a la que son tan dados los padres de la patria, la vicepresidenta económica haya perdido la compostura calificando de desequilibrado al jefe de la oposición. El subconsciente o la mala conciencia han traicionado a Calviño, forzada por el presidente del Gobierno para mantener una pose política que sólo permite acceder a puestos natos de inferior nivel en organismos supranacionales donde está obligada a preservar su exquisita educación tecnocrática.

Aunque haya sido elevada a la máxima potencia de ensalzamiento nacional, la designación al frente del Comité Monetario y Financiero del FMI representa un premio de consolación para una dirigente que, no se olvide, aspiraba hace poco más de dos años a sentar sus reales como primera ejecutiva del organismo con sede en Washington. A falta de pan buenas son tortas y la vicepresidenta económica ha entendido que este nombramiento de segunda fila representaba una buena oportunidad para desquitarse de sus frustradas ambiciones, entre las que también figuró en su día el intento fallido por desembarcar en la presidencia del Eurogrupo. Por eso que Calviño entendió como una afrenta personal que el Partido Popular intentase boicotear en el Parlamento Europeo su candidatura a este organismo de carácter meramente asesor que cuenta con 24 miembros y que se reúne un par de veces al año.

La reforma laboral no resolverá los problemas estructurales del mercado de trabajo pero devolverá la jerarquía a los sindicatos en la negociación colectiva, que era de lo que se trataba

La refriega con Casado pone de manifiesto el estado de tensión nerviosa al que está sometida la vicepresidenta económica porque el verdadero desequilibrio, que ella conoce mejor que nadie, no es el que imputa al presidente del PP en una descalificación de cantina, sino el que se rezuma al contemplar una planificación que no supera el más mínimo escrutinio de propios o extraños. Nadia Calviño corre el riesgo de pasar a la posteridad como la ‘ministra detergente’ encargada de blanquear una gestión económica exclusivamente sostenida sobre las muletas de Europa. Entendiendo como tales no solo la eficacia de los fondos comunitarios que están por llegar, sino también la renovación en Bruselas de un pacto de estabilidad fiscal que prolongue la coartada para futuros dispendios y, lo más importante, la manutención de las ayudas financieras de Fráncfort para seguir gastando a todo trapo y a coste cero.

Todo ello resulta demasiado bonito para ser verdad porque de una ecuación tan endemoniada parece complicado obtener ningún resultado satisfactorio. Otras colegas, aparte la de Hacienda con sus cuentas y sus cuentos públicos, se conforman con menos y viven más felices. Es el caso de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que ha pasado de derogar la reforma laboral a pactarla con todos los agentes sociales mediante un acuerdo de mínimos bastante dudoso en sus pretensiones de modernizar el mercado de trabajo, pero válido para devolver a los sindicatos, como era el plan, la posición dominante en la negociación colectiva. El cisma en la CEOE está servido ante un proyecto de ley que será convenientemente parcheado en el Parlamento a conveniencia de los socios de Sánchez. Esperemos que Antonio Garamendi no se vea dentro de unas semanas obligado a retractarse de lo que ha hecho. Y que Nadia Calviño tampoco tenga que arrepentirse algún día por lo que le obligan a hacer.

Mostrar comentarios